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Ciencia

El papel "insustituible" de las ballenas en la lucha contra el cambio climático

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El papel de las ballenas en la absorción de carbono y en el funcionamiento saludable de los océanos se estima en más de 1.000 millones de dólares, lo que supone algo más de 907 millones de euros, según un artículo del Fondo Monetario Internacional (FMI) que considera "urgente" y de "máxima prioridad" alterar las rutas marítimas para reducir la elevada mortalidad provocada por colisiones con buques.

Las ballenas juegan un papel "insustituible" en la mitigación y la construcción de la resistencia al cambio climático, según el artículo de investigación de un equipo de economistas y académicos del FMI en el que ha participado la organización Great Whael Conservancy (GWC).

El estudio cifra el valor de las ballenas en la lucha contra el cambio climático en base a su contribución a la absorción de carbono y la vida saludable del océano.

Contribución de las ballenas

El artículo, que publica la revista Finance and Development (F&D) del FMI asegura que las ballenas contribuyen a reducir los niveles de carbono, aumentar los stocks pesqueros y a mejorar el beneficio económico derivado del turismo, lo que se traduce en unos 2 millones de dólares en términos de servicios ecosistémicos. Así, la cifra podría superar el billón de dólares americano, es decir unos 907 millones de euros.

Para el director adjunto del FMI Ralph Chami, uno de los autores del artículo, proteger a las ballenas es una estrategia que da solución natural al cambio climático, ya que pueden limitar los gases de efecto invernadero y el calentamiento global.

Así, destaca que es la primera vez que el valor de las funciones realizadas por las ballenas en el sistema oceánico-tierra ha sido comprendido claramente por los científicos en fechas recientes y considera que este hallazgo debería tenerse en cuenta a la hora de evaluar el coste de la protección de estos mamíferos.

En concreto, entre las evidencias científicas marinas recientes a las que se refiere el artículo, señala que las ballenas, en especial las grandes ballenas como la azul, la franca, la gris o la jorobada, desempeñan un papel "significativo" en la absorción de carbono de la atmósfera.

Según estimaciones científicas incluidas en el artículo, cuando las ballenas mueren se hunden hasta el fondo del océano, llevándose con cada una 33 toneladas de CO2 en promedio, y sacando ese carbono de la atmósfera durante siglos. En contraste, un árbol absorbe un máximo de 48 libras (22 kg) de CO2 al año.

Fertilizan el océano

Además, destaca que las ballenas tienen un "efecto multiplicador" del aumento de la producción de fitoplancton, ya que sus heces contienen los minerales necesarios para el crecimiento del mismo. Las ballenas llevan minerales hasta la superficie del océano mediante su movimiento vertical, llamado "la bomba de ballenas", y también a través de su migración por los océanos, llamada "la cinta transportadora de las ballenas".

Estimaciones preliminares indican que esta actividad "fertilizante" de las ballenas contribuye de forma significativa al crecimiento del fitoplancton en las zonas que estas frecuentan. El fitoplancton del océano es responsable de alrededor del 50 por ciento de todo el oxígeno producido.

Por su parte, el director de GWC, Michael Fishbach, recuerda que la pesca ballenera industrial cesó en gran parte desde la moratoria internacional de la década de 1980, pero se estima que aún la biomasa de las ballenas sigue estando por debajo del 25 por ciento de los niveles previos a la caza de ballenas.

Así, concluye que recuperar las poblaciones de grandes ballenas es un medio significativo para fomentar el potencial de absorción de carbono del océano, así como la salud del mismo y su capacidad de producir oxígeno. "Salvar las ballenas ayuda a salvar el planeta. Es así de simple", sentencia.

Los datos del FMI advierten de que algunas de las grandes ballenas no están logrando recuperarse como se esperaba 40 años después de que se prohibiera su caza

Sin embargo, los datos del FMI advierten de que algunas de las grandes ballenas no están logrando recuperarse como se esperaba, 40 años después de que se prohibiera su caza mayoritaria a nivel comercial en todo el mundo.

En concreto, respecto a los tiempos anteriores a la moratoria, la ballena azul ha disminuido un 98 por ciento; las francas, jorobadas y los cachalotes se han reducido entre el 70 y el 99 por ciento según las regiones oceánicas.

Ahora, los enmalles, la contaminación acústica y los plásticos son causas principales de su muerte y especialmente las colisiones con los supercargueros, tras la proliferación del tráfico de mercancías por vía marítima.

Para Chami, su autor principal, el artículo asigna un precio económico a su contribución para mantener un planeta habitable. "Potenciar la protección que otorgamos a las ballenas frente a los peligros creados por el hombre aporta beneficios para nosotros mismos, el planeta y, por supuesto, las propias ballenas", insiste, por lo que insta a que su protección se sitúe en primer plano de la agenda climática internacional.

"Su supervivencia debería formar parte integrante de los objetivos de todos los signatarios del tratado de París de la ONU sobre el clima. Esperamos que este trabajo contribuya a un debate urgentemente necesario sobre el valor de los esfuerzos para conservar y fomentar las poblaciones de ballenas del mundo entero", concluye.

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