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Treinta años del golpe en Bidart a los jefes de ETA: "Tiraban papeles por el váter"

La detención de la cúpula de la banda terrorista, en marzo de 1992, fue una de las operaciones más duras para los etarras. Dos de los arrestados estaban en el baño deshaciéndose de información

Momento de la detención de la cúpula de ETA en 1992. Efe

Si hay una palabra clave en los cincuenta años de historia de la lucha contra ETA, se llama Bidart. Porque ese es el nombre de la localidad francesa, apenas a 25 kilómetros de la frontera con España, donde la Guardia Civil y la policía gala asestaron uno de los golpes más duros a la banda terrorista. Simbólicamente fue la mayor operación policial. Porque fueron arrestados a la vez Francisco Múgica Garmendia, Pakito; José Luis Álvarez Santacristina, Txelis; y José María Arregui Erostarbe, Fiti, responsables de los aparatos militar, político y de logística, respectivamente. Toda la cúpula de ETA a la cárcel.

El podcast "Relatos" del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, con sede en Vitoria, acaba de repasar lo que ocurrió allí treinta años atrás, concretamente el 29 de marzo de 1992, año decisivo para España por la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. La operación fue un golpe moral para ETA porque por primera vez caía la dirección de la banda al completo y además caía en el famoso santuario francés, donde hasta entonces los terroristas parecían imposibles de detener.

Los arrestados, además, llevaban una década al frente de la organización. Década en la que ETA había utilizado sus mortíferos coches bomba que tantas víctimas provocaron. Ellos tres, conocidos como Artapalo, decidieron la comisión de numerosos atentados y, de hecho, constituían la dirección absoluta de la banda, con una estructura completamente vertical, jerárquica, casi dictatorial. Aunque haya habido otros golpes policiales decisivos contra la banda terrorista, como la Operación Santuario de 2004 o la operación de 2010 contra la base logística que ETA había montado en Portugal, todos los expertos han señalado una y otra vez que el de Bidart fue el más fuerte, operativa y sobre todo simbólicamente.

"Operación Broma-Queso"

El podcast, presentado por Gaizka Fernández Soldevilla, responsable de investigación del Centro Memorial, repasa los pormenores de todo lo que pasó. El comandante de la Guardia Civil David Atilano, un mando que tomó parte en aquel éxito, explica hasta el germen de la operación Broma-Queso. Primero fue bautizada como "broma" porque se empezó el 28 de diciembre, día de los inocentes, y después añadieron "queso" porque "el queso se utiliza como cebo para cazar ratones". "Así de simple y sin más misterio".

El mando de la Benemérita explica que "un militante de ETA en prisión sacó a escondidas unas notas que eran para la dirección y en las que proponía organizar una fuga de la cárcel utilizando un helicóptero". En ese momento no se detectó el envío. Pero después el mensaje llegó a manos de un miembro de ETA que trabajaba como confidente de la Guardia Civil.

Aunque en el podcast no se menciona su nombre, se trata del etarra Luis Casares Pardo, tal y como revela el libro Historia de un desafío (Editorial Península). Este hombre, que había empezado a colaborar con la Benemérita por despecho, en concreto debido a las infidelidades de su esposa con etarras a los que acogían en casa, informó del mensaje. Y ahí empezó, de alguna manera, la operación de Bidart.

Las labores de vigilancia de la Guardia Civil duraron casi tres meses. La lupa estaba sobre el caserío Xilokan, ubicado en la citada localidad francesa. Hubo de todo en aquella investigación. Por ejemplo, mujeres de los guardias civiles que se hacían pasar por turistas, como en su día publicó El Mundo, o agentes escondidos en los lugares más recónditos. Y vestidos de cualquier cosa. "No sabes la cantidad de gente que aprendió a pescar para vigilar desde la playa", comenta Atilano en el podcast.

La fuerza de esa operación está en la cantidad de información que se obtuvo, que sirvió para practicar detenciones, evitar atentados que ya estaban previstos y para el conocimiento interno de cómo era ETA"

Los agentes primero detectaron a Txelis como receptor del mensaje de marras y, gracias a los seguimientos posteriores, descubrieron que "allí había algo aún más gordo". El 29 de marzo un agente operativo detectó que en el caserío también estaba Pakito. "Sabiendo que estaban ellos dos, jefes del aparato político y el aparato militar, la decisión era fácil de tomar". Así, la operación se precipitó sin saber que dentro de la vivienda también estaba Fiti, líder del aparato logístico.

Ingente documentación

Gracias a la operación, donde también se detuvo a los conductores de los etarras y la familia que los acogía en la casa, la Guardia Civil obtuvo una cantidad ingente de documentación sobre la banda. Prueba de ello es que hasta el último momento los jefes etarras intentaron borrar información. "A Pakito y Txelis se les detuvo en la parte superior del caserío, en un cuarto de baño, donde estaban rompiendo papeles y tirándolos por la taza del váter", explica el mando presente aquel día. Los agentes sacaron papeles de las tuberías y los recompusieron.

"Esa es la verdadera fuerza de esa operación, la cantidad de información que se obtuvo, que sirvió para practicar detenciones, evitar atentados que ya estaban previstos y para el conocimiento interno de cómo era ETA". A partir de aquella operación, la banda creó "direcciones bicéfalas", de manera que si se detenía a un responsable quedaba otro libre.

La operación sirvió, por tanto, para que ETA cambiase en su forma de actuar, pero también para "acabar con el mito de Artapalo" e introducir temores a los terroristas "que ya pensaban que los podíamos detener en Francia". "Desde entonces ETA nunca volvió a tener la capacidad que tenía antes".

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