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Opinión

Toda crítica es excesiva; todo elogio, insuficiente

Rosa María Mateo en el Congreso de los Diputados

Los poderes son por su propia naturaleza insaciables. Siempre quieren más. Ignoran el punto culminante de la victoria. Pretenden la incesante explotación del éxito de la que acaba derivando el desastre seguro. Se sienten desequilibrados por la duda y procuran ahuyentarla. Se abstienen de frecuentar libros como 'El éxito nunca es definitivo', de Geoffrey Parker. Evitan cuestionarse los propios logros. Intentan disipar la niebla de la incertidumbre. Buscan perpetuarse, como si la perennidad les hiciera impunes. Abominan de los desafectos. Sospechan de las adhesiones al uso. Prefieren las inquebrantables, procedentes de inasequibles al desaliento. En suma, consideran, como decía la viñeta de El Roto publicada el 3 de julio de 2019 en 'El País', que "toda crítica es excesiva y todo elogio, insuficiente".

Recordemos que a finales de los cuarenta pasamos de la 'España como problema', de Pedro Laín Entralgo, a la 'España sin problema', de Rafael Calvo Serer. Pero que treinta años después una traslación a la inversa nos llevó de la 'RTVE sin problema' a la 'RTVE como problema'. No fue por casualidad que Adolfo Suárez llegó a la cúspide política desde la dirección general de RTVE, tampoco que, nada más ser designado presidente del Gobierno por el Rey, se dirigiera a los españoles a través de las cámaras de RTVE, ni que utilizara ese recurso para dar cuenta de su dimisión, justificada por el deseo de evitar que la democracia fuera un breve paréntesis en nuestra historia. En todo caso, siempre como toda la nomenclatura ucedea partía del supuesto del carácter decisivo de la televisión.

Cuando Franco entraba en fase de eclipse total, quienes se maliciaban ser sus inminentes huérfanos aprendían al galope las enseñanzas de la revolución de los claveles, surgida al otro lado de la raya. Aquí, en el orfanato, se abría la escisión entre los del búnker, con Girón a la cabeza, y los aperturistas escarmentados en cabeza portuguesa que se aprestaban a protagonizar la reforma en aras de ahorrarse los padecimientos de una ruptura que se hubiera podido hacerse a costa suya. Se averiguaba que en sociología hay instituciones de hoja perenne y de hoja caduca, como sucede en botánica con los árboles.

Las alternancias políticas han tenido siempre su correlato en los responsables de RTVE"

En el régimen convivían algunas instituciones, que habían nacido con él y llevaban anillada como fecha de caducidad la de la muerte de su fundador, junto a otras que, al contrario, formaban parte del equipaje habitual de todo Estado, necesarias para el siguiente trayecto. Esas instituciones de hoja perenne -las Fuerzas Armadas, la Justicia, la Iglesia, ¿la RTVE?- poseen un oscuro instinto corporativo que impulsa a algunos de sus miembros a la adopción de posiciones en sintonía con los nuevos tiempos que se barruntan y salvan, así, del juicio condenatorio que merecería por su colaboracionismo al colectivo en que se insertan, aunque los adelantados personalmente se quemen en el intento.

Las alternancias políticas han tenido siempre su correlato en los responsables de RTVE. Porque se prefirió el modelo italiano al británico, alemán o nórdico, donde las quejas sobre las televisiones públicas proceden siempre los gobiernos y nunca los partidos de la oposición. Que algo así pudiera suceder en España requeriría alterar el control gubernamental de RTVE y de las televisiones públicas, surgidas en los correspondientes nichos autonómicos, lo cual sigue siendo una asignatura pendiente de la democracia española. Porque, como señala el 'círculo cívico de opinión' los partidos que consiguen formar gobierno consideran que a ese logro va adherida la prebenda de disponer de un medio de comunicación poderoso, financiado con cargo a los presupuestos del Estado o de la comunidad autónoma correspondiente, para hacer con él lo que más convenga a sus intereses.

El catálogo de propuestas que ha elaborado el 'círculo' impediría que RTVE y sus émulas las TV autonómicas cumplieran la función que tienen asumida de servicio doméstico del gobierno de turno. Rompería además la comodidad de los partidos que cuando están en la oposición censuran el comportamiento de RTVE y de las TV regionales, concebidas a su imagen y semejanza, critican la manipulación y exoneran, simultáneamente, de responsabilidad alguna a todos los profesionales de la plantilla a los que nada tienen que objetar, como si fuera posible la manipulación por cuenta de una sola persona, de modo que, por ejemplo, María Antonia Iglesias, Urdaci o Enric Hernández se bastaran por sí mismos, en solitario, para manipularlo todo.

Pasan los meses y un hombre enviado por Moncloa de nombre Enric Hernández procede a preparar los caminos del señor Pedro"

Luego, si el resultado de las elecciones generales o autonómicas impone un cambio de guardia, quienes pasan de la periferia crítica al puente de mando reproducen allí los mismos comportamientos que hasta la víspera tan acerbamente denostaban en el proceder de sus predecesores. Y los relegados a las tinieblas exteriores empiezan a probar de su propia medicina y experimentan la vivencia del desamparo mediático. Asombra, en todo caso, que, enredados en la bronca de las sesiones de control del Pleno del Congreso de los Diputados, los partidos de la oposición hayan dejado en la parálisis la constitución del Consejo de RTVE y el nombramiento de un presidente, mientras pasan los meses y un hombre enviado por Moncloa de nombre Enric Hernández procede a preparar los caminos del señor Pedro, pasando por el pasapuré del cese fulminante a quienes han dejado de ser dúctiles y maleables.

En cuanto a los 'hechos incontrovertibles' aducidos por Pablo Manuel Iglesias a propósito del móvil robado a su asistenta, que aceptó recibir de manos del presidente de Zeta en vez de indicar como correspondía que le fuera entregado directamente a su propietaria, así como de la crítica y los insultos a periodistas, proferidos por responsables políticos de Unidas Podemos, que su Secretario General anima a considerar normales en una democracia como la nuestra, hablaremos el próximo día. Vale.

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