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Opinión

La apertura del cuello de botella

Es muy de esperar que la normalización traiga una menor demanda relativa de bienes industriales y una mejora en los suministros que terminen por relajar los precios

La paradoja de la eficiencia
Contenedores apilados en la terminal de Yangshan, en el puerto de Shanghái (China). Xu Congjun / DPA / Europa Press

Parece que lo peor ha pasado. Después de semanas de intenso crecimiento, no pocos precios de ciertas commodities o han encontrado un techo o han comenzado a caer. Dado que nunca podemos estar seguros en cuanto a predecir el futuro, no podemos afirmar que hayamos alcanzado un esperado y deseado cambio en la tendencia de dichos precios, pero cuanto menos no parece que vayamos a asistir en el futuro más cercano a continuas subidas que alimenten la inflación. Si así fuera, a partir de ahora, antes en las intermensuales y más adelante en las interanuales, deberíamos ver una cierta moderación en las tasas de crecimiento de los precios.

Dicho esto, sigue resultando un asunto de interés comprender las razones de esta tan fulgurante como intensa subida de algunos precios y que han alborotado el escenario económico a nivel global en estos meses. Mucho se ha hablado de ello, e incluso desde estas mismas líneas se ha descrito posibles explicaciones. Sin embargo, el BIS publicó hace unas semanas lo que, en mi opinión, es un breve pero ajustado análisis de las razones de estas subidas y que ayudan no solo a comprender lo pasado sino a interpretar el más que probable futuro.

Reponer existencias

Lo primero que podemos extraer de este informe es que, de nuevo, todo parece causado por tres razones muy concretas. Estas tres razones, derivadas de una causa común como es la pandemia, explicarían buena parte del comportamiento de ciertos precios desde primavera de este año.

La primera razón es el aumento desproporcionado de la demanda ante una oferta que no esperaba lo que se le venía encima. La crisis de la covid nos dejó con existencias ajustadas en no pocos productos ante la creencia de una mayor duración de la crisis. La respuesta intensa de la demanda, a inicios de año, generó una escasez motivada por la dificultad de reponer existencias en un momento de fuertes pedidos. Esto ocurrió de un modo más intenso en aquellos productos donde la producción no es inmediata, como es el caso tan publicitado de los chips. Prueba de que es un factor principalmente de demanda puede observarse en que, a pesar de que la oferta de muchos productos alcanzaron hace tiempo niveles pre-pandemia, el precio de estos creció. Esto, en primero de introducción a la economía básica e iniciática solo puede explicarse por un incremento de la demanda.

El efecto de una mayor demanda sobre un servicio no tiene que generar una presión tan intensa como lo puede hacer en el caso de los bienes industriales

En segundo lugar, la composición de nuestro consumo durante estos meses ha pivotado desde los servicios a los bienes industriales. En unas economías donde buena parte de la actividad y del consumo está orientado a servicios, este hecho ha impuesto una mayor presión hacia los bienes fabriles, lo que ha añadido impulso a su demanda y, por ello, a sus precios. Los servicios son bienes que, en no pocos casos, son parcialmente o directamente no rivales, es decir, el consumo de ellos por parte de alguien no tiene por qué impedir que otro haga algo similar, como contemplar la Alhambra o la Giralda o ver una serie de Netflix. Así pues, el efecto de una mayor demanda sobre un servicio no tiene que generar una presión tan intensa como lo puede hacer en el caso de los bienes industriales. Así, las restricciones a la actividad fuera de casa o en destinos como los turísticos y las restricciones a las actividades de servicios que comportan contacto social explicarían, en parte, este desvío de consumo a bienes industriales y, con ello, una mayor presión en sus precios.

En tercer lugar, podría señalarse las consecuencias que para una red de producción diseñada y engrasada para tiempos normales tuvo la parada por la pandemia durante 2020. Esta red, que funcionó a la perfección por años parece encontrar serias dificultades para alcanzar el óptimo cuando se viene de una parada técnica. La actividad productiva ha convergido a un sistema donde se produce bajo demanda. Los pedidos de muchas industrias son casi nominativos y para ello es necesaria una logística con detalles muy definidos. La covid paralizó esta logística y reiniciarla supuso enormes y serios problemas.

Acaparar ante riesgo de suministros

A estas tres razones debemos añadir el efecto "látigo" que menciona el artículo del BIS asociado a la respuesta de los agentes ante las consecuencias que con sus actos generan, como es el de acaparar ante la previsión de fallos en el suministro, lo que introduce más presión a una oferta ya saturada. Finalmente, y asociado a todo lo anterior, debemos sumar la cogestión de los canales de distribución ante la avalancha de pedidos y demanda.

Es muy de esperar que la normalización traiga una menor demanda relativa de bienes industriales y una mejora en los suministros que terminen por relajar los precios. Como he dicho y ya menciona este informe, esta relajación ya empieza a notarse y las consecuencias en los precios de algunos bienes que pagamos lo empecemos a notar en los próximos meses. Esperemos que sea así.

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