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Opinión

Las recetas económicas de 'uncle' Joe

Es lo que se trae el nuevo presidente de los EE.UU: poco crecimiento, despilfarro público, lobbismo, más impuestos y más daño a las clases medias

Las recetas económicas de 'uncle' Joe
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en su primer discurso a la nación. Europa Press

Hubo un tiempo en que era común encontrar en Internet vídeos del entonces vicepresidente estadounidense en los que se mostraban su conducta obscena con las visitantes a sus actos oficiales. Hoy, por la gracia del algoritmo progresista y las "Big Tech", salvo tal vez en el caso de algún congresista negro, no es fácil toparte con esas imágenes vergonzantes que delatan la concepción despreciable que del poder y de los gobernados tiene el hoy primer ejecutivo de los Estados Unidos, un rasgo vil de su carácter sin el que no se puede prever el resultado de su acción política y que los grandes medios han zanjado con un "son cosas de Uncle Joe".

La razón por la que este tipo de sujetos llegan al poder, cada uno con sus miserias, se debe a la degeneración de un orden y un pensamiento dominantes que son reforzados por un establishment que cree erróneamente que puede controlarlos, llevando así a las naciones una crisis existencial, como hemos visto en distintas ocasiones. Dicha degeneración ocurre en todo Occidente según las particularidades de cada país pero, al menos en Estados Unidos, ya despierta serios temores en las alturas, como lo demuestra la última carta a los accionistas de Jamie Dimon, CEO. de J.P. Morgan.

El dilema moral

Para rematar la faena, Biden hace ostentación de su condición de católico, asistiendo a la misa dominical con toda la parafernalia de vehículos y cámaras de televisión que acompaña a un presidente y, al verle, uno no puede dejar de pensar, casi más que en otros casos, en "Romanos, 13", un pasaje bíblico en que el San Pablo razona teológicamente por qué debemos someternos a las autoridades.

¿Y cómo han resuelto el tema de la sumisión al poder en una nación donde, según la encuesta de Pascua de Rassmusen Reports, el 72% de sus ciudadanos adultos creen que Jesucristo es el hijo de Dios y que murió para el perdón de nuestros pecados? Intentando que su Gobierno representativo (el único realmente legítimo para ciudadanos libres) con poderes separados e independientes que se controlen entre sí (democracia formal) funcione bien aunque, como ocurre con el Estado de Georgia y en otros estados, las grandes empresas (179), coordinadas, les sometan a boicot por exigir que sus votantes se identifiquen.

¿Además de seguir luchando, se puede hacer algo más para librarse según de qué políticos? Pues decir la verdad, de ahí que los poderosos también censuren a opositores (el principal) y, manipulando a los votantes, utilicen las "Big Tech" para usurpar el Poder.

El lobista jefe tiene suerte

Con su sonrisa de mil dólares por molar, el mejor estiramiento de cara que se puede comprar, una familia numerosa - escándalos de dineros aparte -, una considerable fortuna y las vicisitudes de muchas familias, este progresista que ha vivido de "lo público" desde 1973 ha llegado a lo más alto siempre viendo (se) por el retrovisor y apoyado por el Establishment y el Estado profundo. Así las cosas, hoy se podría decir que lo que vemos es al lobista en jefe de EE.UU controlando la narrativa con la ayuda de los grandes medios para así colar los proyectos que le interesan. Suerte la suya; la de los ciudadanos honrados que pagarán sus facturas, ¿a quién importa?

Otra prueba de su suerte es que llega en el momento en que lo peor de la pandemia ha pasado y que su odiado antecesor, usando poderes presidenciales especiales, le ha dejado un plan de producción de vacunas de primera, unas fuerzas armadas en forma, a los aliados de la OTAN intentando cumplir sus compromisos presupuestarios, los principales acuerdos comerciales renegociados, a China desenmascarada a nivel global, una situación de intereses nacionales muy mejorada en Oriente Próximo y una economía (siguiente gráfica) lista para lanzarse a la recuperación y con los planes de estímulo aprobados. ¿Qué puede salir mal?

Medidas radicales

Como viene siendo costumbre en los progresistas desde al menos los tiempos de Mitterrand, Biden intentó arrancar con toda una serie de medidas radicales como si del comienzo de una nueva era se tratara. Lógicamente, esto chocó con el principio de "si algo funciona, no lo arregles", de modo que, tras cabrear a todos en Medio Oriente y calentar Ucrania donde hace negocietes, ha reforzado su efecto llamada, creando un drama humanitario en la frontera sur que ha llevado a la veterana Roberta Jacobson, responsable del tema, a renunciar al cargo, tras el cual, además, hemos tenido que soportar a "Uncle Joe" aleccionándonos sobre los sufrimientos de los niños.

En otras áreas no ha sido tan torpe y lo que ha hecho es matizar lo iniciado por Trump, como en el caso del compre "Made in America" o el "refuerzo de las manufacturas" al que añade "y de los sindicatos y la clase media", pues ambos, tras haber sido expoliados por el progresismo y sus lobbies, ya no son voto cautivo de los demócratas y apoyaron mayoritariamente a Trump (no a los republicanos).

