Opinión

Otra fechoría de los bancos centrales

Los actuales gestores han conseguido que el BCE no sea creíble, que es una de las peores cosas que le puede pasar a un banco central

Otra fechoría de los bancos centrales
Banco Central Europeo

Este septiembre de 2022 será decisivo en la definición de la política monetaria de los bancos centrales y, pensando en eso, he creído conveniente que les evaluemos. Sin embargo, ya les adelanto que una de las mayores dificultades a la hora de calificar la gestión de los mismos, y de otras autoridades, es que, como lo hacen tan rematadamente mal, al utilizar el adjetivo que les correspondería podría llevar al profano en la materia a pensar que se está haciendo una ataque político, cuando mi único interés es hacer un diagnóstico útil ajeno a las luchas de poder. Ejemplo de esto sería el término "crimen", al que la RAE, en su segunda acepción, define como "acción indebida o reprensible", pero cuyo uso común es más duro, de ahí que prefiriéramos hablar de fechoría.

En esto siempre hay quien, incluso siendo víctima, sale al rescate del "criminal", como ocurrió con la burbuja inmobiliaria y la destrucción y peculiar liquidación de las cajas, un proceso al que es difícil no calificarlo de saqueo. Luego, con muchos españoles metidos en pisos diminutos y endeudados hasta las cejas, se dice que hay que mantener los tipos bajos (o reales negativos) para aliviarles la carga vía expolio de los ahorradores, ocultando los años privilegiados a costa del ahorrador, de tipos artificialmente bajos y desgravaciones fiscales para que compraran activos inflados. Hay que destacar, además, que en otro tiempo no fue así y que hoy, dado el enorme desapalancamiento privado en España, el problema serio no está en el sector privado, sino en la burbuja de "lo público", que es a quién realmente de protege e infla.

Por si fuera poco, para rematar el "crimen" que tanto daño ha hecho a nuestra demografía, han creado un oligopolio bancario que se auto regula - el BdE, por la partitocracia, es independiente pero de los españoles -, que abrasa a los clientes a comisiones y no traslada al ahorrador las subidas de tipos, mientras se forran intermediando con deuda pública, excedentes que luego utilizan en inversiones más que dudosas en países desquiciados. Adicionalmente y dejando de lado los extraños movimientos de tipos previos a sus anuncios, no extraña pues que, dado lo hecho, haya quien hable de maquinación para alterar el precio de las cosas.

Dentro de los defensores de la narrativa de la mala gestión de los bancos centrales, destacan los economistas académicos, un tema vergonzante que, por espacio, obviaremos, pero que citamos para destacar que de los bancos centrales vive  todo un ecosistema que parasita al contribuyente, con sus intereses y que, tras una supuesta competencia profesional, mangonean el sistema a su antojo sin pagar por las consecuencias de sus felonías. Estos sujetos no están ahí porque sepan, sino por su habilidad de trepar en el Establishment, de modo que, como en otras áreas, no están ahí por tener razón sino que tienen "razón" porque están ahí.

Peor que "nunca"

Hace casi un año - mucho antes de la guerra en Ucrania -, cuando analizábamos la bolsa durante períodos inflacionarios, decíamos que a mediados de este año tendríamos bastante claro lo duro que sería el ajuste y, pasado ese tiempo, la conclusión no podía ser peor. Comparados con cuando empezó la anterior espiral inflacionaria (años 1967-1969, óvalo amarillo, siguiente gráfica) y medido por el diferencial (línea negra) del tipo de intervención de la FED (línea azul) respecto a la inflación (línea roja), "nunca" habíamos estado peor; ese diferencial, que es una medida de la represión financiera, que los mismos académicos parásitos, en su ignorancia mórbida, dicen que no existe, diferencia que o se cierra o vamos al desastre.

