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España

Caso Villarejo: la Audiencia Nacional sienta en el banquillo al excomisario del aeropuerto de Barajas

Carlos Salamanca será enjuiciado por la pieza del puzle del caso Tándem, en la que está acusado de recibir dádivas por permitir la entrada irregular en España de ciudadanos de Guinea Ecuatorial

El ya excomisario Carlos Salamanca en sus años en activo

La Audiencia Nacional sigue desenmarañando todo lo que rodea al expolicía José Manuel Villarejo: desde este lunes, se sienta en el banquillo a Carlos Salamanca, el excomisario del aeropuerto madrileño de Barajas, por la primera pieza del puzle del caso Tándem o caso Villarejo, en la que está acusado de recibir dádivas a cambio de permitir la entrada irregular de ciudadanos ecuatoguineanos.

Se trata del segundo juicio de esta causa en el que, sin embargo, no está acusado el excomisario José Manuel Villarejo, que fue condenado a 19 años de cárcel en su primera sentencia.

En esta ocasión, la Audiencia Nacional juzga al excomisario Salamanca, que resultó absuelto en la 'Operación Emperador' en la que se investigaba una red de blanqueo presuntamente liderada por el ciudadano chino Gao Ping, y al empresario Francisco Menéndez.

La Fiscalía pide 10 años de cárcel para el primero y seis meses para el segundo, a quien se atribuye la denuncia inicial que dio origen a la investigación, que fue realmente presentada de forma anónima por un tercero, David Vidal, por miedo del empresario a posibles represalias.

Los hechos se enmarcan entre los años 2012 y 2015, cuando el empresario, según el escrito de acusación de la Fiscalía, presuntamente habría abonado a Salamanca dádivas a cambio de facilitar la entrada irregular de responsables de Gepetrol, petrolera de Guinea Ecuatorial a la que Menéndez estaba vinculado, así como también de su suegra, de nacionalidad ecuatoriana.

Tratamiento VIP

La Fiscalía cree que Salamanca, jefe del Puesto Fronterizo del Aeropuerto de Madrid-Barajas de 2006 a 2015, en connivencia con Menéndez, ordenó que se expidieran visados en frontera "de forma arbitraria" en al menos cuatro ocasiones entre 2012 y 2013.

"Abusando de su puesto", sostiene, dispensaba a esos viajeros un tratamiento VIP, recogiéndoles a pie de avión y acompañándoles a la salida del aeropuerto, para burlar la vigilancia y control de aduanas y permitir "la introducción de elevadas cantidades de dinero en efectivo sin efectuar la preceptiva declaración de movimientos de medios de pago".

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