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Economía

El Gobierno se juega un ajuste de 25.000 millones si la UE no relaja las reglas fiscales

Presiona a sus socios para que suavicen los topes de déficit y deuda. Los objetivos actuales exigirían un recorte drástico a España en 2023

Primer aviso de Scholz a Sánchez
El nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, junto a Pedro Sánchez, en La Moncloa. EP

Los Estados Miembros comienzan a mover ficha en la nueva negociación de las reglas fiscales de la Unión Europea (UE), suspendidas desde primavera de 2020 y hasta 2023. Durante estos años, los países se están beneficiando de esta cláusula de escape que inhabilita el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) y les da manga ancha para incrementar el gasto sin vigilar la deuda y el déficit; pero la barra libre para todos acabará pronto, ya sea con nuevas medidas o con las reglas tradicionales.

España se juega mucho con posible el retorno de estas reglas si el debate entre los Veintisiete para reformarlas no llega a buen puerto. En concreto, el objetivo de déficit público marcado por el Gobierno para este año se sitúa aún en el 5% del PIB, dos puntos por encima del límite del 3%; mientras que la deuda pública se reducirá hasta el 115,1%, todavía casi duplicando la regla del 60%.

Es decir, que si los Estados no alcanzan un acuerdo y las reglas fiscales vuelven a estar vigentes a partir de 2023, España tendrá que llevar a cabo fuertes ajustes en las cuentas públicas para cumplirlas. Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas, calcula que en el caso del déficit, por ejemplo, habría que hacer frente a un desfase cercano a los 25.000 millones de euros.

Consciente de este riesgo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aprovechó la visita del canciller alemán Olaf Scholz este lunes para acercar posturas con el socialdemócrata y afirmar que las reglas fiscales son "difícilmente cumplibles" y, por tanto, "hay que reformarlas". También se mostró favorable a la idea de establecer una "regla de oro" para excluir del cómputo del déficit las inversiones verdes y digitales en las que se embarcarán en los próximos años los países, bajo el paraguas de los Next Generation.

El debate que ahora se abre en el seno de la UE para revisar el Pacto de Estabilidad está reconfigurando las alianzas: Francia e Italia abogan por flexibilizar las reglas adaptándolas a cada país, mientras los países frugales (Países Bajos, Dinamarca y Austria) se muestran partidarios de la ortodoxia fiscal. En esta última línea, el canciller alemán Olaf Scholz apostó este lunes por volver al Pacto de Estabilidad, al control estricto del déficit público y la deuda, al entender que es lo que ha dado el marco y las bases para poder acordar el Fondo de Recuperación. El socialdemócrata Scholz, coaligado con los Verdes, supone una baza importante para Pedro Sánchez, que intentó ayer hacer valer su propuesta de que las inversiones verdes no computen, pero el canciller se mostró firme en la ortodoxia en la rueda de prensa conjunta.

Reformar las reglas, ¿sí o no?

Raymond Torres advierte que un regreso a las reglas fiscales actuales podría tener un efecto similar al de la crisis financiera de 2008, de la que España tardó ocho años en salir. "La aplicación de las reglas a rajatabla tendría un impacto depresivo sobre el crecimiento económico", opina el experto. Torres se muestra partidario de aplicar la denominada 'regla de oro' y crear un presupuesto común anticíclico más ambicioso a partir del SURE (Support to mitigate Unemployment Risks in an Emergency).

Gregorio Izquierdo, director del Instituto de Estudios Económicos (IEE), advierte de que no es fácil renunciar a las reglas fiscales una vez que se aceptaron y cuando cree que la mayoría de los países cumple. Llama a “no perder la oportunidad de reformar cuestiones” que considera que sí sería beneficioso aclarar en aras de la eficiencia más allá de la sostenibilidad. Más que simplificar las reglas, apunta, “habría que distinguir entre ingresos y gastos y crecimiento potencial para que se pueda dilucidar si una reforma respeta unos parámetros pero puede dañar otros”, y pone de ejemplo una rebaja de impuestos, que puede elevar el déficit a corto plazo pero potenciar el crecimiento y, al contrario, una subida que comprometa el crecimiento.

Más allá de este tipo de estas consideraciones, a Izquierdo le preocupa que se flexibilicen los controles presupuestarios. En este contexto, además, cabe advertir de que hasta ahora España no ha jugado en la misma liga que Alemania y Francia, quienes se salvaron de un procedimiento por déficit excesivo en 2014 e impulsaron cambios en las reglas, posición de fuerza que España no ha tenido.

José Antonio Herce, profesor titular de Economía en la Universidad Complutense de Madrid, constata que muchos países tiene ahora una deuda que no pueden pagar y que la Comisión Europea se encuentra ante la tesitura de seguir extendiendo la paralización de las reglas por la pandemia a una coyuntura que ya no lo sea.

Por su parte, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha propuesto a Bruselas que las futuras reglas fiscales europeas se centren en vigilar la deuda y el gasto público, dejando el déficit como un simple indicador de sostenibilidad. En todo caso, el próximo movimiento formal corresponde a la Comisión, que tras abrir el debate en octubre y recibir las propuestas de los distintos organismos, expondrá la suya propia, previsiblemente, en este primer trimestre.

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