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La marcha de Jon Rahm a la LIV Golf convierte el proyecto saudí en el epicentro del deporte mundial

El golfista de Barrika, junto al ex número uno Dustin Johnson, son los principales alicientes de una competición en auge. Aunque rodeado de polémicas, los éxitos en el fútbol y la futura incursión en la Euroliga de baloncesto han dado un giro de 180 grados a la percepción que existe sobre los petrodólares, confirmando que hay una base más allá del dinero

Jon Rahm. EP

El nombre que más titulares ha copado en las últimas semanas en el deporte ha sido Jon Rahm. El golfista español, campeón del Masters de Augusta y el Abierto de Estados Unidos, líder indiscutible de la escuadra europea, ha decidido llevarse su talento a la incipiente LIV Golf.

El de Barrika ha firmado un contrato hasta 2029 que supera los 500 millones de dólares, una absoluta barbaridad que ha removido los cimientos del golf mundial. Criticado por haber cambiado de parecer, pues Rahm dijo hace unos meses que "en la Ryder Cup son los mejores europeos contra los mejores estadounidenses, punto. Y pase lo que pase, para mí no debería importar quién juega o no en LIV Golf".

Estas declaraciones del pasado mes de mayo, tan tajantes como ovacionadas, se le han vuelto en su contra apenas medio año después, cuando ha decidido abandonar el PGA Tour, quien no dudó en sancionarle, puntualizando que sus resultados de la temporada 2022-2023 no contarán para el ranking de puntos que determina la elegibilidad para los torneos de 2024.

Aunque las redes sociales y la opinión pública han sometido a Jon Rahm a un juicio sin jurado ni defensa, sus compañeros de circuito han sido más comprensivos. Rory McIlroy, estrella del PGA Tour, en unas declaraciones a Sky Sports, analizó el adiós del español en clave deportiva, no únicamente en materia económica. El golfista norirlandés habló del conflicto abierto entre la LIV Golf y el PGA Tour, cuya falta de entendimiento está descabezando al mundo del golf.

“Nos estaríamos canibalizando como deporte, más o menos como ha pasado con las diferentes organizaciones del boxeo y de otros deportes. Para mí, tener a los mejores golfistas bajo un mismo paraguas es la mejor forma de seguir adelante porque creo que es lo que realmente quiere el público", comentó McIlroy.

Preguntado por la decisión de Jon Rahm y su participación en la Ryder Cup de 2025, Rory fue tajante. "Me he dado cuenta de que no se puede juzgar a alguien por tomar una decisión que siente que es lo mejor para él. ¿Me decepciona? Sí, pero el panorama del golf cambió el 6 de junio, cuando se anunció el acuerdo marco, y creo que eso ha hecho más fácil el salto del PGA Tour al LIV para los jugadores".

"Jon Rahm estará en Bethpage en 2025, así que, tras esta decisión, el Circuito Europeo deberá reescribir las reglas de elegibilidad de la Ryder Cup. No tengo dudas de esto, quiero a Jon Rahm en el equipo de la próxima Ryder Cup", sentenció la estrella sobre la posibilidad de ver al español defendiendo los intereses del equipo europeo.

Jon Rahm prende la mecha del éxito árabe en el deporte

La decisión de Rahm, independientemente de la opinión de cada uno, pone de manifiesto que el mundo del deporte está encontrando en los petrodólares la horma de su zapato. Hace unos años, cuando los primeros deportistas emigraban a la península arábiga (Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos), lo hacían solo en busca de fortuna, ansiando una última bolsa de monedas que garantizase el futuro de su familia para siempre.

Eran competiciones pésimas, mal gestionadas y que ni a los autóctonos interesaban. Todo esto empezó a cambiar cuando dieron el salto a la élite del deporte, pasando a ser dueños de equipos como el Manchester City, cuya propiedad recae desde 2008 en el jeque Mansour bin Zayed, de EAU.

Cuando hablamos de petrodólares, englobamos a todas las fortunas que provengan de países árabes como los anteriormente citados. Entre ellos está Qatar, quien se puso por delante en la carrera de tener éxito en la empresa deportiva. Tras hacerse con el PSG en 2011, organizaron el mundial de balonmano en 2015, logrando un histórico subcampeonato de la mano de la leyenda Valero Rivera.

Frente a los bandazos y la poca paciencia del PSG, la estabilidad y el proyecto del City, cuya hegemonía en la Premier y la Champions League provoca la envidia de los parisinos. Ansiosos por adelantarse a sus vecinos, Qatar fue la sede del pasado mundial de fútbol, disputado por primera vez a mitad de temporada.

Sin embargo, Arabia Saudí gestaba de tapadillo dos proyectos casi simultáneos para poner al deporte saudí en el epicentro del mapa. Por un lado, su liga de fútbol, cuyo despegue definitivo llegó este 2023 con las llegadas de Cristiano Ronaldo, Benzema, Neymar y compañía. Todos ellos con contratos desorbitados, pero la competición dejaba entrever que habían pasado de cementerio de elefantes a algo más, a la semilla de una inversión más elocuente.

Al margen del balompié, crearon en 2022 la mencionada LIV Golf, dispuesta a competir con el PGA Tour, aprovechando la infinidad de su chequera y el desorden que vive el principal ente golfístico del planeta. Ideas con sentido, cuyo éxito, evidentemente, existe por el dinero, pero cada día que pasa se atisba un futuro más internacional del que hace un lustro pensábamos.

A orillas del Dubai Creek se fragua la entrada de un equipo de la ciudad dubaití en la Euroliga, segunda gran competición de baloncesto solo por detrás de la omnipotente NBA. Entre Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos se están repartiendo el cambio hegemónico en el deporte mundial.

Una carrera, asemejada a la espacial vivida entre EE. UU. y la URSS, que de momento tiene a los saudíes en cabeza, gracias al fichaje de Rahm, movimiento sísmico sin igual en la historia del deporte.

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