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Internacional

GUERRA EN EUROPA

Cien días de guerra en Ucrania: ocho imágenes del conflicto que cambió el mundo

La invasión que pretendía ocupar toda Ucrania se ha convertido en una ofensiva desesperada para controlar Lugansk. Las tropas rusas no han podido avanzar en ningún otro frente desde hace semanas

Como sucedió con el 11-S, el 24 de febrero de 2022 marca el final del mundo tal y como lo conocíamos. La “operación especial” contra Ucrania lanzada por Vladimir Putin se convirtió desde mediados de marzo en una sangrienta guerra de desgaste que amenaza con crear un nuevo orden mundial, marcado por otro Telón de Acero -Rusia y China frente a EEUU y Occidente- y una política -como antaño- de potencias enfrentadas. Al igual que Mariúpol, la arquitectura de la seguridad europea diseñada al final de la Guerra Fría ha quedado reducida a escombros en medio de una catástrofe humanitaria sin precedentes en el Viejo Continente desde 1945 –con la excepción de la masacre de Vukovar (1991) o el genocidio de Srebrenica (1995)-. La guerra de Ucrania también ha puesto en evidencia el fracaso de la estrategia de disuasión de la OTAN, centrada en evitar una escalada.

Mientras las pruebas de crímenes de guerra emergen de las fosas comunes y el Gobierno ucraniano dificulta el acceso de los periodistas a los frentes de combate –según denuncian reporteros sobre el terreno-, la masacre de Bucha o los ataques deliberados contra la población civil y las rutas de evacuación se suman a la violencia sexual, que destaca tristemente entre las atrocidades cometidas por las tropas rusas.  

La gran pregunta ahora es cuánto durará el conflicto. Mientras el discurso oficial de los aliados occidentales repite el mantra de una guerra larga y asimétrica, la Unión Europea despierta de su letargo y se rearma de forma conjunta "frente a la amenaza rusa". Contra todo pronóstico, Finlandia y Suecia han roto su estatus histórico de neutralidad para solicitar su entrada exprés a la OTAN. Tres meses después de la invasión, Putin solo ha logrado reforzar el sentimiento nacional ucraniano, romper los vínculos históricos que unían a los dos países y unir a una Europa que se dirige con decisión, por primera vez desde que la idea nació de la mano de Blair, Chirac y Schröder en 2003, a una estrategia de defensa común y un ejército comunitario consolidado.

Hostómel, el punto de inflexión

AP Photo/Vadim Ghirda

Las primeras horas de la guerra apuntaban a una rápida victoria de Rusia, especialmente cuando fuerzas aerotransportadas parecían haber tomado el control del aeropuerto de Hostómel, a 30 kilómetros de Kiev. Su conquista habría permitido a Moscú trasladar tropas y material a las afueras de la capital. El corredor terrestre establecido por los rusos desde la frontera de Bielorrusia –país aliado del Kremlin- y la región ucraniana de Chernígov en su ofensiva relámpago hacia Kiev terminó, sin embargo, en derrota. Las Fuerzas Armadas ucranianas retomaron el control del aeropuerto y después atacaron la kilométrica columna de blindados que avanzaba hacia la capital. Una unidad ucraniana formada por expertos en tecnología logró neutralizar con drones el progreso de los vehículos rusos. A finales de marzo el Kremlin renunció a su objetivo de tomar la ciudad y deponer a Volodímir Zelenski. Putin se vio obligado a cambiar de estrategia.

En la fotografía, un soldado ucraniano ante un avión destruido durante los combates en el aeropuerto de Antonov, en Hostómel, escenario clave en los primeros días de la guerra.

Segunda fase: guerra contra los civiles

EFE / Esteban Biba

La segunda fase de la guerra, marcada por la retirada rusa desde el norte, comenzó a principios de marzo. A medida que sus tropas eran incapaces de tomar los grandes núcleos urbanos como Járkov, la segunda mayor ciudad de Ucrania, o Kiev, Rusia intensificaba los bombardeos contra zonas residenciales. Con Mariúpol asediada pero presentando una fuerte resistencia, un ataque aéreo ruso destruyó el teatro de la ciudad, donde se refugiaban cientos de civiles. Los ataques aéreos y de artillería contra las ciudades cubrían el comienzo de la retirada rusa mientras Putin centraba su ofensiva en el teatro oriental y anunciaba la caída de Jersón, su primera 'conquista' de una gran urbe.

