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Opinión

¿Efecto Sánchez?

Susana Díaz, y el presidente y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez

Puede el presidente del Gobierno colgar todos los tuit que quiera mostrándose dispuesto a combatir el "miedo" a Vox con más "democracia", que al PSOE y al resto de formaciones no va a haber quien les quite de la cabeza que el desastroso resultado socialista en las elecciones de Andalucía tiene mucho que ver con el desgaste de Susana Díaz, sí, pero también con el de un Ejecutivo que lleva tan solo seis meses en el poder entre gestos al separatismo y exhumaciones, de momento, fallidas.

Cuando uno habla sotto voce con cualquier dirigente, a los 30 segundos te recuerda que la sucursal de su socio Podemos, Adelante Andalucía, también ha caído, y el beneficiado no es aquel PP que aplicó de manera "timorata" el 155 en Cataluña -Juan Manuel Moreno Bonilla será presidente andaluz por una carambola del destino-, sino los dos partidos que piden más caña contra el presidente de la Generalitat, Quim Torra, Vox & Ciudadanos. Nada que ver con el diálogo que se empeña en escenificar Pedro Sánchez.

Así que el efecto Sánchez, ya saben, el famoso carisma que hace que los electores caigan rendidos ante los encantos del poder del inquilino La Moncloa, sea quien sea, no se ve por ningún sitio. Y mira que el inquilino tiene percha y aires internacionales de presidente. Pero no.

'Esa combinación letal nos va a estallar en toda la cara el 26 de mayo', coinciden bastantes exdirigentes socialistas hoy alejados del poder

Y es que, con ser preocupante perder el poder en Andalucía -"algún día tenía que llegar" después de 36 años, reconocen de forma resignada varias personas a este periodista-, "lo peor es el cuándo y el cómo": en vísperas del inicio del juicio en el Tribunal Supremo a los procesados por el 1-O y de la nunca rematada exhumación de los restos de Francisco Franco. Dos asuntos que dejan la agenda política, literalmente, en manos de una formación de extrema derecha, por un lado, y de Podemos, por otro. "Todo un éxito de Pedro", ironiza un crítico interno con el hoy presidente del Gobierno.  

Tendremos en los próximos meses debates interminables de "altísimo voltaje emocional" en los que el PSOE seguirá siendo el jamón del sándwich entre unos independentistas catalanes volcados contra el "juicio-farsa" a sus "presos políticos" en huelga de hambre, y unos PP, C's y Vox que no van a cejar, denlo por seguro, en su denuncia de que Sánchez necesita a quienes quieren romper España para seguir en La Moncloa.

"Esa combinación letal nos va a estallar en toda la cara el 26 de mayo", coinciden bastantes exdirigentes hoy alejados del poder. Ese día, y si el fantasma del miedo a la derecha que tan bien ha sabido manejar el PSOE a lo largo de su historia no lo remedia, el presidente del Gobierno y secretario general socialista se juega en las urnas el ser o no ser del partido; "más que en las primarias".

Él y, sobre todo, los barones, particularmente los de Aragón, Castilla-la Mancha, Comunidad Valenciana y Extremadura, además de las alcaldías del cambio en Madrid, Valencia, Zaragoza que tejió con Pablo Iglesias después de las elecciones municipales y autonómicas de 2015. Como caigan por el efecto tsunami tras el terremoto político andaluz, "apaga y vámonos" (sic).

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