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Por qué los Juegos Olímpicos están en el punto de mira de los terroristas

El libro 'Terrorismo y deporte', de Carlos Igualada, repasa todos los atentados contra eventos deportivos y aporta las claves sobre sus motivos, con un capítulo acerca de los atentados de ETA

Juegos Olímpicos Tokio 2021: horarios de los españoles en este jueves, 5 de agosto
Anillos de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

No es un libro sobre anécdotas deslavazadas, sino un recorrido cronológico y preciso sobre hechos contrastables. En Terrorismo y deporte (Catarata) Carlos Igualada, director del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo, repasa todos los atentados contra eventos deportivos -que empezaron en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972- y aporta las claves sobre las motivaciones de los perpetradores. Motivos más que interesantes de conocer ahora mismo, cuando se celebran los Juegos de Tokio.

Igualada empieza la obra contando cómo para muchas personas -usted también se reconocerá- tanto determinados atentados como ciertos acontecimientos deportivos son fechas especiales, de esas en las que uno recuerda dónde y qué estaba haciendo cuando esos hechos ocurrieron. Esa coincidencia está en el origen de este libro minucioso y ameno al mismo tiempo.

Luego explica los motivos por los que el deporte se convirtió en rehén del terrorismo. ¿Por qué los eventos deportivos son tan atractivos para los terroristas? Por "la repercusión global" que tienen, ya que todo acto terrorista es también un acto de propaganda; por el alto nivel de "audiencia" que está frente al televisor; porque "el trasfondo del mensaje" es generar miedo al atacar un refugio de disfrute como es el deporte; o por "la idoneidad del escenario", ya que un recinto deportivo puede ser el mejor lugar para atentar si quien atenta pretende escapar.

Todo el mundo mira

Estas razones de los terroristas, sean del abanico ideológico que sean, se multiplican durante unos Juegos Olímpicos como los que ahora mismo se celebran en la capital japonesa. Literalmente todo el mundo -más de 200 países participan- está mirando al lugar donde se celebra esta competición germinada en la antigua Grecia. El segundo capítulo del libro está dedicado a todos los atentados, fueran consumados o fueran frustrados por la policía, relacionados con las Olimpiadas.

Esa intersección entre deporte y terror que analiza Igualada empezó precisamente en los Juegos de Múnich 72, cuando el grupo palestino Septiembre Negro secuestró y terminó asesinando a nueve atletas israelíes. Este historiador narra con todos los detalles lo que ocurrió y expone en conversación con Vozpópuli que "aquel atentado acabó de forma traumática con la inocencia del deporte". Como también expone que una de las consecuencias del ataque fue que en Montreal 76 se puso en marcha un impresionante dispositivo de seguridad que después han imitado y perfeccionado en cada cita olímpica.

Los ingentes datos recopilados para esta obra incluyen el recuerdo de los atentados perpetrados por Corea del Norte para boicotear Seúl 88 -aquel avión donde murieron 115 personas-, los intentos de ETA por atentar en Barcelona 92 -Rafael Vera, secretario de Estado de Seguridad en aquella época, desveló 20 años después que se encontró una bomba en el techo del Palau Sant Jordi- o el conocido ataque de un miembro de la extrema derecha norteamericana en Atlanta 96.

También rememora la paradoja de que en Sidney 2000 el estado terrorista de los talibán en Afganistán intentó -sin éxito- participar en los Juegos para legitimarse. El autor cuenta que decidió escribir el libro cuando durante la pandemia leyó sobre ese intento. Asimismo, Igualada explica cómo los atentados del 11-S cambiaron para siempre las medidas de seguridad en todo el mundo. Después de la caída de las Torres Gemelas, ya nadie podía moverse como antes por el mundo. Al igual que el atentado yihadista del 11-M en Madrid en 2004 sirvió, al decir del autor, para aumentar la deslegitimación social del terrorismo de ETA en la sociedad española.

ETA contra el deporte

La forma en que ETA atacó al deporte ocupa una parte importante del libro. "Más allá de los intentos de atentados y de los que lograron materializar, los etarras se enfrentaron al deporte por la vía de la extorsión a futbolistas y empresarios, porque creyeron que era más rentable explotarlo económicamente", explica a este diario el historiador que, además, hace hincapié -y así consta en la obra- en "la equidistancia de buena parte de la sociedad vasca" respecto a los atentados etarras.

En el capítulo dedicado al terrorismo en España, el libro recoge numerosos detalles sobre la banda terrorista vasca y su relación con el deporte. De la meticulosa operación de seguridad para proteger a los futbolistas de la selección en el Mundial de España del 82 hasta aquel atentado cerca del Santiago Bernabéu el 1 de mayo de 2002, cuando se disputaba la semifinal de Champions entre Real Madrid y Barça, pasando por los citados casos de extorsión a futbolistas y directivos o por la colocación de bombas en las cercanías de varios estadios para boicotear los Juegos de la Ciudad Condal.

Pero, concluye el autor, ni ETA logró boicotear Barcelona 92 ni otras organizaciones terroristas consiguieron frenar las restantes ediciones de los Juegos Olímpicos, que si bien están siempre en el punto de mira de los amantes del terror, también son "la mayor operación de seguridad en tiempos de paz".

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