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Opinión

Por qué la crisis del Mar Rojo es un riesgo para la industria española

Un carguero del Mar Rojo
Un carguero del Mar Rojo

En la célebre y nunca caduca Jurassic Park, la doctora Sattler, caracterizada por la actriz Laura Dern, pregunta al estrafalario matemático Ian Malcom, interpretado por el gran Jeff Goldblum, en qué consiste eso del caos.

—“Digamos que cae en su mano una gota de agua, ¿hacia qué lado irá? ¿Hacia el pulgar, hacia el otro lado?”, interpela él.

—“No lo sé. Hacia el pulgar”, replica ella.

—“Bien, ha ido hacia el pulgar. Haré lo mismo colocando una gota de agua en el mismo lugar. ¿Hacia qué dirección cree que irá?”

—“En la misma dirección”.

—“Vaya… Ha cambiado de dirección. ¿Por qué? Debido a pequeñas variaciones, a la orientación del vello de la mano, a la cantidad de sangre que dilata los vasos y a pequeñas imperfecciones que nunca se repiten y afectan mucho al resultado. ¿Sabe lo que es eso?”.

—“Imprevisibilidad”.

—“Exacto”.

Imprevisibilidad es un concepto que hoy inunda el cuadro de mandos de un mundo globalizado. Por eso una pieza de dominó que se mueve en Israel puede terminar desplazando otras muchas en España. Así se explica que nuestra industria nacional, y por ende el bolsillo de los españoles, pueda resentirse como consecuencia de la crisis que se vive en el Mar Rojo.

Desde noviembre de 2023, los hutíes, grupo rebelde yemení, atacan a los buques que pasan por el estrecho de Bab al Mandab, un canal de 32 kilómetros de ancho que separa el noreste de África de Yemen, en la Península Arábiga, y que desde la apertura del Canal de Suez en 1869 se convirtió en un paso imprescindible para completar la ruta marítima más corta entre Europa y Asia. El objetivo de los hutíes, se justifican, son barcos con conexiones con Israel como represalia a la guerra en la Franja de Gaza.

La zona es especialmente sensible porque por ese estrecho transita aproximadamente el 12% del tráfico marítimo comercial mundial. Los ataques han interrumpido ese tráfico y han obligado a distintas flotas a desviar sus barcos; entre ellas, algunas de las más importantes del mundo, como MSC, Maersk, Shell, BP, Qatar Energy, Mitsui OSK Lines, Kawasaki Kisen Kaisha, CH Roninson, CMA MCG, Evergreen, Euronav, Frontline y Gram Car Carriers. Los desvíos se traducen directamente en un incremento de coste de los fletes, que se ha de pagar por el desplazamiento de mercancía en cualquier medio de transporte. Y todo ello deriva a su vez en tensiones alcistas en los precios de los bienes que se transportan.

Pongamos un ejemplo visual. Los desvios han llevado a las navieras a navegar durante más tiempo y a repercutir esas contingencias en el precio de sus cargas. Antes de la crisis del Mar Rojo, el coste de un contenedor de 40 pies para transportar mercancías desde China al norte de Europa rondaba los 1.500 euros. Ahora puede llegar a los 6000; o lo que es lo mismo, un 400% más. Urge, en este sentido, hacer énfasis en el aumento de los costes de producción y el daño que este supone para el ecosistema de pequeñas compañías productoras. Sobre todo en España, donde el 98% de la industria está conformada por pequeñas y medianas empresas, que ven complicado sufragar esos costes y deberían ser ayudadas por el Estado ante la volatilidad de los precios.

Según las estimaciones que ha efectuado el Club de Exportadores, el conflicto del Mar Rojo afecta, en el caso de España, a 135.000 millones de euros en intercambios comerciales

Citar a China no es una cuestión baladí. Que la ruta más rápida entre Asia y Europa se resienta afecta, y mucho, a países como España, cuya balanza comercial con el gigante asiático debe ser tomada en consideración para comprender la magnitud de la crisis y su potencial repercusión en la economía de nuestro país. En este punto, los números dibujan el escenario. En 2022, China se convirtió en nuestro primer socio comercial, por delante de la Unión Europea. Y sólo en el primer semestre de 2023, España realizó compras a China por valor de 27.800 millones de dólares, mientras que le vendió por valor de 3.600 millones. Según las estimaciones que ha efectuado el Club de Exportadores, el conflicto del Mar Rojo afecta, en el caso de España, a 135.000 millones de euros en intercambios comerciales.

Lo que algunos llaman caos

En este sentido, cabe destacar que las exportaciones españolas en 2022 aportaron un 41,7% del Producto Interior Bruto (PIB) de nuestro país y que las importaciones superaron los 457.300 millones de euros en 2022, un máximo histórico y un crecimiento interanual del 33,4% respecto a 2021. En cuanto al sector que integra el transporte de mercancías y la cadena de suministros, los datos hablan por sí mismos: representa el 6,9% del PIB, el 10% si se añaden actividades de carácter logístico, da empleo a casi un millón de personas y genera una cifra de negocio global que supera los 100.000 millones de euros.

Es el momento de caer en la cuenta de que, pese a la presencia constante de variaciones y contingencias que generan lo que algunos llaman caos, la imprevisibilidad es sólo una variable con la que debemos trabajar. Instituciones, organismos nacionales e internacionales y empresas del sector industrial. Juntos, poniendo a disposición conocimiento y trayectoria para prevenir crisis derivadas. Especialmente una de ellas, una espiral inflacionista que no comenzó con la guerra en Ucrania, sino cuando el tráfico marítimo de combustibles cambió las rutas y comenzó a encarecer el funcionamiento de la industria, el transporte y la energía.

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  • K
    Karl

    Aboga el autor por ayudar a las empresas: Hacerlo sería como alimentar a un animal herido de muerte, cuando lo correcto es acabar con su sufrimiento y aprovechar su carne y sus pieles.

    Con que no las entorpezca, basta!