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Opinión

El insulto y la tropa de Sánchez

El insulto desacredita a quien lo expresa, que solo se redime si dardea con delicadeza, a modo de fino proyectil que hiere levemente, como picotazo de mosquito

La ridícula tournée de un Sánchez agonizante
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este sábado en un mitin del PSOE en Gijón (Asturias) / Europa Press

"Zafarrancho de combate", dijo Pedro Sánchez cuando el director del CIS, José Félix Tezanos, le anunció como ángel mensajero que iban a perder las elecciones. Y sus capitanes generales, dando ejemplo a la camada, recurrieron a la despensa de insultos, llena hasta los topes, pero eligieron los más vulgares. El buen insulto requiere agudeza.

La comparsa de injuriosos recuerda a esos perdedores que regresan hundidos de su derrota y se refugian en una incontrolada letanía de improperios. Cuanto más soeces, más tranquilizan la insatisfacción. ¿Ya no recuerdan los ministros que en las elecciones autonómicas a la Comunidad de Madrid los escarnios sirvieron para elevar a los altares a la dardeada Isabel Díaz Ayuso? La escalada de animadversión pretende frenar la subida del PP en las encuestas porque Alberto Núñez Feijóo avanza con una mochila de buena gestión a sus espaldas y un pedigrí de moderado.

El equipo atacante, falto de imaginación y verde en soporte intelectual, ha fracasado en agudeza, pues la tienen escasa, al utilizar insultos del tipo vago (cuando lo oí me vinieron a la memoria los liberados sindicales); holgazán (y recordé a la caterva de Podemos); ignorante (pensé, sin poderlo remediar, en los separatistas); extremista (Otegui y su séquito); sectario (y me apareció la gran familia socialista y su reparto de prebendas); egoísta (y comprendí que utilizan el dinero público, que no es de nadie como dijo la ministra Carmen Calvo, alias Chiqui); y populista (le concedí un suspenso por falta de originalidad).

Pilar Alegría, maestra que nunca ejerció y ministra de Educación, dijo que Feijóo demuestra insolvencia, inmadurez, cinismo y poco sentido de Estado. Pobre en sabiduría, le fue fácil a la docente sin docencia recurrir al comodín de la burla. Y añadió: Las mentiras tienen las patas muy cortas y el señor Feijóo se ha quedado paticorto. ¿No conoce la maestra al gran mentiroso de España y de todos los tiempos? Para ser ministra de Educación cojea en cultura. Hasta Diana Morant, ministra de Ciencia e Información, que no le compete meterse en líos, lo llamó mentiroso. Le recordaré algunos insultos especializados en esa carencia precisamente: caradura, cataplasma, mamarracho y zascandil.

La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez (aunque ahora portavoces son todos porque han hecho piña al grito de sálvese quien pueda) acusó al líder del PP de demostrar insolvencia, inmadurez, cinismo y poco sentido de Estado. Pues mire usted, doña Rodríguez, los insultos a la inteligencia se suelen zanjar con gilipollas, sin recordar otros que bien acordes con los ministros comisionados para la ofensa y que usted podría repartir:  ablandabrevas, cagapoquito, papamoscas, pelahuevos, pinchaúvas, rascatripas, zampabollos…  y otro muy de moda, perroflauta, reservado para un tipo especial de progre antisistema. Son todos ellos afinesatonto,majadero, motolito, panfilote, mequetrefe, tarambana, badulaque, adoquín, gaznápiro y chafandín.

Y no quiero pasar por alto al ministro Garzón, don Proponido, a quien le encajan como anillo al dedo los relacionados con la naturaleza vegetal: alcornoque, membrillo, zanahorio, melón…

La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez (aunque ahora portavoces son todos porque han hecho piña al grito de sálvese quien pueda) acusó al líder del PP de demostrar insolvencia, inmadurez, cinismo y poco sentido de Estado. Pues mire usted, doña Rodríguez, los insultos a la inteligencia se suelen zanjar con gilipollas, sin recordar otros que bien acordes con los ministros comisionados para la ofensa y que usted podría repartir:  ablandabrevas, cagapoquito, papamoscas, pelahuevos, pinchaúvas, rascatripas, zampabollos…  y otro muy de moda, perroflauta, reservado para un tipo especial de progre antisistema. Son todos ellos afinesatonto,majadero, motolito, panfilote, mequetrefe, tarambana, badulaque, adoquín, gaznápiro y chafandín. Y no quiero pasar por alto al ministro Garzón, don Proponido, a quien le encajan como anillo al dedo los relacionados con la naturaleza vegetal: alcornoque, membrillo, zanahoria, melón…

Y la ministra Chiqui recogió el guante y aseguró, con originalidad y lucidez, que no está dando la talla. ¡Qué lista es la chica Chiqui! Le reservaremos los insultos a la bondad: bellaca, pérfida, vil, víbora, ogro y alma de Judas. Y también alguno a la inteligencia: cateta, panoli, gansa, pato, pava, cabestro.

