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Opinión

El amor de los padres como solución al conflicto en Oriente Medio

Aviones de guerra israelíes apuntan a una torre en la ciudad de Gaza tras el ataque de Hamás
Aviones de guerra israelíes apuntan a una torre en la ciudad de Gaza tras el ataque de Hamás. Mohammed Saber / EPA

Decía Golda Meier que la paz con los árabes llegaría el día que éstos quisieran más a sus hijos de lo que odian a los israelíes. A pesar de todo lo bueno que nos han traído los Acuerdos de Abraham, los israelíes se han imbuido de una falsa sensación de normalidad en sus relaciones con sus vecinos que ha influido en algo que para ellos es vital: la BItajón, seguridad o confianza. Si bien es cierto que hemos visto rollos de Torah en Bahrein, rezos conjuntos en Arabia Saudí y visitas de alto nivel a Marruecos, no lo es menos que esa confianza o seguridad no se ha extendido por todos los rincones del mundo árabe, ya que algunos no estaban en la misma sintonía. Los palestinos en general y los terroristas de Hamás en particular siguen odiando más a los israelíes de lo que aman a sus hijos. Los que viajamos a Israel con asiduidad o tratamos con israelíes en España, habíamos notado como surgía una comprensible relajación en la bitajón: en la seguridad. Sin embargo, a pesar de que la mayor parte del mundo árabe estaba y está ya en la disposición de tratar a Israel como un estado más de Oriente Medio, ni los palestinos partidarios de Hamás, ni los iraníes partidarios de Jamenei tenían y tienen la misma opinión. Sólo así se entiende el atroz acto de terror que se cometió el pasado 22 de Tishrei y que ha segado la vida de cientos de personas, la mayor parte israelíes, pero también alemanes, americanos o tailandeses.

Lo que se venía construyendo desde 1994 y que había cristalizado en los Acuerdos de Abraham, ha sido dinamitado con la pólvora que surge de la rabia de Hamás y la mecha construida por los Ayatolás. Lo que pudo haber sido la paz definitiva en Oriente Medio, puede quedar reducido a cenizas en cuestión de horas. Por ello, cabo preguntarse ¿quién gana con todo esto? Sin lugar a dudas hay dos ganadores: Rusia e Irán. El Kremlin ha sido el único socio no musulmán que ha recibido, y por tanto reconocido, a la organización terrorista Hamás como un gobierno legítimo. Lo ha hecho en varias ocasiones pero el pasado año lo hizo hasta dos veces. En la última reunión, en septiembre, le pidió expresamente a su líder que llevara a cabo acciones para dividir a Occidente. La medida no ha podido ser más efectiva ya que estamos viendo que tras el atentado la UE ha tomado la decisión de cortar el grifo de la ayuda a la Autoridad Nacional Palestina, algo que ha provocado la división entre los 27. Además, hay tres estados de la UE -Luxemburgo, Dinamarca e Irlanda- que siguen sin considerar a Hamás como organización terrorista lo que, de cara al futuro, solo anticipa más problemas de entendimiento entre los europeos. Por otro lado, en un momento en el que la ofensiva ucraniana está llegando a un punto de inflexión muy negativo para Rusia, no hay nada como desviar la atención de Estados Unidos y de Europa unos miles de kilómetros hacia el sur. Quizás ello explique que la misma organización rusa lanzara el ciberataque que dejó ciegos a los ucranianos el 23 de febrero de 2022 y a los israelíes el 7 de octubre de 2023.

Lo que se venía construyendo desde 1994 y que había cristalizado en los Acuerdos de Abraham, ha sido dinamitado con la pólvora que surge de la rabia de Hamás y la mecha construida por los Ayatolás

El segundo gran beneficiado de las acciones de Hamás no es otro que Irán. Es decir, el régimen que encarcela y tortura hasta la muerte a las mujeres por llevar el pelo descubierto, el que asesina a los baháis por profesar su fe o el que voló por los aires la Embajada de Israel en Buenos Aires y la AMIA dejando bajo los escombros cientos de cadáveres. Irán ha adiestrado, financiado e incitado a cientos de gazatíes a lanzarse hacía una muerte segura en el sur de Israel no sin antes dejar un rastro de muerte y destrucción que difícilmente podrá ser asumido por una sociedad desarrollada como la israelí. Irán ha usado a los palestinos - como antes lo hicieron los jordanos, los egipcios y los sirios – para alcanzar sus intereses en la región: mantener el nivel de tensión entre árabes e israelíes y obre todo evitar que Arabia Saudí firme la normalización con Israel. Eso explica porqué la Guardia Revolucionaria, junto a los Wagner, estaban entrenando entrenando a los gazatíes desde el mes de agosto aunque no porqué Bibi no hizo caso a los egipcios cuando le dijeron que “algo gordo se estaba preparando en Gaza”.

Sin embargo, a pesar del horror no todo está perdido. Aunque nadie va a devolver la vida a los cientos de muertos ni la libertad a los secuestrados, aún hay margen para la esperanza o, lo que es lo mismo, aun podemos evitar que los árabes se lancen por el precipicio al que les ha empujado Teherán. El primer paso lo ha dado Marruecos, quien asumiendo el liderazgo del mundo árabe que a otros se les presupone, ha condenado los atentados del sábado al tiempo que ha convocado una reunión de la Liga Árabe para lograr que Abraham siga siendo un punto común a las tres religiones monoteístas. Por cierto, con todas las deficiencias democráticas y sociales que tienen Marruecos y Arabia Saudi, llama la atención la campaña de difamación y descrédito que vienen sufriendo estos dos estados. Como también llama la atención la idealización de otros estados árabes con relaciones estrechas tanto con Irán o Rusia. Para que no haya el menor género de dudas, me estoy refiriendo a Argelia, un país que ayer publicaba un comunicado oficial en el que se decía “Argelia sigue con preocupación la evolución de los brutales ataques israelíes en la franja de Gaza” y que no dudaba en calificar a los terroristas como “mártires caídos frente a persistente opresión y ocupación sionista”.

Con todas las deficiencias democráticas y sociales que tienen Marruecos y Arabia Saudi, llama la atención la campaña de difamación y descrédito que vienen sufriendo estos dos estados

La única razón detrás de esta voluntad de desacreditar a los gobiernos valientes de Riad y Rabat es disuadirlos de normalizar sus relaciones con Israel.

Para concluir, solo me queda decir que al contrario de lo que les ocurre a los palestinos y a los iraníes, los padres de niños saudíes, bahreníes, emiratíes, sudaneses y marroquíes quieren más a sus hijos de lo que odian a los israelíes. Solo el día que los padres sirios, palestinos, iraníes y rusos quieran más a sus hijos, el mundo será un lugar más seguro.

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  • V
    vallecas

    El problema principal es la izquierda europea. El problema lo tenemos aquí. ¿Ha escuchado a la Vicepresidenta del Gobierno de España?.
    Nuestra izquierda nos llevará al desastre.

  • N
    Norne Gaest

    Por supuesto, no es cuestión de los padres e hijos, sino de la política que deciden hacer los regímenes respectivos.
    Los iraníes, por ejemplo, al menos en su parte más lúcida, odian más a su Régimen opresor y patibulario que a los israelíes. Y lo mismo los rusos, cuyo déspota de turno lleva sacrificando a sus jóvenes en una guerra imperialista contra sus primos hermanos, los ucranianos.