España

La Guardia Civil corta el paso a la casa de Iglesias y Montero y solo permite acceder a residentes

Dispositivo de la Guardia Civil en la calle donde reside Pablo Iglesias.

La Guardia Civil ha cortado el paso a la casa del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, para evitar una nueva jornada de protestas antigubernamentales. Varios agentes y vehículos del Instituto Armado vallaron la vía y solo han permitido el paso a residentes en ese tramo concreto, unos 300 metros.

“Esta es la democracia. Cuando él iba a Madrid a hacerlo con el de la silla de ruedas, entonces sí vale”, se quejaba uno de los vecinos que llegaba a las 21.00 horas como los últimos días a protestar ante el domicilio. Es la primera vez que les han impedido pasar por delante del chalet.

“Pues lo hacemos desde aquí”, ha dicho una mujer pertrechada con su bandera de España y su cacerola. A las 20.57 horas han empezado con el ruido, esta vez a distancia. Entre los presentes se preguntaban si había otra forma de acceder, pero personas que llegaban desde el otro lado de la calle comentaban que también había un perímetro de la Guardia Civil.

Himno de España y cacerolas

Un vecina joven con camiseta blanca y pantalones negros que decía vivir al otro lado y quería acortar para llegar a su casa tuvo que dar toda la vuelta. “A no ser que viva usted aquí…”, le ha indicado uno de los guardias civiles. Otra vecina que decía que iba a poner el himno de España en altavoces arengaba a la gente para que se adentren por el campo.

El himno nacional ha sonado a las 21.00 horas, pero en otra vivienda. Ha sonado en bucle varias veces. “Que se entere de que vivimos en España y no en Venezuela”, ha dicho la señora.

Apenas eran una treintena de personas en total, al menos en ese lado de la calle. Varios parecían conocerse. “Cuando lo hacía él no pasaba nada”, se quejaba otro. “Lo que me faltaba por ver. Que se vaya a Vallecas si le molesta que pasemos”, protestaba otro de los presentes que denuncia que hayan cortado una calle que es pública.

“Que se vaya a Vallecas, no. A la mierda”, ha zanjado la señora de antes, que aporreaba desde su jardín una cacerola. Pasados los minutos se han escuchado cacerolas de las casas contiguas, dispersas y por encima de todo el himno. Al ver que ni han podido acceder, las personas que habían llegado a pie se han marchado.