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Pedro Sánchez, Franco y la capacidad para esquivar la fatalidad (o casi)

Pedro Sánchez, con uno de sus asesores

Hubo un día en que Franco fue capitán y tuvo que luchar por El Biutz, un enclave rifeño desde que aspiraba a conquistar el alto mando español para controlar las comunicaciones entre Tánger y Tetuán. La misión no era sencilla, dado que el ejército enemigo había situado algunas líneas de trincheras con ametralladoras en la ascensión hacia esa población, que se realizaba por un camino estrecho y pedregoso. Es bien sabido que en esa contienda, a Franco le hirieron en el bajo vientre y, según el periodista y escritor José María Zavala, eso provocó que el resto de su vida cojeara de calzón y aprendiera a desenvolverse sin un testículo. El caso es que a los africanos les sorprendió en esa batalla -y no era la primera vez- la habilidad de este militar para esquivar las balas (todas menos una, se entiende) y salir airoso de auténticas emboscadas.

Concluyeron entonces que había sido agraciado con la baraka, una especie de bendición musulmana que dota a su poseedor de una especial habilidad para para esquivar a la parca, cosa útil en quien aspire a sobrevivir y a dar cumplimiento a sus sueños y fechorías. Basta fijar la vista en el Palacio de la Moncloa para empezar a sospechar que quien duerme en su dormitorio principal -con colchón semi-nuevo- y aspira a hacerlo durante los próximos cuatro años también podría decirse que es ignífugo y está vacunado contra algunas de las infecciones que suelen ser letales a la primera en política.

Dicen que los brindis los inventaron los romanos para asegurarse de que, si su copa tenía veneno, le salpicara al que tenía enfrente cuando chocaban los vasos. Sin duda, habían aprendido la valiosa lección vital que llama a desconfiar hasta cuando las fiestas se ponen interesantes. Susana Díaz esperaba el pasado diciembre celebrar su reelección, reivindicarse ante el PSOE y alargar hasta 2023 la era socialista andaluza. En esto que, unas semanas antes de que se llamara a acudir a las urnas, un partido que hasta entonces había tenido un peso residual, Vox, organizó un mitin en la plaza de Vista Alegre, colgó el cartel de 'no hay billetes', cogió impulso y ganó 12 escaños en Andalucia. 

Sin oposición interna

Susana, política con más ínfulas que luces, tuvo que envainar su espada y concentrar sus energías en asegurar su puesto de lideresa de la oposición y madrina del socialismo sureño, lo que dejó a la disidencia socialista en Ferraz sin su gran cabeza visible. Díaz fue en su día la cabecilla de la rebelión que obligó a Sánchez a desterrarse. Entonces, se vio obligado a abandonar su despacho en el cuartel general socialista, a dejar su acta de diputado y, según cuenta en su indescriptible libro, a apuntarse al paro. Menos de tres años después, es presidente y acaba de ganar unas elecciones generales. Basta escuchar sus constantes contradicciones y el tono de alumno que aprueba de memorieta en sus discursos para cerciorarse de su mediocridad. Pero parece que la baraka le protege, como a Franco (o a casi todo, pues una de sus gónadas pereció bajo el calor marroquí) o como a Fidel cada vez que esquivaba uno de sus puros-bomba.

Conviene también recordar que Sánchez contaba hace no mucho con un número de aliados mediáticos equivalente a cero.

El mismo proyectil que sirvió para herir de consideración a Susana Díaz, le ha valido para imponerse en los comicios con una relativa comodidad. En Vox, aspiraban a que el suflé que comenzó a inflarse en Vista Alegre alcanzara su máximo esplendor el pasado 28 de abril. Sus actos de campaña estuvieron abarrotados de personas que se referían a Santiago Abascal como su "presidente" y no fueron pocos los que le situaron como la nueva derecha hegemónica. El problema es que la cantidad de pólvora que llevaban en los bolsillos no fue suficiente como para tomar unas cuantas decenas de escaños en el Parlamento y se quedaron con 24. Que no está mal, pero que está muy por debajo de las expectativas. A Sánchez, sus 2,6 millones de votos le vinieron de perlas, pues minaron las fuerzas del PP y dejaron a la derecha (con más de 11 millones de votos) sin capacidad de gobernar. Una vez más, el conjuro moruno benefició al presidente.

