Quantcast

España

La Policía investiga la vinculación de armas españolas con atentados yihadistas en Francia

Agentes de la Comisaría General de Información han respondido en dos ocasiones a las peticiones de las autoridades galas para tratar de determinar la trazabilidad de las armas empleadas en atentados recientes

La Policía investiga la vinculación de armas españolas con atentados yihadistas en Francia
Vista de vehículos de emergencia en la zona de un tiroteo mortal, en Estrasburgo

¿Cómo pudo terminar un arma del siglo XIX, con un papel destacado en la Guerra Civil española, en manos del terrorista yihadista que perpetró un atentado en Estrasburgo en el año 2018? ¿Y la pistola con la que se mató ese mismo año al gendarme francés Arnaud Beltrame que fue fabricada en Éibar en 1915? Esas son las preguntas que las autoridades del país vecino tratan de resolver, en unas pesquisas que, según ha podido saber Vozpópuli, han contado con la colaboración de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional.

No hay arma ‘mala’ para que los terroristas yihadistas perpetren sus crímenes. Las publicaciones relacionadas con el Estado Islámico o Al Qaeda animan a cometer los atentados en Europa con cualesquiera que sean los recursos disponibles en cada momento: desde un camión, como ocurrió en Niza en 2016 -con un balance de 86 muertos y medio millar de heridos-, a una furgoneta, como fue el caso de Barcelona en 2017, a cualquier tipo de arma blanca o de fuego.

Dentro de esta última categoría, los terroristas solo tienen en consideración que el arma sea capaz de matar. Poco importa la procedencia, la fecha de fabricación o el recorrido que haya tenido durante su existencia. Y las armas antiguas, debido a su elevado grado de circulación en el mercado negro, cumplen los requisitos para conseguir sus objetivos criminales.

El atentado de Estrasburgo

Así se deduce de las pesquisas en torno al atentado que tuvo lugar en Estrasburgo el 11 de diciembre de 2018. Un individuo de 29 años que atendía a la identidad de Chérif Chekatt -de sobra conocido por la policía francesa por su extenso historial delictivo- irrumpió en el mercadillo navideño de la ciudad al grito de "Allahu akbar". Con su machete y su revólver mató a cinco personas e hirió a otras once. Dos días después fue abatido por los gendarmes galos.

Los investigadores trataron de determinar el recorrido que había seguido Chérif Chekatt hasta perpetrar el ataque. El rastreo de las armas de las que disponía era un punto crucial en las pesquisas. El machete lo pudo adquirir en cualquier establecimiento, pero había más opciones de determinar la trazabilidad del arma de fuego que se le intervino.

Se trataba de un revólver Modelo 1892, que se comenzó a fabricar en la fecha que le da nombre, aunque también se le conoce como Leber o Saint Etienne. Pese a fabricarse en Francia, tuvieron un auge durante la Guerra Civil española, derivándose una gran cantidad de lotes a estrenar hasta nuestro país.

Las autoridades francesas pidieron la colaboración de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional a través de Europol para tratar de determinar la trazabilidad del revólver que Chérif Chekatt utilizó en el mercadillo navideño de Estrasburgo. Los investigadores españoles realizaron las pesquisas pertinentes, si bien la antigüedad del arma hizo imposible fijar su origen exacto: “Los registros son inexistente, no había registros de fabricación individualizada de las armas en esas fechas”, señalan las fuentes consultadas por este diario.

Las armas de fuego fabricadas durante el siglo XIX son consideradas como antiguas o históricas, según la legislación de muchos países de la Unión Europea, lo que facilita su venta al estar sometidas a un control menos riguroso. Muchas de ellas quedan vinculadas al coleccionismo militar o a las antigüedades. Su poder letal, no obstante, se mantiene intacto. Basta con una puesta a punto para que los terroristas las utilicen en sus fines.

Un arma de Éibar

Un caso similar es el que tuvo lugar en la localidad francesa de Trébes, en marzo de 2018. Un terrorista, Redouane Lakdim, se atrincheró en un supermercado con un grupo de rehenes. Exigía la liberación Salah Abdeslam, encarcelado por el atentado de la sala Bataclan.

Las negociaciones se prolongaron durante horas. Incluso se recurrió a la madre y a la hermana de Lakdim para que cediera en su chantaje, sin éxito. Hasta que un gendarme francés, Arnaud Beltrame, se ofreció como moneda de cambio para que el terrorista liberase a la mujer que usaba como escudo humano. Lakdim accedió, pero el destino de Beltrame fue fatal. La autopsia reveló heridas de arma blanca y de fuego en el cuerpo del gendarme.

Según reveló la Guardia Civil tras un operativo contra el tráfico de armas en el año 2018, el terrorista recurrió a una pistola Rubi fabricada en Éibar en el año 1915. Siguiendo el mismo protocolo que en el atentado de Estrasburgo, las autoridades francesas pidieron colaboración a España a través de Europol para dibujar la trazabilidad del arma. La Comisaría General de Información de la Policía Nacional aportó toda la documentación posible, aunque el control administrativo resultó igualmente inexistente.

Según las fuentes consultadas por este diario, ambas armas estuvieron oficialmente vinculadas a servicios militares o policiales. Lo más habitual es que queden en manos de los agentes o de los militares hasta su deceso, momento en que los familiares deciden si mantenerlas en “propiedad alegal”, lo notifican a las autoridades o las venden como antigüedades.

Los terroristas que perpetraron sus atentados en Estrasburgo y Trébes optaron por estas armas debido a la laxitud que hay sobre su control. Al menos, su control no es tan férreo como las fabricadas en fechas más recientes, pese a que se mantienen igualmente letales, independientemente de si se fabricaron hace más de un siglo.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.