El ministro de cultura Miquel Iceta elevó el tono en una de las declaraciones más descalificadoras: Feijoo actúa como un ignorante, un sectario y un incompetente. Está claro que, a este Miguel, que consiguió terminar el bachillerato, le corresponde, en el ámbito de la torpeza, insultos como patoso, apantallado, huevón, madero, samarugo, zoquete, mendrugo y marmolillo.

También ha intervenido el presidente del PSOE andaluz, que lo llamó tontopollas porque Feijóo, experto en cursilería, comparó la puesta de sol de Granada con la de Finisterre. Le habría ido mejor si lo llama apagaluces, destripaterrones o tumbaollas, que viene a ser lo mismo, pero sin la alusión sexual. Más tarde llamó a todo el PP farfolla de descerebrados por anunciar su voto en contra del decretazo de ahorro energético. Que Dios te confunda, Pezzi. Santos Cerdán, Secretario de Organización, acusó al gallego de agitador por permitir que Ayuso recurra las medidas energéticas del Gobierno por invasión de competencias. Los separatistas, no, esos no agitan nada. Y el séquito de Otegui tampoco, porque se dedican a colaborar con las Hermanitas de la Caridad.

Señora ministra, le recordaré que cobarde, mandilón, calzonazos, cagueta, cagón, culeras, gallina, hiena, liebre, cabrito y traidor son insultos a la valentía

Al ministro de Presidencia, Félix Bolaños, le tocó decir No es de fiar. Y habría que ofrecerle también algunos insultos como zampabollos, carahuevo, carapán e incluso caracandado. Para María Jesús Montero, vicepresidenta tercera y ministra de Hacienda, Feijoo no está dando la talla como líder nacional. Señora ministra le recordaré que cobarde, mandilón, calzonazos, cagueta, cagón, culeras, gallina, hiena, liebre, cabrito y traidor son insultos a la valentía.

A Teresa Ribera, titular para la Transición Ecológica, le ha tocado decir: Me cuesta ver dónde está la moderación de Feijoo cuando la voz cantante aparentemente la lleva Ayuso. Señora Ribera, son insultos a la actuación taimada cuco, socarrón, morlaco, gazapo, marrajo, mindango, somormujo, zamacuco, zamarro, moscón, camastrón, zanguayo y zorrocloco.

Para la de Justicia, Pilar Llop, es malo para España no tener un líder consolidado en el PP y agitó el fantasma de Pablo Casado para decir que ya le estaba echando de menos. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, había reclamado a los populares dejar el sectarismo y el egoísmo en el que está. Pecan ustedes, señoras ministras, contra la cordura: chiflada, pirada, grillada, papanatas, paparote, papatoste, pasmarote, pasmón, pardilla, alma de cántaro y caída del guindo les viene que ni al pelo.

En el ambiente político, la habilidad verbal es el arco que tiende la flecha para rebatir las ideas contrarias, o para atacarlas con expresiones que envenenan el dardo

El insulto desacredita a quien lo expresa, que solo se redime si dardea con delicadeza, a modo de fino proyectil que hiere levemente, como picotazo de mosquito. Es más fácil insultar que razonar. En el ambiente político la habilidad verbal es el arco que tiende la flecha para rebatir las ideas contrarias, o para atacarlas con expresiones que envenenan el dardo: Yo no insulto, analizo, dijo en una ocasión un político de la transición aferrado a la bronca.

De esta manera, la habilidad para dar con el dardo en la diana, no depende tanto del ingenio como de la oportunidad. A un extremista impertinente como Oriol Junqueras bien le puede cuadrar fanfarrón; a un devoto tipo José Bono, meapilas; a un adulto con aspecto de adolescente tipo Íñigo Errejón, toro bravo le cae como traje a medida. El mejor insulto sería llamar honesto a don Sánchez, que es como decir sí, por los cojones (para decir no, claro). En política, los insultos son el recurso de los simples, de los duros de mollera. En periodismo son habilidad léxica. Pero voy a decir, para descansar, que la tranquilidad que proporciona un insulto bien tirado por la escuadra no la facilita el yoga y el zen juntos.

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  • M
    Mazarino

    Has dedicado excesivo esfuerzo que esta pandilla no merece.
    Quiero que se vayan cuanto antes a su pueblo y no vuelvan ni a los anuncios de la tele.
    Inútiles mantenidos