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Opinión

Réquiem por la Cultura

Abonar la incultura hace al pueblo dócil y manipulable. Mejor no saber quién soy, fuera la filosofía; ni de dónde vengo, fuera la historia; ni hacia donde voy, fuera la ciencia; ni cuál es mi tierra, fuera España; ni cómo son mis raíces, fuera la tradición. 

Examen de selectividad en la Universidad de Santiago de Compostela

¿Cómo acabar con la desigualdad social? Prohibimos ser rico. ¿Cómo acabar con el paro? Prohibimos el despido. ¿Cómo acabar con el fracaso escolar? Prohibimos las notas. ¿Cómo acabamos con la desigualdad académica? Prohibimos las matrículas de honor. Son las grandes ideas del gobierno de la nación. ¡Apague las luces, señora ministra! Entramos en las tinieblas. Los chicos, que como dijo Isabel Celaá no pertenecen a los padres, tienen que llegar a los dieciséis años más tontos que un cencerro, pero listos como el hambre en perspectiva emocional y de género, en ecofeminismo, sostenibilidad y memoria democrática. El objetivo es llegar a inculto, igualar en ignorancia, generalizar la frustración para extender la igualdad.  

Oigo en el silencio los gritos sordos del Gobierno: ¡Ignorancia, ignorancia, ignorancia…! Abonar la incultura hace al pueblo dócil y manipulable. Mejor no saber quién soy, fuera la filosofía; ni de dónde vengo, fuera la historia; ni hacia donde voy, fuera la ciencia; ni cuál es mi tierra, fuera España; ni cómo son mis raíces, fuera la tradición. 

Los mejores sistemas educativos del mundo lo son, en primer lugar y, sobre todo, por la cualificación requerida para la docencia. En Finlandia se seleccionan a los mejores estudiantes antes de someterlos a una serie de pruebas específicas donde han de mostrar conocimientos tecnológicos, artísticos y equilibrio emocional para ser profesores. En Singapur solo el 5% de los más competentes puede dedicarse a la enseñanza. En China los maestros dedican la mayor parte de su tiempo a la práctica y mejora de las habilidades docentes. En Canadá cada cinco años debe el maestro superar una prueba evaluativa que lo autorice a seguir en su puesto docente.  

Ni tienen exámenes, ni tareas de casa, ni siquiera materias específicas. Inciden en desarrollar la capacidad creativa y se realiza mediante proyectos temáticos

La otra especialidad del buen hacer en la enseñanza es el aprendizaje creativo. Se inicia al considerar las inquietudes de los chicos y potenciarlas. En Finlandia el interés se concentra en enseñar a ser felices, a respetar a los otros y a sí mismos, y en ese ambiente se van introduciendo los conocimientos. Ni tienen exámenes, ni tareas de casa, ni siquiera materias específicas. Inciden en desarrollar la capacidad creativa y se realiza mediante proyectos temáticos que facilitan que se adueñen de su proceso de aprendizaje. Las clases cuentan con pocos alumnos. Singapur es un buen ejemplo de este sistema, pues alienta proyectos propios con herramientas y materiales específicos. En China La educación es la prioridad, un ascensor social. Los méritos se recompensan en el examen Gaokao, en el que participan cada año once millones de estudiantes. Las familias se esfuerzan en llevar a sus hijos a las mejores universidades. El sistema fomenta la creatividad y la excelencia y motiva para construir un país mejor.

El tercer factor de todo modelo educativo es dar acceso a una educación de calidad a todas las clases sociales, independientemente de su edad, origen étnico, nivel socioeconómico, género, discapacidad, orientación sexual o lugar de procedencia. En España tenemos que superar un duro escollo: conseguir que la calidad de educación de los centros públicos iguale a la de los privados, que es donde los políticos suelen llevar a sus hijos. 

No estamos en las primeras posiciones de excelencia docente, ni siquiera en las intermedias. Peno no parece importar

Que no cuidamos al profesorado es una evidencia, ni los intereses de los alumnos, ni mejoramos la calidad de la enseñanza pública. Lo que prefieren los gobiernos socialistas es hacer leyes como la LOGSE que ignoren la preparación del profesorado, que acaben con el interés y que supriman el esfuerzo. 

Los docentes no se tocan, y mucho menos las exigencias para alcanzar tal condición. En la modificación de los currículos, los gobiernos del PSOE son especialistas. Ahí sí que añaden y quitan a su antojo. Por eso no estamos en las primeras posiciones de excelencia docente, ni siquiera en las intermedias. Peno no parece importar. Antes de suprimir las calificaciones, medida populista sin objetivos, tendríamos que elevar el nivel del profesorado, interesarnos por los intereses de los alumnos, y mejorar la calidad de la enseñanza pública, pero nada de eso están dispuestos a plantear porque recauda pocos votos. Prefieren empezar una medida que entusiasme a los jóvenes y que los acerque para siempre a las bondades del PSOE, pero que no sirve para mejorar la formación de nadie. La destrucción de un país se inicia por ensanchar el bajo nivel educativo, que los estudiantes anden a su antojo. Si la educación colapsa, la nación colapsa. 

¡A ver cuánto tardamos en recuperar el daño! Mientras tanto está claro que la mejor nota de Europa se la lleva nuestro IPC que acaba este mes con un 9,8. ¡Sobresaliente! 

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