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Construir sin destuir

El Premio Global de Arquitectura Sostenible, patrocinado por la UNESCO, reconoce cada año a cinco arquitectos de todo el mundo comprometidos con el reto de preservar la habitabilidad del planeta, e invita a la comunidad a reflexionar sobre la relación con el territorio.

Diseño del Museo Regional de Capadocia, en Avanos (Turquía), proyectado por el arquitecto Omer Selçuk.

Jana Revedin es una arquitecta, académica e investigadora alemana que en 2006 creó el Global Award for Sustainable Architecture (Premio Global de Arquitectura Sostenible) para reconocer el trabajo de aquellos arquitectos –cinco cada año– que innovan en el que consideran reto crucial de nuestro siglo: preservar la habitabilidad del planeta. Gestionados por la Cité de l’architecture et du patrimoine de París, y bajo el patrocinio de la UNESCO desde 2011, los premios son también el origen de una comunidad formada por los más de 75 arquitectos contemporáneos de todo el mundo que han recibido el galardón y que tiene entre sus objetivos “trabajar hacia una sostenibilidad ética arquitectónica y fomentar la investigación, experimentación y transmisión en el campo de la arquitectura sostenible, renovación urbana y responsabilidad académica y social”, entendiendo esta disciplina, añaden, como “un agente de empoderamiento, autodesarrollo y derechos”.

La de 2022 es la quinta edición de los premios, que dio a conocer a los galardonados a mediados del pasado octubre en París. Se trata del arquitecto paisajista francés Gilles Clément, horticultor y botánico y también una voz primordial en el debate ecológico global; la arquitecta india Anupama Kundoo (de Kundoo Architects), con sedes en Berlín y Auroville, la famosa ciudad experimental que construyó en la India Roger Anger; la arquitecta danesa Dorte Mandrup, que adquirió reputación mundial por la belleza de sus proyectos en lugares con climas extremos como los glaciares de Groenlandia; el constructor austriaco Martin Rauch (de la empresa Lehm Ton Erde Baukunst GmbH), que llegó a la edificación y la arquitectura a través de la escultura en arcilla; y los arquitectos turcos Ömer Selçuz Baz y Okan Bal (de Yalin Architectural Design), activistas contra lo que denominan ‘crímenes urbanos’ y la ‘arquitectura escaparate’ que destruye paisajes.

Además, el jurado decidió también otorgar un Premio de Honor al francés Bruno Latour, figura capital de la ecología política, filósofo, sociólogo y antropólogo fallecido apenas unos días antes de la presentación de los ganadores.

La edición de este año ha estado dedicada a analizar la relación entre arquitectura y territorio, bajo una inquietante pregunta: ¿hay un territorio en todo el mundo que no haya sido cultivado, conquistado, explotado o moldeado para que la sociedad pueda vivir de él? Ante la perspectiva cierta de unos recursos cada vez más escasos, la organización de los premios ha querido plantear a la comunidad arquitectónica cuestiones sobre cómo construir sobre el territorio sin destruirlo, bajo la convicción de que sus profesionales comparten no solo la responsabilidad de cuidar mejor el planeta, sino también la de proponer y proporcionar un modelo para crear una nueva forma de representar el mundo.

Dorte Mandrup (Dinamarca)

Aborda la construcción ecológica como una ciencia que la lleva a estudiar las propiedades de materiales como la madera y la paja e impulsar nuevas técnicas. Arriba, en la imagen, detalle del centro de visitante del mar de Wadden.

Martin Rauch (Austria)

En África descubrió la belleza de las construcciones de barro, que recuperó al volver a su país, impulsando la riqueza cultural, las técnicas tradicionales y la conexión entre edificio y paisaje. En la imagen, una vivienda en Vorarlberg (Austria).

Anupama Kundoo (India)

Convencida de que la palabra ‘desarrollo’ es tan importante como ‘sostenible’, busca una innovación acorde con el contexto socioeconómico. En la imagen, viviendas en la localidad experimental de Auroville.

Omer Selçuk. Estudio Yalin (Turquía)

Especializado en proyectos de reestructuración de sitios naturales y culturales, como este centro de visitantes de las cuevas de Zonguldak, en Turquía.

Gilles Clément (Francia)

Defensor de dejar de explotar la naturaleza para potenciar su biodiversidad en aras de un campo abierto en el que las especies vivan y circulen libremente. En la imagen, el jardín de Tiers Paysage, en Saint-Nazaire (Francia).

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