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El Ejército se blinda ante un ataque con sarín y compra 17 detectores de agentes nerviosos

El Ejército de Tierra adquiere equipos especializados en la detección de un amplio espectro de elementos letales para las potenciales víctimas, con un valor superior a los 460.000 euros

El Ejército se blinda ante un ataque con sarín y compra 17 detectores de agentes nerviosos
Un militar del Ejército lleva a cabo labores de desinfección en el aeropuerto de Barajas, en el marco de la Operación Balmis.

No se puede desdeñar la amenaza. Los equipos tendrán que caber en un maletín negro y deberán detectar la presencia de cualquier resto de una serie de agentes químicos en extremo peligrosos, aquellos manipulados y empleados para causar un daño letal entre las víctimas, desde el gas sarín al mostaza. El Ejército de Tierra se prepara para hacer frente a un ataque con agentes nerviosos, vesicantes o cianurados y, por eso, ha dado luz verde a la adquisición de 17 equipos detectores de elementos empleados en el contexto de la guerra química, con un potencial riesgo de acabar en manos de organizaciones terroristas. Cada uno de ellos está valorado en más de 27.000 euros.

Si la pandemia de coronavirus ha dejado una lección entre las filas militares, esa es que el enemigo puede adquirir formas hasta ahora nunca previstas, tanto en su agresividad como en su envergadura. Así, las Fuerzas Armadas contemplan la amenaza NRBQ (Nuclear, Radiológico, Biológico o Químico) como un vector de especial riesgo para la seguridad nacional.

La adjudicación aprobada por la Jefatura de Asuntos Económicos del Mando de Apoyo Logístico del Ejército de Tierra es un ejemplo de la advertencia de ese tipo de amenazas. Este órgano ha destinado un total de 466.321,90 euros (IVA incluido) para la adquisición de los 17 detectores de “agentes químicos de guerra y tóxicos industriales”, suministrados por la empresa Innovation for Shelter S.L.

Los requisitos del Ejército

Los requisitos establecidos por el Ejército de Tierra definen la batería de elementos químicos que los equipos adquiridos deben detectar. Entre los agentes nerviosos o neurotóxicos contempla los agentes que conforman el sarín, el tabún o el somán, entre otros. Asimismo, los equipos tendrán deberán detectar cualquier resto de agentes vesicantes (como el gas mostaza) o cianógenos, empleados como venenos en dosis minúsculas y que se han utilizado para eliminar a figuras destacadas en el panorama internacional.

Se trata de elementos prohibidos por la Convención sobre Armas Químicas de 1993 suscrito por la inmensa mayoría de países del mundo. Sin embargo, la amenaza terrorista -una secta atacó con gas sarín a los transeúntes en el metro de Tokio en 1995, provocando 13 muertos y miles de heridos- obliga a tener en cuenta la posibilidad de sufrir un ataque de estas características.

El Departamento de Seguridad Nacional (DSN) advierte en su Informe Anual 2020 del riesgo de que las armas compuestas por material radiactivo, así como las químicas o biológicas, terminen en manos de "actores no estatales, y en particular a organizaciones terroristas". El DSN recuerda que entre 2017 y 2020 ha "resurgido" el empleo de armas químicas con fines homicidas, destacando el caso Kim Jong-nam, familiar de Kim Jong-un, asesinado tras un ataque con una inyección letal en el aeropuerto de Malasia. También el agente Novichok, empleado contra los rusos Serguéi Skripal y Alekséi Navalni: "Las armas químicas siguen siendo un arma selectiva cuando se persiguen objetivos políticos o ideológicos y generar impacto sobre la salud pública".

La globalización y el desarrollo tecnológico también facilita las transferencias de conocimiento o el comercio de productos estratégicos, señala el DSN: "El riesgo de exposición accidental a los patógenos cada vez es mayor, pero también la posibilidad de que los mismos puedan caer en manos de agentes no estatales y en particular de organizaciones terroristas".

El Ejército de Tierra quiere estar prevenido ante cualquier tipo de situación y, aunque el expediente no cita el ámbito donde se emplearán los equipos, no existen antecedentes recientes de su uso en España. Cabe recordar, no obstante, que los militares están desplegados en zonas de conflicto y con un menor control sobre el uso o transporte de agentes nerviosos letales. Y que los efectivos españoles, con los conocimientos adquiridos, también transmiten sus técnicas a fuerzas armadas de otros países aliados.

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