Algo similar ocurre con su plan de infraestructuras, un plan que ha venido pidiendo Trump desde que es un personaje público, pero que no le aprobó el Congreso y ahora, dominado por los demócratas, parece que sí. Veinte mil millas y 265.000 puentes nos contemplan (según el lobby del sector). Piensan pasar otro dineral sideral (casi 10% del PIB) por una maquinaria política llena de vicios de todo tipo que, total, vía deuda, pagarán los de atrás.

Ya anuncian una subida de impuestos para que los Estados Unidos se parezcan más a los estados fallidos de California o Nueva York que a Texas

Ya metidos en lobbies, añaden temas "verdes para ponerse morado" y, tras castigar al sector petrolero, da más apoyos a las energías "limpias", encareciendo la vida de los ciudadanos y poniendo más difícil la recuperación. Como todos "sus" grandes planes tienen, además, un enorme coste fiscal y dado que la pandemia ha deteriorado aún más las finanzas públicas (siguiente gráfica), ya anuncian una subida de impuestos para que los Estados Unidos se parezcan más a los estados fallidos de California o Nueva York que a Texas, por ejemplo; por supuesto ni se habla de ajustar el dinosaurio federal, pues en la Capital el 95% votó demócrata. Luego, para evitar la emigración corporativa por su expolio fiscal, la Secretaria del Tesoro, Calamity Yellen, ha requerido la ayuda internacional para que todos tengamos un impuesto corporativo "mínimo", obteniendo, claro, el placed de los chicos de Davos, con lo que por ahí también pagaremos todos más.

Roosevelt ha muerto

Pero su espíritu hay que mantenerlo vivo aunque el país reviente, de modo que, desde que llegó la generación langosta al poder con ese cuento para forrarse, allá por 1994, han desguazado la clase media y la deuda pública federal ha superado los máximos anteriores, el de la Guerra Civil y el de la Segunda Guerra Mundial.

El problema de la insuficiencia fiscal estructural del progresismo lo hemos tratado en distintas ocasiones y viene de la incapacidad de estos saqueadores insaciables para aumentar el PIB nominal de forma que pague el nuevo endeudamiento público y reduzca el déficit fiscal, siendo la deuda pública un indicador de la mala o buena gestión pública.

A la incompetencia y deshonestidad de este ejército de parásitos arruina países se une el agotamiento del ciclo largo que empezó con Truman, un fenómeno que solo tiene solución con un cambio de orden y pensamiento dominante y/o con la aparición de una nueva aplicación industrial que haga de motor de otro ciclo largo; a esto último le encuentran "solución" con el cuento "verde para pillar", pero que no lo es, pues más que añadir producción lo que hace es sustituirla y a mayor coste, un empobrecimiento por motivos ecológicos que es asumible si hace muy espaciado en el tiempo y con un sector público cada vez más eficiente. Pero ese no es el caso de esta operación puramente de lobby, burbuja a la que nutren con una expansión monetaria sin precedentes.

Represión y estancamiento

Vaya por delante que no estoy en contra de las expansiones monetarias cuantitativas (o QEs) siempre que se hagan por razones de urgencia para salvar el sistema financiero y que, tras las mismas, se vuelva a la racionalidad monetaria, un tema que está más que estudiado. Lo que ocurre es que desde que empezaron a hacerlas han vendido (para pillar) que son la solución para todo, incluso para subsidiar su negocio verde, negociete progre por el que están dispuestos a cargarse también el sistema bancario.

Lógicamente, si a una economía con limitaciones productivas le aplicas estímulos de demanda, tendrás un aumento de los precios (ha sido mínimo; línea roja, anterior gráfica) que, en una sociedad empobrecida, abrasada fiscalmente y parasitada por un ejército de lobistas y gorrones, dañará la demanda y el crecimiento real, con lo que, al final, tienes un PIB nominal menor del potencial, que es con el que se paga la deuda que has generado. Lo que si tienes es progres más ricos y burbujas de todo tipo, hasta que revienten, que algún aviso hay ya en el sector financiero.

¿Hacia una economía zombi?

Por esa mayor inflación, los inversores estiman que la FED será restrictiva y que, con la mayor actividad económica, aumentará la demanda de fondos, de ahí que subieran los tipos de mercado del Bono del Tesoro a diez años (línea azul), aunque no lo suficiente para reducir la represión financiera contra los ahorristas (línea verde, anterior gráfica)

Si a la situación anterior añadimos la de el consumo de capital que conlleva la jubilación creciente de la generación langosta, la más enriquecida de la historia, nos encontraremos con más problemas de crecimiento económico, abriendo la puerta a períodos de bajo crecimiento e inflación, seguidos por otros de depresión (recesión con deflación), de ahí que algunos confundan este horizonte japonés con la estanflación (estancamiento con inflación) cuando no lo es.

Eso es lo que trae "uncle Joe", desorden interno y externo, poco crecimiento, despilfarro público, lobbismo, más impuestos, más daño a las clases medias, mayor empeoramiento de las finanzas públicas, burbujas y, como todo se copia, habrá Bidennomics para todos, al menos y salvo imponderables (muerte, invasión de Taiwán y gerra en Ucrania, etc.) hasta las elecciones próximas, en noviembre de 2022 y eso si ciertos estados consiguen adecentar su sistema electoral. Hasta entonces, no habrá moderación a la pernada progresista que padecemos.

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