Antes de las estrellas Michelin, los chefs ya se suicidaban

Desesperado porque el pescado no llegaría a tiempo para la recepción de Luis XIV, Francois Vatel se mató clavándose una espada. Bernard Loiseau se disparó con una escopeta luego de que la guía GaultMillau le bajase dos puntos en la calificación y el británico Alain Zick se pegó un tiro en la cabeza cuando supo que su restaurante de París había perdido una estrella Michelin.

La presión en el mundo de la alta cocina existe prácticamente desde sus inicios. Alrededor de los fogones se cuece, a fuego lento, el espeso guiso de los egos. Pero todo sea dicho: detrás de los grandes nombres de la cocina no sólo hay compulsión, tragedia y arrebato, también una larga colección de curiosos episodios que ponen de manifiesto que la gastronomía ha sido, desde hace siglos, una cantera de seres sensibles, persistentes, tan creativos como complejos.

A esos nombres e historias dedica el Mercado San Antón una exposición imprescindible para conocer la vida y obra de los chefs más famosos de todos los tiempos desde Guillaume Tirel, el cocinero medieval que escribió el Le Viandier, una obra de referencia de la cocina medieval europea, pasando por Pierre de la Varenne, el insistente cocinero que tras muchos intentos logró la salsa Bechamel o Alexis Soyer, el chef victoriano que modernizó la forma de cocinar.

Como parte de las actividades del Gastrofestival, la exposición Grandes cocineros de la historia busca dar a conocer la evolución de la gastronomía en los últimos 2.000 años. Plagadas de anécdotas y acontecimientos, sus vida suponen el reflejo de su tiempo y una oportunidad para descubrir a los autores de las mejores recetas de la historia.

La muestra puede verse desde las 10 hasta las 22 horas en el Espacio Trapézio, un centro cultural multidisciplinar/multiusos que acoge diversas iniciativas expositivas y de difusión cultural.