Opinión

Inteligencia Artificial: 5 días de guerra en Openai que cambian el mundo y “dan miedo”

Mientras en OpenAi, la principal empresa de Inteligencia Artificial del mundo se acaba de librar una batalla entre "fatalistas" y "pragmáticos" que han ganado estos últimos y que cambia nuestro futuro, en España seguimos paralizados por Sánchez y Puigdemont

Sam Altman
Sam Altman, el CEO de OpenAi que ha ganado la guerra a los "catastrofistas" de la IA y ha cambiado el futuro inmediato... ¿para bien o para mal?

La batalla que acaba de vivirse en OpenAi, la principal empresa mundial de Inteligencia Artificial, va a cambiar nuestro mundo de manera inmediata mientras nosotros, en nuestra Españita, seguimos pendientes de las negociaciones entre un presidente hipotecado y un expresidente fugado y el país se consume sin avances, con protestas en las calles y a la espera de que un verificador internacional sancione los acuerdos de cesión de Sánchez y meta a España en la lista de los últimos cuatro países ‘verificados’ junto a Mozambique, Sudán del Sur, Indonesia y El Salvador.

Mientras eso sucede en España, en Estados Unidos acaba de vivirse un terremoto de cinco días cuyas ondas sísmicas van a tener un efecto inmediato en la carrera por la Inteligencia Artificial sin controles: la lucha entre los “doomers” o “fatalistas”, que creen que si no se controla la IA plantea un riesgo existencial para la humanidad , y los “boomers” o “aceleracionistas”, que restan importancia a los temores de un apocalipsis de la IA y enfatizan su potencial para acelerar el progreso (y ganar dinero). Y la batalla de OpenAi la han ganado estos últimos. Y el futuro cercano, se lo aseguro, da miedo.

¿Qué ha sucedido en OpenAi? Como recoge The Economist, “incluso para los rápidos estándares de la tecnología, la semana pasada en el mundo de la inteligencia artificial (IA) fue vertiginosa”. El 17 de noviembre, la junta directiva de OpenAi formada por seis miembros –la empresa más potente de IA en el mundo- expulsó a Sam Altman, el creador de ChatGpt, supuestamente por no haber sido “franco” en sus comunicaciones. Con él, renunciaba también el presidente de OpenAi, Greg Brockman.

El 20 de noviembre, a Altman y Brockman les ofrecían trabajo inmediato en Microsoft, la empresa que financia a OpenAi –ésta, supuestamente, es una startup sin ánimo de lucro- y casi la totalidad de los 770 empleados de la startup firmaban una carta en la que exigían el retorno de Altman o todos se irían con él a trabajar a Microsoft. Al día siguiente, 21 de noviembre, Altman y Brockman regresaban a OpenAi con un anuncio en X, antes Twitter: “Hemos vuelto”. Habían ganado.

Guerra en la Inteligencia Artificial

¿A quién habían derrotado? Los ‘pragmáticos’ o “aceleracionistas” de la IA se imponían a los ‘idealistas académicos” o “fatalistas”. La nueva junta directiva de OpenAi es un campo abierto para los primeros y, con ello, para toda la industria de la IA. También para Microsoft, que apoyó a Altman y que cerraba esta crisis de los cinco días subiendo su valor en bolsa hasta los 2,8 billones de dólares.

La guerra en la junta directiva la desencadenó un nuevo avance en OpenAi que permitía mejorar la velocidad y la resolución de problemas de la IA. Ilya Sutskever, cofundador y miembro de la junta y destacado representante de los “fatalistas” se alineó con Helen Toner, también de la directiva y profesora de Georgetown, que publicó un artículo académico que denunciaba que OpenAi no estaba implementando las medidas de seguridad en los avances de la IA. Según el New York Times, Altman maniobró para destituir de la Junta a la profesora.