Casualidades mediáticas

Conviene también recordar que Sánchez contaba hace no mucho con un número de aliados mediáticos equivalente a cero. En la videoteca, reposa esa entrevista con Jordi Évole en la que evidenciaba su soledad y criticaba las presiones que había recibido por parte de El País y del antiguo presidente de Telefónica para no gobernar junto a Podemos. Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Incluso el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi (dime lo que quieres escuchar y lo suelto, qué más da) ha pedido al resto de los grupos políticos que dejen gobernar a Sánchez y no se opongan a que sea investido. Vivir para ver.

Pocos meses antes de la moción de censura que Mariano I escuchó entre el crepitar de las rocas frías que acompañan al escocés, el Grupo Prisa estaba encabezado por Juan Luis Cebrián, quien fue levantisco con José Luis Rodríguez Zapatero, Miguel Barroso y compañía por cebar a Jaume Roures; y quien se había empeñado en que España merecía entonces un Gobierno de concentración, al igual que algunos de sus accionistas institucionales. Pero a Cebrián le surgió una resistencia interna que no esperaba: un fondo buitre llamado Amber Capital que había fijado la mirada sobre las cuentas de la compañía y sobre las decisiones de su presidente, y no entendía nada de lo que allí sucedía.

El fondo atesoraba entonces más del 20% del capital (hoy tiene casi el 30%) e inició una serie de movimientos desestabilizadores a los que se sumó el Santander de Ana Patricia Botín bien entrado el 2017. Entonces, apareció por arte de magia el nombre de Javier Monzón, a quien el Ejecutivo de Mariano Rajoy enseñó la puerta de salida de Indra y a quien el Santander designó como el sucesor de Cebrián. La operación fracasó en un primer momento, pero actualmente Monzón es el presidente no ejecutivo (así dice su cargo) de la compañía.

Tras la marcha de Cebrián, el grupo decidió que lo mejor para el negocio era que El País volviera a virar hacia la izquierda, dado que con el giro editorial que dio tras su refinanciación de 2014 no había conseguido vender más periódicos, y en el terreno digital habían surgido potentes competidores por ese ala, como eldiario.es, que amenazaban el futuro de la cabecera. Dicho y hecho, se nombró a Soledad Gallego-Díaz directora del rotativo, se puso a Augusto Delkáder como responsable editorial del grupo y a Jesús Ceberio (director durante los estertores del Felipismo y el Aznarismo) como jefe del Comité Editorial de Prisa. El periódico pasó en una semana de criticar a Sánchez por querer desbancar a Rajoy y formar el Gobierno más débil de la democracia a defender el programa de los socialistas.

Sánchez también parece tener de su lado la baraka y con suerte o habilidad, ha ganado ya varias batallas en las que el viento en contra comenzó a soplar, de repente, a su favor

La baraka también ha asistido a Sánchez en Cataluña, donde el conde de Godó parece haber decidido que el camino no pasa por causar excesivos dolores de cabeza al PSC. Tampoco El Periódico de Catalunya se ha alineado con los independentistas. De hecho, Sánchez comenzó a gobernar con el proceso de venta del Grupo Zeta en marcha y, a estas alturas, se puede decir que su desenlace ha sido favorable para el Ejecutivo, pues su nuevo dueño, Javier Moll, es menos propenso a generar incendios que Jaume Roures, el otro aspirante. Roures, por cierto, está peleado con Antonio García Ferreras -el periodista más influyente de televisión, sin duda- desde hace un tiempo, algo que le viene bien a Sánchez para intentar ganar influencia en esta cadena (que le generó varios dolores de cabeza en el pasado), pues ya se sabe que el gran aliado mediático de Podemos es el dueño de Mediapro.

En una de las abundantes e incomprensiblemente celebradas chorradas del escritor Paulo Coelho, se dice que "si alguien quiere algo de verdad, el universo conspirará a su favor para que lo consiga". A Franco -cuentan- le pasaban de cerca las balas en el Riff, pero no lograron acabar con él. Sánchez también parece tener de su lado la baraka y, con suerte o habilidad, ha ganado ya varias batallas en las que el viento en contra comenzó a soplar, de repente, a su favor. Pese a ir con lo justo. Quizá quiera desenterrar al Caudillo para comprobar si está hecho de su mismo material. Vaya usted a saber.

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