Ocho síntomas que advierten que tu flora intestinal puede estar dañada y cómo recuperarla

Durante un tiempo prácticamente abandonada, la salud intestinal va cobrando importancia. Desde hace unos años, expertos y organismos conciencian sobre la necesidad de mantener en buen estado nuestra floral intestinal, de la que dependen otras funciones del cuerpo. 

Según diversas investigaciones, el mal estado de la microbiota intestinal no solo está relacionado con la aparición de enfermedades y molestias digestivas, además, puede afectar al estado de ánimo e incluso a afecciones como el estrés y la ansiedad.

La flora intestinal es un conjunto de microorganismos que viven en perfecta simbiosis en nuestro intestino. Está formada por aproximadamente 100.000 millones de bacterias cuya principal función tiene que ver con la alimentación. La microbiota favorece la síntesis de los compuestos y facilita la absorción de nutrientes y colabora en el movimiento intestinal.

Pero además, ofrece una función protectora que impide la implantación de bacterias externas que pueden provocar infecciones. Por ello, es importante prestar atención a la microbiota intestinal y su buen estado.

Entre las causas que dañan la flora intestinal encontramos una mala alimentación; malos hábitos como el sedentarismo o el consumo de alcohol y tabaco; el envejecimiento; los trastornos del sueño; el uso de algunos medicamentos; los cambios en la dieta o en el clima, principalmente cuando viajamos o algunas enfermedades digestivas.

Los síntomas de una flora intestinal dañada

Como ‘máquina’ prácticamente perfecta que es, nuestro cuerpo trata de avisarnos cuando algo no funciona correctamente y nos advierte del problema manifestando algunos de estos síntomas.

- Inflamación abdominal: la hinchazón abdominal, sin causa aparente, es uno de los síntomas más evidentes de una flora intestinal dañada. Suele ir acompañada de la presencia de molestos gases.

- Diarreas frecuentes o episodios de estreñimiento.

- Mal aliento: aunque el mal aliento suele estar relacionado con una mala higiene bucal, también puede estar ocasionado por un problema digestivo, concretamente, una infección provocada por una bacteria llamada Helicobacter pylori que genera un gas llamado ureasa, que provoca mal olor.

- Lengua de color blanco.

- Sistema inmune débil: si la flora intestinal se desequilibra perderá la protección ante virus y bacterias, incrementando la posibilidad de que surjan infecciones.

- Necesidad de consumir azúcar en exceso: cuando la microbiota está dañada demanda más azúcar, entre otros nutrientes, para alimentarse y recomponerse.

- Cólicos o espasmos intestinales.

- Problemas para dormir: diversos estudios confirman que una flora intestinal dañada reduce la duración y la calidad del sueño. De igual manera, la alteración de los ritmos cardiacos y los ciclos del sueño modifican la microbiota.

- Heces con olor muy desagradable.

- Dolor abdominal o cólicos intestinales.

¿Qué hacer para regenerar la flora intestinal dañada y protegerla?

Mantener el equilibrio de nuestra flora intestinal conlleva un estilo de vida saludable y una alimentación equilibrada. Los expertos recomiendan seguir unas sencillas pautas:

- Mantener una alimentación sana que, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud incluya frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales,  y reduzca la ingesta de azúcar y sal y alimentos ricos en ellos .

- Es importante llevar a cabo las cinco comidas recomendadas para cada día y evitar, en la medida de lo posible, los alimentos ultraprocesados.

- Se recomienda incluir en la dieta diaria algunos alimentos con probióticos, o complementos nutricionales.

- Tener una correcta hidratación y beber entre un litro y medio y dos litros de agua diarios, dependiendo de las necesidades y del estilo de vida de cada persona.

- Evitar episodios de estreñimiento, para ello, es necesario no reprimir la necesidad de ir al baño que pueda causar alteraciones en el tránsito intestinal y, si es necesario, recurrir a alimentos ricos en fibra.

- Realizar ejercicio físico todos los días.

- Evitar malos hábitos como el consumo de alcohol o de tabaco.