La retirada rusa dejó al descubierto la devastación de las ciudades al tiempo que emergían la fosas comunes en lo que Ucrania ha denunciado como "crímenes de guerra". Las fuerzas ucranianas que entraban en Bucha encontraron numerosas evidencias de atrocidades. También en otras localidades de los alrededores de Kiev, como Irpín o Borodyanka, masacres que Moscú negó de forma tajante y parte de la opinión pública -aquella contraria a la OTAN- calificó de "montajes".

En la image, Yuri, un niño ucraniano de 4 años, juega en un parque infantil parcialmente destruido por los bombardeos rusos en Járkov.

La masacre de Bucha

AP Photo / Evgeniy Maloletka

Bucha revivió las atrocidades cometidas por las fuerzas rusas en Chechenia. El 4 de abril, tras la retirada de las tropas rusas, los ucranianos descubrieron más de 400 cadáveres de civiles en esta población de las afueras de Kiev. Comenzó entonces el cruce de acusaciones: la comunidad internacional calificó la masacre de "genocidio" y el Kremlin habló de denuncias "infundadas". Las denuncias de organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional apuntaban en otra dirección: “Los testimonios muestran que en Ucrania se está matando a civiles desarmados en sus casas y en las calles en actos de indescriptible crueldad y sobrecogedora brutalidad”, denunciaba la secretaria general de AI, Agnès Callamard, tras una investigación en pueblos y localidades cercanas a Kiev.

En la imagen, forenses inspeccionan los cadáveres de residentes de Bucha tras descubrir una fosa común en esta población a las afueras de Kiev, el 11 de abril de 2022.

La ofensiva en el Este

Kramatorsk
Andrea Carrubba / Anadolu AgencyAndrea Carrubba / Anadolu Agency

A mediados de abril, Rusia aprovechó un periodo de casi tres semanas de calma tensa para reagrupar y reposicionar a sus fuerzas. Poco después llegó una nueva ofensiva en el Este con el objetivo de rodear a las tropas ucranianas que combatían en la línea del frente con las regiones separatistas prorrusas. Los feroces enfrentamientos en Izium y en el antiguo frente de Donetsk se sucedían a diario pero la resistencia ucraniana evitó el gran envolvimiento que intentaban las fuerzas rusas en varias ofensivas simultáneas desde el sur, el norte y el este. El 8 de abril tuvo lugar otro ataque contra civiles que marcaba un punto de no retorno en la guerra: al menos 30 personas, entre ellas varios niños, murieron en un bombardeo contra la estación de tren de Kramatorsk, desde la que miles de personas intentaban huir del país.

Mientras, Putin emitió una orden para que la acería de Azovstal en Mariupol fuera asediada con el objetivo de que "ni siquiera una mosca pueda salir". Los rusos, sin embargo, no asaltaron el complejo, último reducto de los defensores ucranianos en Mariupol y de un número indeterminado de civiles. 

En la imagen, una mujer herida en el ataque contra la estación de tren de Kramatorsk, en la región de Donetsk, donde se agolpaban miles de personas que intentaban ser evacuadas a zonas más seguras.

La caída de Mariúpol

AP Photo

La estratégica ciudad portuaria de Mariúpol, clave para las aspiraciones de Putin de unir Crimea con los territorios prorrusos del Donbás, fue un objetivo tan trascendental como propagandístico para el Kremlin desde los primeros compases de la guerra. Un desembarco anfibio desde el mar de Azov dio comienzo el 24 de febrero a la cruenta batalla por el control de la ciudad; una semana después del inicio de la ofensiva, las tropas rusas rodeaban Mariúpol e iniciaban un asedio con consecuencias catastróficas para la población civil. El mismo día, tomaban Jersón -la única capital de provincia que han logrado conquistar en cien días de invasión- consolidando su dominio en el sureste.

