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Opinión

La implosión de Turquía

La estabilidad turca, como la de Marruecos, Argelia y tantos otros, solo ha sido posible por la ayuda comercial y demográfica que se ha hecho durante la Pax Americana

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan Europa Press

La reciente crisis cambiaria turca es un caso de sumo interés por sus lecciones sobre el devenir económico internacional, dados los paralelismos de sus inicios con la situación actual de Occidente donde se vive un orden disfuncional y una incipiente espiral inflacionaria. Para explorar este asunto lo que haremos hoy será empezar por el Estado profundo para luego examinar la crisis cambiaria, sus determinantes y cómo la persistencia de los mismos llevarían a una implosión de Turquía.

El Estado profundo

El concepto de "Estado profundo", que es de origen turco, hace referencia a la existencia dentro del Estado un conjunto de agentes, con fuertes ramificaciones con el sector militar, la comunidad de inteligencia, empresas estratégicas, el complejo industrial militar, sus proveedores, el banco central, ciertos bancos, medios de comunicación públicos y privados, dirigentes políticos e individuos con pretensiones aristocráticas y supremacistas que son quienes realmente definen el rumbo del país. Estos agentes explotan el territorio y sus habitantes, siendo las elecciones, si existen, una mero trámite; el caso de Estados Unidos lo exploramos en el artículo "Trump contra el Estado profundo progresista".

En el caso turco se entendía que Kemal Atatürk había creado una red secreta de operativos (con sus relaciones) encargados de evitar una involución del régimen hacia el otomanismo (orden anterior) o una revolución comunista, con golpes de Estado incluidos. Apoyado por Occidente y aprovechando la Pax Americana, entre todos desarrollaron Turquía en la ilusión (sin base histórica, por cierto) de que la desislamización de Atatürk y el generoso apoyo económico concertado por todos, llevarían a Turquía a Occidente; como con China, al menos se podrá decir que se intentó. Destaca la mala idea de implantar una partitocracia, como la nuestra, con el mismo sistema electoral que aupó a Hitler, Mussolini Allende, Chávez, Boric, etc. y, nublados con la idea de que, controlando a quienes hacen la listas, controlaran los sucesivos Gobiernos. ¿Y si los controlan tus enemigos?

Pensamiento mágico

La punta de lanza de la voladura del orden kemalista, fantasía delirante del Progresismo, ha sido Tayyip Erdogán, de quien se duda sea realmente abogado (Lo de las falsas titulaciones les sonara, ¿no?) y quien fuera alcalde de Estambul (1994-1998), Primer Ministro (2003-2014) y hoy presidente de Turquía. Erdogán es miembro de la sociedad "secreta" Hermandad Musulmana y gusta de hacer el saludo de los cuatro dedos, que según él significan "un pueblo, una bandera, una patria y una nación", todo dando un aire del tipo "Ein Folk, Ein Reich, Ein Fürer", con su irracionalidad, pensamiento mágico y manipulación de las masas.

Desde el principio Erdogán fue creando su red de poder hasta islamizar el Estado profundo y, con motivo del extraño golpe de 2016 (¿auto golpe?), realiza una enorme purga (el principio) de unos 160.000 funcionarios, se arrestan una 50.000 personas y comienza el control de los medios de información, sellando así el fin del Kemalismo. No entraremos aquí en un tema que es esencial para entender el Islam, como es el del ocultismo y las sociedades "secretas" en su radicalización y expansión violenta y solo dejaremos una pregunta: ¿qué sabemos de las que operan en España?

Descubrir la contabilidad

Erdogán me recuerda a ciertos directivos que se creen innovadores y destrozan departamentos en su intento de descubrir, por ejemplo, la contabilidad, y él está con "eso de la Economía", que además la hará fetén e islámica y, como era de esperarse, ha caído, también, en el error garrafal de la MMT. Pareciera que sigue un manual de cómo destruir una economía. El caso es que cuando en 2013 predijimos que entrarían en una crisis cambiaria no nos basamos tanto en el personaje sino en los desequilibrios de la economía turca, un ejercicio que también hicimos recientemente aquí para Marruecos y para su vecina Argelia, tres bombas de tiempo con grandes similitudes.

