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España

El juez archiva el caso de las supuestas niñeras de los hijos de Montero e Iglesias

Escalonilla sostiene que no consta acreditado que Teresa Arévalo, Gara Santana (ni cualquier otra persona de Podemos) se encargasen del cuidado de los hijos de Montero e Iglesias

Fin del caso de las supuestas niñeras de Irene Montero y Pablo Iglesias. El magistrado Juan José Escalonilla, que investigó esta línea separada de la causa sobre Neurona, sostiene que no hay prueba alguna que acredite que Teresa Arévalo, asesora del Ministerio de Igualdad, o Gara Santana, empleada de Podemos, cuidasen a los hijos menores de la ministra y del exlíder de la formación morada.

Según explica en un auto al que ha tenido acceso Vozpópuli, de las pruebas practicadas en este tiempo no se puede llegar a esa conclusión ni tampoco consta acreditado que persona alguna, ajena a los propios padres, se haya encargado de su cuidado durante el tiempo que desempeñaban funciones remuneradas por el partido político Podemos o remuneradas por el erario público.

El magistrado alega que, tras tomar declaración a las dos imputadas y analizar la documental que obra en la causa, se concluye que "no hay prueba objetiva" que confirme las sospechas manifestadas en sede judicial por María Elena González, la que fuera escolta de Irene Montero. Según sostiene, su testimonio no se puede erigir en "indicio racional suficientemente acreditativo" de que Gara Santana cuidara durante cuatro o cinco meses de los menores mientras percibía su salario público del Congreso.

No consta acreditada la existencia de ninguna persona de Podemos, que bien percibiendo remuneración de dicho partido o bien dinero público, desarrollara dicha actividad.

Al respecto Escalonilla, que mantiene imputado al partido en la pieza principal por la contratación de Neurona, apunta que esta antigua empleada de Podemos, que acusó a Santana de ejercer de niñera, pudo actuar con "cierto resentimiento" por su despido de la formación morada. "No consta acreditada la existencia de ninguna persona de Podemos, que bien percibiendo remuneración de dicho partido o bien dinero público, desarrollara dicha actividad", concluye el auto.

De esta forma el juez pone punto y final a una pieza que se abrió a tenor de la documentación aportada por la que fuera responsable de Cumplimiento Normativo, Mónica Carmona. Esta abogada, que también fue cesada de Podemos, plasmó que le había llegado una denuncia "interna confidencial" acerca de que Montero estaba usando a una persona a sueldo en el partido, Teresa Arévalo, como niñera de sus hijos.

El denunciante incluso dijo que se habían desplazado a Alicante en octubre de 2019, en plena campaña electoral. Según apuntó, Arévalo habría actuado como cuidadora del bebé mientras la ministra intervenía en un acto de campaña. Como consecuencia se abrieron unas diligencias que, aunque se separaron del caso Neurona, retornaron al sumario por orden de la Audiencia Provincial de Madrid.

Sin indicios contra las supuestas niñeras

En el transcurso de las diligencias declaró la exescolta de Montero que no señaló a Arévalo pero sí a Gara Santana, una antigua responsable de prensa de Podemos en el Congreso. Tanto Arévalo como Santana terminaron siendo imputadas en el procedimiento. En su declaración ante el juez ambas negaron las acusaciones de Carmona. Arévalo, que en la actualidad ejerce como asesora del Ministerio de Montero, matizó que ella nunca ha estado a sueldo del partido.

El magistrado se hace eco de estas declaraciones y concluye que esta causa ya no tiene más recorrido. No obstante, defiende la existencia de la misma y dice que había que investigar los hechos ya que la denuncia de Carmona podría implicar la comisión de un delito de malversación de caudales públicos. "No parece que los hechos a priori resultaran intrascendentes, salvo que se considere indiferente y por ello intrascendente la percepción de dinero público", explica.

Con todo, añade que no hay pruebas que apunten en la dirección de la denuncia ya que la propia exescolta de Montero manifestó "de manera tajante" que no le constaba que Arévalo cuidara de los niños de Irene Montero. Según dijo, como también ejercía las veces de chófer, llevaba de vez en cuando a los miembros del equipo a casa de Montero e Iglesias, aunque nunca desplazó a Arévalo ya que ella iba en su propio coche.

El viaje a Alicante

"No existen indicios de que Arévalo, durante dichos dos años en los que la testigo trabajó personal y directamente para Irene Montero, se encargase del cuidado de sus hijos. Y del sólo hecho de que dicha investigada se desplazara en tren a Alicante no cabe inferir indicio alguno acreditativo de que el desplazamiento lo fuera para el cuidado de la citada hija de Montero", concluye el auto.

En lo que respecta a Gara Santana, el titular del Juzgado de Instrucción número 42 de Madrid explica que tampoco queda probado lo manifestado por la exescolta en sede judicial. Según razonó, era "habitual" que esta empelada de Podemos fuera al domicilio de Montero e Iglesias a ejercer como niñera de sus hijos. Dice que la llevaba por la mañana y se quedaba durante todo el día y que esa situación se alargó durante cuatro o cinco meses. También dijo que Santana se quejaba de que acudía a "pelear con los niños" y de que estaba "un poco cansada" de tener que hacer lo que hacía.

El juez concluye que el hecho de que Santana no estuviera diariamente en el Congreso de los Diputados no significa que estuviera en dicho domicilio, toda vez que por sus funciones se veía obligada a entrevistarse con otros periodistas. También respalda a Santana cuando manifestó que era "imposible" que ejerciera de niñera en ese tiempo ya que estuvo de baja entre noviembre de 2018 y enero de 2019. Por ello sentencia que no hay pruebas de calado para actuar contra ninguna de las supuestas niñera.

Fuentes de Podemos sostienen, tras conocer el archivo de esta pieza, que han sido acusaciones "falsas" que tenían el único propósito de perseguir a la gente de Podemos y que se ha causado un grave daño reputacional a Arévalo y a Santana.

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  • S
    Sevilla

    Normal, estos son intocables, vergüenza de 'justicia'