No obstante, cuando Rusia anunció la caída de la ciudad a finales de abril, unos 2.500 soldados ucranianos y combatientes del Batallón Azov -una milicia de voluntarios de extrema derecha- resistían en la planta metalúrgica Azovstal, un enorme complejo construido en la época soviética con más de 11 kilómetros cuadrados de fábricas, líneas ferroviarias, almacenes, hornos de carbón y túneles. Los ucranianos resistirían hasta el 20 de mayo, convirtiendo la acería en símbolo de la resistencia contra Rusia y manteniendo ocupados a 20.000 soldados rusos que debían ocupar el Donbás.

En la fotografía, militares ucranianos que se rindieron en la acería Azovstal, el último reducto de resistencia en Mariúpol, llegan a una colonia penal ubicada en Olyonivka, en territorio gobernado por la República Popular de Donetsk, el 20 de mayo de 2022.

Los niños de la guerra

AP Photo / Evgeniy Maloletka

Hasta la fecha, al menos 255 niños han muerto y 382 han resultado heridos, según informes verificados por Naciones Unidas, aunque probablemente el número real de víctimas infantiles es mucho mayor. Alrededor de dos tercios de los niños ucranianos (7,5 millones en total) están desplazados dentro de Ucrania o han huido a algún país vecino. ACNUR estima que más de 6,4 millones de personas han cruzado las fronteras ucranianas hacia Europa occidental. Cerca de 2 millones de ucranianos habrían vuelto, aunque es complejo predecir las tendencias de desplazamientos de población. Entre los niños que huyen, muchos no están acompañados o han sido separados de sus padres o familiares.

En la imagen, Yehor, un niño de 7 años, juega con un rifle de madera junto a unos vehículos rusos destruidos en las proximidades de Chernígov, el 17 de abril de 2022.

Cuarta fase: después de Mariupol

AP Photo / Felipe Dana

A mediados de mayo, las grietas de la estrategia rusa comenzaron a ser evidentes en la ofensiva del Donbás. Las defensas ucranianas frustraron un plan para rodear a sus fuerzas utilizando un puente de pontones para cruzar el río Siverskyi Donets al sureste de Izium, lo que provoca sustanciales pérdidas rusas. Asimismo, los rusos se vieron obligadas a retirarse de las afueras de Járkov, castigada por fuertes bombardeos desde el comienzo de la guerra.

Las bajas rusas han sido objeto de controversia desde el comienzo de la invasión. El Ministerio de Defensa británico afirmó el pasado lunes que las tropas rusas han sufrido "pérdidas devastadoras" entre los oficiales intermedios y de bajo rango desde el comienzo de la guerra. Mientras, las Fuerzas Armadas de Ucrania hablan de 30.000 bajas. El último dato oficial proporcionado por el Kremlin es de finales de marzo, cuando Moscú reconoció 1.351 muertos.

En la imagen, un miembro de una unidad ucraniana de desminado busca explosivos alrededor de los cuerpos de once soldados rusos en la ciudad de Vilkhivka, cerca de Járkov, después de que fuera recuperada por las fuerzas ucranianas, el 9 de mayo de 2022.

El objetivo actual: Severodonetsk

Rick Mave / Zuma Press

La invasión que pretendía ocupar toda Ucrania se ha convertido en una "ofensiva desesperada y sangrienta para capturar una sola ciudad (Severodonetsk) mientras defiende avances importantes pero limitados en el sur y este". Este resumen de la situación actual es obra del Institute for the Study of War y hace referencia a la actual ofensiva rusa para capturar esta ciudad de Lugansk, la última de la región que permanece en poder de los ucranianos y cuya conquista permitiría a Putin declarar el control absoluto de esta zona separatista. Mientras, las tres líneas defensivas erigidas por los rusos en el sur se encuentran bajo un contraataque ucraniano en algunos puntos. Las tropas rusas no han podido avanzar en ningún otro eje desde hace semanas.

En la imagen, un civil se refugia en un búnker en Soledar, una ciudad de la región de Donetsk de la que han huido la mayoría de sus 11.000 habitantes, a solo 5 kilómetros del frente y que ha sido bombardeada con dureza porque se encuentra en la carretera que conduce a Severodonetsk.

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