Hay cierto debate sobre el momento en que comenzó dicha crisis pero lo que es indudable es que el 9 de diciembre pasado, cuando la lira estaba en 13,8 por dólar, se desató un pánico vendedor (o comprador de dólares, euros, etc.) y la moneda cerró el día 20 en 18 liras por dólar. Aquello obligó a implantar toda una serie de medidas en las que Erdogán volvió a mostrar su "innovación", cosa que ha producido una recuperación temporal pero a costa de sus reservas internacionales.

Determinantes del tipo de cambio

Ese es un debate muy amplio y complejo y, aparte de la confianza y la calidad de la política monetaria (que en Turquía está desquiciada), se suele resumir en dos: la cobertura (o diferenciales) de tipos de interés reales y los equilibrios comerciales. En cuanto a lo primero, a pesar de que ya no se reportan datos como antes, podemos ver (siguiente gráfica) que en Turquía había cierta eficacia en controlar la inflación vía tipos de interés, hasta que a Erdogán se le ocurrió el absurdo de que los tipos altos son inflacionarios, como si fueran un coste importante o si los precios se formaran atendiendo solo a los costes (en eso sigue, por cierto), por no hablar de temas de expectativas, etc.

Los economistas turcos saben perfectamente que cuando los tipos (línea granate, anterior gráfica) están sobre la inflación ésta baja, hasta que interviene Erdogán, los despide y hace de las suyas. Lo último: el interés es anti-islámico, lo que es cierto, sobre todo en el Islam impuesto a partir de los siglos IX y XI, que es el que a él le gusta, un Islam, muy útil al gobierno para hacer lo que quiera con la población, que es hacia donde va esa civilización y sus creyentes, y que es antieconómico, cosa que también exploramos aquí.

Otro error de bulto de Erdogán es confundir la usura con el préstamo a interés, argumento común entre los populistas, incluso en los que se dicen cristianos (para que les voten) que promueven a personas como Erdogán y que luego, "casualmente", terminan forrados, que esa es otra, la corrupción de los supuestos santurrones que dicen salvarnos con sus mentiras haciéndonos la vida un infierno, aparte que el interés no está condenado en el Cristianismo, como demuestra la parábola de los talentos. Los políticos manipulan lo que sea.

Erre que erre, Erdogán forzó una bajada de intereses y la gente, ante la pérdida de valor de sus ahorros, se la lanzó a comprar (más inflación) lo que sea y a vender sus liras. De libro. La inflación oficial está cerca del 25% anual pero analistas consultados por Wall Street Journal estiman que es el doble, siendo difícil que evite un pánico bancario. Ante el desastre, creó un sistema de compensación del ahorro, que ya veremos lo que dura, y que, de remate, carga los costes de los presupuestos, con lo que si las previsiones de déficit eran malísimas, ahora serán peores (línea morada, siguiente gráfica), para lo que seguramente hará más MMT y devaluaciones, que al final no han resuelto el desequilibrio comercial (línea granate) pues al vender artificialmente barato ingresas menos divisas (¡idioto!), y así hasta que reviente el país.

Bomba de tiempo.

La estabilidad turca, como la de Marruecos, Argelia y tantos otros, solo ha sido posible por la ayuda comercial y demográfica que se ha hecho durante la Pax Americana, pero eso ya se agotó y no da más de sí. Todos somos conscientes de los enormes desequilibrios, sobre todo demográficos, y de la insostenibilidad de los mismos, algo que se agravará con la mayor islamización de las sociedades (europeas y no europeas) que promueven los "erdoganes" de turno y sus aliados en Occidente. Al chantaje de ambos, como siempre, mientras antes se les haga frente, mejor, y en esto, Francia, que tiene elecciones próximamente y que ya ha tenido sus enfrentamientos con Erdogán, ha seguido una estrategia equivocada.

No es fácil hacer que un país "implosione" - como se ve en nuestro caso -, que hay que ser muy salvajes para conseguirlo, pero hay tres casos recientes que casi agotan los tres tipos imaginables de implosión, ellos son: la URSS, Venezuela y Siria (Libia) y yo no descartaría que Turquía siguiera una variación o combinación de las tres. Tampoco es fácil que los países hagan los deberes a tiempo, pues salvo Suecia y Alemania, que ahora tienen margen post pandemia, pocos ejemplos se pueden dar. De ahí la pregunta: ¿Hará la UE con su incipiente espiral inflacionaria lo que hizo Erdogán tornándola en hiperinflación o mandará la racionalidad necesaria?¡Feliz año!

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