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Auge y desaparición del "nuevo Estatuto vasco" en cuatro años

En el verano de 2018 el PNV y Bildu pactaban las bases de un "nuevo estatus" para el País Vasco. Ahora, este debate está congelado en el Parlamento y muerto en la opinión pública

Acto político del PNV.

Corría el verano de 2018 cuando el PNV y Bildu se ponían de acuerdo para aprobar la hipotética reforma del Estatuto de Gernika que incluía una "consulta habilitante" a los ciudadanos vascos para refrendar el nuevo texto legal. Parecía que a rebufo del procés catalán el nacionalismo vasco en su conjunto lanzaba su propio órdago al Gobierno central. La realidad, cuatro años después, es que este debate está congelado en el Parlamento vasco y, salvo cambio inopinado, no va a ser uno de los temas centrales de la política vasca en los próximos meses. Del auge a la práctica desaparición.

De aquella unidad entre peneuvistas y bildutarras en materia soberanista para alumbrar un "nuevo estatus" no queda ni un gramo. Porque ha habido toneladas de enfrentamientos entre ellos a este respecto y porque el PNV prefirió variar de rumbo en busca de un acuerdo con "el máximo consenso posible" junto a PSE y Podemos. Variación en la que es palmario que resultó clave el fatal desenlace del proceso en Cataluña. El Plan Urkullu no iba a ser, ni mucho menos, un Plan Ibarretxe II.

Un año después de aquel acuerdo primigenio entre nacionalistas, ya estaba claro que en esa legislatura no habría nuevo Estatuto vasco. Pero lo cierto es que la negociación entre PNV y las formaciones de izquierda no nacionalista iba bastante encaminada. La verdad es que, parezca lo que parezca ahora, el acuerdo a tres bandas parecía bastante factible en los primeros meses de 2020. También parecía, por ende, que esta legislatura, la tercera de Íñigo Urkullu como lehendakari, estaría marcada por la cuestión estatutaria.

Nadie, ni partidos ni personajes públicos relevantes ni medios, habla de este asunto. Se trata, en puridad, de un asunto muerto en la opinión pública

Pero entonces llegó la pandemia del coronavirus que cambió las prioridades de los ciudadanos y de los partidos políticos. Ya nada volvió a ser igual en lo referente a este debate sobre el hipotético nuevo Estatuto. Y menos aún lo es en este verano de 2022, con la inflación disparada, con la guerra en Ucrania y con los nubarrones económicos que se prevén para el otoño. Nadie, ni partidos ni personajes públicos relevantes ni medios, habla de este asunto. Se trata, en puridad, de un asunto muerto en la opinión pública.

Urkullu amaga con reactivarlo

¿En qué punto está la cuestión? Una vez finalizado el trabajo de los expertos consultados, a principios de esta legislatura el debate pasaba a una comisión del Parlamento de Vitoria. Era el turno de la negociación entre partidos. Era hora de avanzar. Ha ocurrido justo lo contrario, porque no hay avance alguno en lo que va de legislatura. Pese a esos escasos avances en la Cámara vasca, el propio Urkullu sorprendió el pasado febrero al resucitar la cuestión afirmando que era el momento de retomar los trabajos para llegar a un acuerdo con el Gobierno de Pedro Sánchez.

Tal vez Urkullu sí pensaba reactivar el nuevo Estatuto vasco para sustituir el Estatuto de Gernika, pero una vez más el contexto se ha vuelto poco favorable a sus planes. La guerra en Ucrania ha vuelto a sepultar la cuestión. Porque los problemas de los precios, del ahorro energético y de los hipotéticos cortes de suministro de gas afectan de lleno a la vida de los ciudadanos.

Cuando el pasado junio el lehendakari volvió a coquetear con este tema, con unas declaraciones que pedían una "salida política" para Cataluña y Euskadi, sus propios socios del PSE le recordaron pública y privadamente que las cosas no están para debates identitarios. De forma que es evidente que Urkullu ha llegado al ecuador de su tercera legislatura en el poder con el famoso "nuevo estatus" atascado y sin visos de ser desatascado.

Palabras sin avances en año electoral

Las fuentes consultadas por este diario creen que el futuro Estatuto vasco sí será un foco enfrentamiento dialéctico en los próximos meses, sobre todo por la inminencia de las elecciones municipales y forales de 2023, pero sin resultados prácticos. Ni acuerdos ni avances a la vista. La aprobación de los Presupuestos en tiempos de crisis o la ley de Educación, acordada por todos menos PP+Cs y Vox pero pendiente de desarrollarse, serán los ejes de la política vasca el nuevo curso.

Hechos son amores y no buenas razones. Porque hipótesis aparte, lo cierto es que, como ya se ha dicho, cuatro años después de aquel acuerdo entre PNV y Bildu no hay "nuevo Estatuto vasco" ni parece cercano.

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