Sin embargo, Toner y Sutskever actuaron primero y destituyeron a Altman y a Brockman. Luego entró en escena Microsofoft ofreciéndoles trabajo, llegó la carta de los trabajadores y los “aceleracionistas” ganaron: Sutskever, Toner y la tercera que les apoyó, la emprendedora tecnológica Tasha McCauley, están fuera de la junta. Los nuevos, el director de Salesforce y Larry Summers, antiguo secretario del Tesoro de Clinton, no tienen tantos remilgos éticos sobre el control de la IA. Y el personal de OpenAi ya se ha mostrado favorable a Altman y a acelerar lo que haga falta convencidos de que, eso, irá en beneficio de sus puestos de trabajo.

El chatgpt-5, el último proyecto de OpenAi que parecía ralentizarse, tendrá a partir de ahora velocidad de crucero. Incluido apoyo saudí que invierte miles de millones en una empresa paralela de Altman dedicada a los semiconductores de IA.

Evidentemente, los ‘fatalistas’ han sido derrotados. Y eso puede significar mucho. Como recuerda el New York Times, más de mil líderes tecnológicos firmaron en marzo una carta en la que pedían una “pausa” en el desarrollo de los sistemas más avanzados de la IA (como el chatgpt-5 del que hablaba antes) porque podían representar “graves riesgos para la sociedad y la humanidad”. Altman, por supuesto, no la firmaba.

No hay que olvidar que Ilya Sutskever, su rival ahora defenestrado, sí firmó esa carta y fundó OpenAi junto al padre de la Inteligencia Artificial, Geofrey Hinton, quien en esta guerra entre fatalistas y pragmáticos, se quedó al margen hasta que decidió el mes de marzo pasado, dejar de trabajar en Google.

Hinton, británico expatriado de 75 años, es también el padre de la llamada red neuronal, un sistema matemático que, como explica NYT, “aprende habilidades analizando datos”. Lleva desde 1972 trabajando en ello y renunció a seguir investigando en EEUU para irse a Canadá porque el Pentágono y la industria de Defensa –principales financiadores de los estudios-  dirigían sus investigaciones hacia lo que él llamaba los “soldados robots”.

“En 2012, Hinton y dos de sus estudiantes en Toronto, Ilya Sutskever y Alex Krishevsky, construyeron una red neuronal que podía analizar miles de fotografías y enseñarse a identificar objetos comunes, como flores, perros y autos”. Nacía la IA, y Google invertía 44 millones de dólares para comprar la start up creada por Hinton y sus dos alumnos.

Tras dejar Google, Hinton, ‘padrino de la Inteligencia Artificial’, se ha convertido en “profeta de los catastrofistas”: “Recordemos cómo era (la IA) hace cinco años y veamos cómo es ahora. Eso da miedo”

Ahora, tras salir de Google, el llamado ‘padrino de la Inteligencia Artificial’ se ha convertido en “profeta de los catastrofistas” y en mayo concedía una entrevista a NYT en su casa de Toronto donde aseguraba que “es difícil evitar que los malos utilicen la Inteligencia Artificial para cosas malas”, la IA sin control afectará “al empleo”.

Incluso, tras ver que Google y OpenAI creaban sistemas que utilizaban cantidades mucho más grandes de datos, llegó a decir que “quizá lo que ocurre en estos sistemas es en realidad mucho mejor que lo que ocurre en el cerebro. Recordemos cómo era (la IA) hace cinco años y veamos cómo es ahora. Tomemos esa diferencia y pensemos en lo que podría pasar más adelante. Eso da miedo”.

En EEUU, Biden ha instado a siete fabricantes -incluidos Google, Meta, Microsoft y OpenAi-  a asumir “compromisos voluntarios” para que expertos inspeccionen sus productos de IA antes de salir al mercado. El pasado día 1, Londres consiguió que un grupo similar firmara otro acuerdo no vinculante para que las empresas de IA deban pasar filtros para comprobar que no ponen en peligro, por ejemplo, la seguridad nacional.

En España, no hay debate sobre la IA. Al contrario: Sánchez solo negocia con Puigdemont cómo procesar a los jueces en comisiones de investigación, a quién afectará la amnistía o cómo mantener un Gobierno elefantiásico de 22 ministerios, 4 vicepresidencias y más de 60 subsecretarios. En España no hay inteligencia, ni siquiera artificial…

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