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Economía

Globalia presiona al Gobierno para que inyecte dinero en Air Europa de inmediato

Juan José Hidalgo, presidente de Globalia, y Javier Hidalgo, ex CEO de Globalia.

Globalia necesita un rescate inminente por parte del Gobierno para sobrevivir a la crisis del coronavirus. El grupo al que pertenece la aerolínea Air Europa tiene a la mayoría de sus empleados suspendidos de empleo para ahorrar costes, pero, aún así, dispone de liquidez para aguantar apenas un par de meses, tal y como informó Vozpópuli. 

La familia Hidalgo sigue a la espera de los 400 millones de euros que solicitó hace más de un mes al fondo de rescate que gestiona la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Las dificultades por las que atraviesa el grupo turístico tienen en tensión a toda la plantilla. La última llamada de atención la ha dado el director general de Transformación de Globalia, José Carlos Díaz Lacaci. 

"En Air Europa todavía no hemos recibido ninguna ayuda seis meses después de iniciarse la pandemia. Señores del Gobierno y las instituciones, necesitamos el dinero ya, necesitamos las ayudas que se han pedido", ha reclamado el directivo en una conferencia organizada por Bankinter y a la que ha asistido este medio. 

Díaz Lacaci reclama al Ejecutivo que estas ayudas llegan después de que otros países vecinos hayan reforzado el capital de sus aerolíneas de bandera, como es el caso de los Gobiernos galo y holandés con Air France-KLM. La compañía con sede en París ha conseguido ayudas estatales por 10.400 millones de euros y planea grandes recortes en su plantilla.

"Este grupo lleva más de 40 años liderando el sector y somos gestores profesionales, pero si estamos vivos y compitiendo con aerolíneas de bandera de otros países necesitamos el mismo apoyo con el dinero que nos falta ahora, porque si no estaremos en un problema nosotros y las familias que soportamos", ha advertido. 

El director general de Transformación de Globalia ha vislumbrado un 2021 como "un desierto horroroso", con una "inevitable agregación y concentración de empresas" a finales del próximo año y principios de 2022. En este sentido, ha exigido a las autoridades públicas que "se pongan con lo que tienen que hacer" y "suelten el dinero" que "hace falta" para "pasar este trance", y luego "ya nosotros volaremos solos".

La fusión con Iberia

Además, la incertidumbre pesa sobre una operación que se presentaba histórica en el sector aéreo español hace poco menos de un año: la compra de Air Europa por parte de Iberia. A la familia Hidalgo se le agota el tiempo y, mientras espera el rescate, renegocia el precio de compra con la antigua aerolínea de bandera, lejos ya de los 1.000 millones de euros acordados inicialmente, antes de que la crisis del coronavirus azotase su negocio.

Ambas partes llevan meses en conversaciones para alcanzar un nuevo pacto y salvar la operación. Iberia insiste en rebajarla a algo más de la mitad (400 millones de euros) ante la pérdida de valor de los activos de Air Europa, y esta última lucha por sostener el precio mientras sus cuentas se desangran, sin músculo para aguantar más allá de noviembre o diciembre.

Luis Gallego, expresidente de Iberia y nuevo consejero delegado del grupo IAG, amenazó por primera vez hace unas semanas con no culminar la operación si no se consigue "llegar a un punto de encuentro que sea bueno para ambas partes"; aunque por el momento el holding anglo-hispano mantiene su interés.

Iberia tiene poco más de siete meses, hasta mayo de 2021, para completar todo el proceso de adquisición de Air Europa, incluida la aprobación por parte de la Comisión Europea. Si llegada la fecha Bruselas no hubiese dado su visto bueno o cualquiera de las partes eligiera rescindir el acuerdo de transacción, Iberia tendría que hacer frente al pago de una compensación por 40 millones de euros, según el pacto inicial.

No obstante, fuentes jurídicas indican que Globalia también podría perder esta indemnización, pues Iberia podría sortear el pago acogiéndose a la famosa cláusula 'rebus sic stantibus', que permite revisar o resolver un contrato cuando las circunstancias sobrevenidas se hayan alterado de forma totalmente imprevisible. De esta forma, la operación puede acabar en los tribunales si las partes no alcanzan un acuerdo. 

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