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Política

UGT presiona para que haya al menos un ministro de Podemos en el gobierno

Pablo Iglesias y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, en el Congreso

El secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, así como su núcleo más próximo, presiona para que Unidas Podemos entre en un gobierno pactado con Pedro Sánchez, con un ministerio para los morados. La apuesta de la central sindical hermana del PSOE es que los de Pablo Iglesias se hagan con el ministerio de Sanidad, pero no con el de Trabajo, que ven más lógico que se quede en manos socialistas. Con la inclusión de Podemos, esperan tener a un aliado que defiende la derogación de la Reforma Laboral de 2012. Pero no todos están de acuerdo. Sectores del sindicato insisten en que es mejor un gobierno en solitario de Sánchez.

La lógica que subyace a esa presión es que en los últimos tiempos la UGT ha perdido atractivo en muchos ámbitos sectoriales. “CCOO va ganando delegados por muchos lados”, señalan desde los sindicatos, a la vez que recuerdan que los casos de las tarjetas black han dejado sobre la central una mala imagen que Álvarez quiere limpiar. De ahí que la derogación de la reforma laboral se haya convertido en asunto estratégico.

Álvarez considera que el apoyo de Unidas Podemos es clave, puesto que sabe que desde el Ministerio de Economía no ven nada claro derogar la normativa (prefieren retoques para subir los salarios). Hace tan solo una semana, Podemos avisó al PSOE de que la derogación de la Reforma Laboral serán imprescindible en la negociación para llegar a un acuerdo de gobierno entre ambas fuerzas. "De ahí no nos vamos a mover porque es un compromiso que se firmó -en el acuerdo de Presupuestos- y que sólo hace falta materializarlo", señaló Noelia Vera.

Ministerio de Sanidad

Para asegurarse el apoyo de Iglesias, la cúpula de la UGT ve viable que se quede con un ministerio. En concreto, proponen el de Sanidad. “Se trata de un ministerio importante, pero con poderes limitados porque las competencias están delegadas a las Comunidades Autónomas”, explican fuentes conocedoras de esos movimientos. El ministerio de Trabajo, en cambio, debería seguir en manos socialistas. “Es importante que el interlocutor tenga un hilo directo con el presidente, y no sea de otro partido”, añaden esas fuentes.

La cúpula de la UGT ha llegado incluso a impedir que varios dirigentes socialistas escriban una carta pública pidiendo que se abra un canal directo y prioritario entre el PSOE con Ciudadanos y evitar que el futuro Ejecutivo dependa de los votos de los independentistas. Y Álvarez también ha advertido a Sánchez de que si no deroga por completo la reforma laboral se puede enfrentar a una dura protesta en la calle. Agita así el fantasma de 1989, es decir, la huelga general que UGT y CCOO organizaron contra Felipe González y que dio lugar a una dura desavenencia entre gobierno y sindicatos.

División interna

El líder de la UGT presiona incluso más que Unai Sordo, secretario general de CCOO, para que Podemos forme parte del Ejecutivo. El lunes, el líder de la UGT dijo que el papel de Podemos es “fundamental” para “plasmar en el BOE aquellas cuestiones que para nosotros son básicas”. Y añadió: “En la configuración de ese gobierno fuerte y estable, la participación de Unidas Podemos es fundamental y es ese sentido lo hemos manifestado”. 

Aun así, no todos dentro del sindicato apoyan esa maniobra. Fuentes socialistas aseguran que hay sectores de la UGT que “no quieren a Iglesias en el gobierno”. Se trata de sectores como los de servicios públicos y del metal, enfrentados a Sánchez por temas como el del impuesto al diésel y otros que consideran dañino y que temen que Podemos remate. Su apuesta es por un gobierno en minoría del PSOE. Todos coinciden en que no quiere acuerdos con Albert Rivera.

Sobre la “disparidad” interna existente en la UGT ante la entrada de Podemos en el Ejecutivo, otras fuentes aseguran que “no se va a generar una crisis interna”. “Pepe no quiere que se pierda la oportunidad de un gobierno de izquierdas”, resumen.

De la fumata negra a nuevas elecciones

Mientras tanto, desde Podemos aseguran que las negociaciones están en punto muerto. Iglesias salió del último encuentro en La Moncloa con una fumata negra. Luego matizó, manifestando su confianza en que de aquí a septiembre se llegará a un acuerdo. Pero Irene Montero le corrigió. Dijo que si bien Podemos está dispuesto a “ceder” en algo, el culpable del bloqueo es el socialista por estar “buscando el apoyo de la derecha en la investidura”.

Iglesias ha intentado en estos días convencer a los suyos de que es conveniente estudiar a fondo la propuesta de no tener ministros en el Consejo pero sí altos cargos. Pero "no todo vale", comentan en Podemos. La cuestión esencial para Iglesias es que estos cargos intermedios tengan la “visibilidad” suficiente como para justificar su cesión ante las bases, que deberán ratificar en una consulta el planteamiento de la dirección, tal y como adelantó este diario. Y en ese punto parece haberse bloqueado la negociación.

El miedo de Podemos es que Sánchez amague con ofertas trampas, pensadas más para obtener el rechazo de los morados que para buscar su apoyo. Y sobre esa negativa, sostener que no queda otra vía que convocar nuevas elecciones. Se trata de “ganar el relato”, coinciden desde ambos lados políticos. Una pelea más retórica que política, que de no resolverse en un plazo máximo de dos meses puede conducir a nuevas elecciones.

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