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Ciencia

Tras las huellas de un dinosaurio “cojo” en Cuenca

Un equipo de investigadores descubre el rastro de huellas de un dinosaurio carnívoro que caminaba con una pata lesionada hace más de 100 millones de años.

En primer término, huella del pie normal en el rastro objeto de estudio. UAM

Un día de hace 129 millones de años, en el Cretácico inferior, un dinosaurio carnívoro cruzó caminando a paso lento un humedal en lo que hoy es la serranía de Cuenca. El clima era entonces tropical, pues el territorio que conformó la península estaba mucho más al sur que ahora. El paso del dinosaurio era de unos 4 km/h y sus andares ciertamente peculiares: caminaba con las patas abiertas y una leve cojera como consecuencia de una malformación en un dedo de su pata derecha. 

¿Y cómo lo sabemos? Porque sus huellas sobre el sedimento quedaron litificadas a las pocas horas y cubiertas, con el paso de los años, por una capa de piedra caliza. En un trabajo publicado este miércoles en la revista PLOS ONE, Angela Buscalioni y su equipo describen este rastro de seis huellas que este animal dejó en el actual yacimiento de Las Hoyas, en Cuenca. 

“Llevamos muchos años trabajando allí, se conocen muy bien la diversidad de animales que habitaron en este lugar, y las huellas aparecen ocasionalmente”, explica la investigadora de la Universidad Autónoma. “Localizamos estas huellas en 2010. Es una caliza y tenemos que ir capa a capa limpiando. Primero aparece una huella, luego otra y, al final, hasta obtener las seis, han pasado varios años”. 

“El dedo interior de la pata izquierda está doblado hacia atrás y la anchura entre pata y pata era muy grande"

A medida que avanzaban, los investigadores empezaron a detectar algunas anomalías en aquellas huellas. “Lo que vimos fue que el dedo interior de la pata izquierda está doblado hacia atrás y la anchura que hay entre pata y pata era muy grande para lo que sería un dinosaurio carnívoro, que andaban como nosotros, con las patas muy alineadas”, recuerda Buscalioni. “Teníamos delante un problema científico, un reto, que es lo que a nosotros nos gusta”.

Imagen del rastro de huellas de dinosaurio hallado en Cuenca. Herrera-Castillo et al. (PLOS ONE)

Un andar peculiar

Tras el examen meticuloso de aquel rastro y el escaneado en 3D de las  huellas, los investigadores han podido reconstruir lo que pasó en aquel instante fugaz del tiempo y qué características tenía el dinosaurio de andares peculiares. “Se trata de un dinosaurio carnívoro, un terópodo, que tiene un defecto en el pie izquierdo, está mal formado, tiene una especie de dedo dislocado, y eso ha hecho que el animal deje una huella izquierda muy rara y el rastro es muy ancho, como que está andando de una forman muy particular”, explica a Vozpópuli Joaquín Moratalla, investigador del Instituto Geológico y Minero (IGME) y especialista en huellas.

Las huellas del yacimiento de Las Hoyas |Lara de la Cita ,CC-BY 4.0

En opinión de los expertos, el andar de este dinosaurio no era exactamente una cojera, pero el hecho de que caminase de forma regular puede indicar que se trataba de una vieja lesión con la que ya había aprendido a caminar, no algo que le hubiera sucedido en el momento. “Da la sensación de que está mal colocado”, indica Moratalla. “Es muy extraño. Hay algún precedente, pero son casos muy aislados”. 

“Es muy extraño. Hay algún precedente, pero son casos muy aislados”.

“No sabemos con certeza si era un adulto, pero está claro que tenía que ser un pedazo de ‘monstruo’”, añade Buscalioni. “Tiene una alzada hasta la cadera de 2 metros y una longitud de 6 metros. Y cada huella tiene como 45 centímetros de largo”. En cuanto a la separación entre las patas, apunta, “depende del tamaño, pero lo habitual es que haya como entre 50 y 60 cm entre la pata izquierda y la derecha, pero en este caso hay de más de un metro”.

Huellas derecha e izquierda del dinosaurio |Joaquín Moratalla

Los autores creen que las huellas están más espaciadas que las típicas huellas de terópodos porque este dinosaurio ajustó su paso para compensar su pie lesionado. Esto se ve respaldado también por ciertas deformaciones en las huellas derechas que sugieren que el animal estaba poniendo más peso en ese lado.

Un dinosaurio con una malformación

“Sabemos que es un carnívoro porque la huella es muy característica”, explica Moratalla. “Por detalles como los dedos delgados y puntiagudos, la forma estrecha y alargada… Se ve enseguida y había muchos terópodos de este tipo en esa época. De hecho, la gran mayoría de registros de esa época son de carnívoros como este”. El hecho de que hubiera llegado a un tamaño tan grande también indica que, de ser de nacimiento, la malformación del dedo no le habría impedido cazar. “Seguramente estaría buscando comida”, dice el investigador, “y se ve que caminaba despacio porque una zona pantanosa no es precisamente un buen sitio para correr”.

Los autores creen este dinosaurio ajustó su paso para compensar su pie lesionado

Los autores señalan que también se observan deformidades similares en los dedos de los pies y comportamientos compensatorios similares en las aves modernas, y que los pies de terópodos fósiles a menudo se encuentran con lesiones en los dedos más internos. En conjunto, concluyen, esta evidencia arroja luz sobre cómo este dinosaurio, y quizás muchos otros, encontraron formas de sobrevivir a pesar de los contratiempos patológicos.

“Lo más que podemos saber sobre este espécimen en particular es que aún teniendo esa malformación pudo seguir cazando”, explica la investigadora principal. “Con este tamaño es un cazador solitario o un carroñero”. Ella y su equipo investigan ahora unas huellas cercanas, esta vez de un cocodrilo. “Está varios niveles por encima, y aún no sabemos cómo de larga…”, adelanta Buscalioni, “pero ya tenemos huellas de la cola, ¡que avanza entre las huellas!”. Ahora, como ella dice, toca “aplicar cincel y maza” y esperar a tener todos los elementos para reconstruir otra escena congelada del pasado.

Referencia: A theropod trackway providing evidence of a pathological foot from the exceptional locality of Las Hoyas (upper Barremian, Serranía de Cuenca, Spain) PLoS ONE 17(4): e0264406. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0264406

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