Detrás de esto están las acciones de la FED para salvar a Biden, la procrastinación del BCE (donde el diferencial es mayor) y, por supuesto, el ejército de corifeos mencionado con sus ideas peregrinas, confundiendo el monetarismo de hace cuarenta años con las valiosas conclusiones de infinidad de estudios sobre los efectos de la expansión monetaria sobre la inflación, que ya se ve que no han hecho sus deberes más elementales, por no hablar de no haber operado en, por ejemplo, los mercados de commodities, donde el efecto de la política monetaria en sus precios es directo. Quienes hemos estudiados las espirales inflacionarias reconocemos de inmediato las excusas de siempre para no hacer lo correcto y sabemos que de sus fechorías no saldremos sin una crisis sistémica

Escarmentar en cabeza ajena

En este blog hemos tratado, según era oportuno, las hiperinflaciones de todos los países relevantes para España, de Turquía a Chile, pasando por Perú, Argentina, Israel, Rusia, Ucrania, los países del este, etcétera. ¿Alguien ha aprendido algo de ellas? Turquía no (lo vimos), pero hay uno próximo que parece que sí: Brasil (siguiente gráfica), cuya experiencia vimos aquí hace años y que explica por qué hacen lo que hacen; es un caso único que ha conseguido una bajada significativa de la inflación, del 12% anual al 10%, con un mes de deflación, y esperemos que sigan teniendo éxito.

¿Y qué han hecho para tener ese resultado? Cosas similares a las dichas aquí hace un año (abaratar fiscalidad sobre energía, etc.), porque es más que sabido que la inflación tiene otras casusas además de las monetarias, lo que ocurre que hoy estamos con las últimas y ahí es donde nos fijaremos. Lo destacable es la subida del tipo de intervención del canco central (línea azul, siguiente gráfica) hasta situarlo por encima de la inflación (línea roja); los datos de tipos son medias mensuales calculados por la OCDE.  

Podríamos decir que ahora se encuentran en su "momento Volcker", ese en el que si aflojan yerran y, si mantienen el diferencial, como Volcker, aciertan; que esa es otra de los expoliadores de antes: vender como normal este período de inflación alta. Hay que pensar además que, aunque tienen materias primas industriales, su geografía económica es dura para la oferta, con zonas con una orografía endiablada, de modo que, para desarrollar su oferta plenamente, porque aún es joven, y necesitan generar más ahorro que, por ejemplo, EE.UU. o Alemania, de ahí que necesiten tipos reales más altos.

La vergüenza ajena

Si uno ve admirable lo que hacen los brasileños, al estudiar a (de mejor a peor) americanos, británicos (se rajaron) y europeos, no puede menos que sentir vergüenza ajena; en el Reino Unido, además del Brexit, tienen el doble crimen de la burbuja de "lo público" y la inmobiliaria. En los tres, tanto en la dirección de sus bancos centrales como en sus respectivos ecosistemas académicos parasitarios, por ignorantes o facinerosos (segunda acepción), la repetición de errores pasados es la norma, siendo peor donde hay partitocracias como en España y prácticamente toda la UE.

Suele decirse, sobre todo los malechores de antes, que los bancos centrales no pueden hacer "políticas de oferta", lo cual es falso y un error de bulto de alguien que no sabe de lo que habla ni conoce la historia de los bancos centrales; tema complejo del que solo diré que la están haciendo y es para encarecer la oferta energética, cosa que vimos en la ruina que es la banca progresista. Lo que sí es cierto es que su mayor eficacia está en la contención de la demanda agregada hasta que la oferta la alcance correctamente; el camino hacia lo saludable es conocido y lo dicta la Regla de Taylor, cuyo solo anuncio ya contendría las expectativas inflacionarias (y cierto exceso de stocks, compras avanzadas, precios materias primas inflados, etc.), con lo que al final, aunque vamos ocho puntos por debajo de lo correcto, no se llegaría a niveles tan altos como los de la siguiente gráfica. Con esa base podemos decir que cualquier próxima subida de tipos por debajo del 1% sería un error grave.

 Y así, mientras usted y yo les pagamos 'sueldazos' y todo tipo de privilegios, les hacemos el trabajo y nos llevamos las bofetadas, el escenario construido por estos sujetos es dantesco, pues han estimulado la burbuja de "lo público", que quiere malversar más, al tiempo que dañan el valor del euro, con lo que, impuestos y banca progre aparte, las materias primas importadas son más caras y las empresas tienen que cerrar, alimentándose aún más la espiral inflacionaria que destruye más ese ahorro necesario para la oferta y que daña el valor del euro aún más. Hay quebrantos adicionales, pero solo citaré uno gravísimo para terminar: han conseguido que el BCE no sea creíble, que es una de las peores cosas que le puede pasar a un banco central. Menuda fechoría. A ver cómo recuperan eso ahora que los inversores y el público solo atenderán a lo que hagan y no a lo que digan. 

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