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Historias de la historia

Polonia, un estado fallido

Hagan cuentas: 123 años bajo el yugo de los Zares, cinco bajo el nazi, 45 bajo el comunista, y ahora Polonia se rebela frente a la muy democrática Unión Europea

“Es preciso distinguir entre la nación polaca y su deplorable gobierno”. La frase podía haberla pronunciado ayer mismo cualquier comentarista o político de la Unión Europea, pero tiene dos siglos y su autor es Benjamin Constant, el padre del liberalismo moderno, el inventor de la democracia parlamentaria, que es la forma de gobierno en Occidente. Y es que desde el siglo XVIII Polonia se había convertido en el arquetipo del mal sistema de gobierno, de lo que ahora se llama “un estado fallido”.

La Historia de Polonia en la Edad Moderna es la de la nación más desgraciada de Europa, juguete de sus poderosos vecinos que se la repartieron tres veces en el siglo XVIII. Convertida luego en una posesión rusa durante más de un siglo, solamente recuperó la independencia tras la Primera Guerra Mundial, para perderla al inicio de la Segunda. En ese breve periodo de paz en Europa, Polonia sostuvo tres guerras con la Unión Soviética, Checoslovaquia y Lituania, y la mitad del tiempo estuvo bajo dictadura militar.

En 1939 se la repartieron Hitler y Stalin, y en 1945 la ocupación militar soviética impuso el comunismo, que es la doctrina política más opuesta al carácter nacional polaco, definido por un profundo catolicismo. Tras la desaparición de la Unión Soviética Polonia tuvo por fin libertad y democracia, pero enseguida cayó bajo el gobierno de la extrema derecha que provoca ahora conflictos gravísimos con la Unión Europea.
¿Por qué es Polonia tan desgraciada? ¿Por qué es un estado históricamente fallido? Según los más brillantes tratadistas se debía a su nefasto sistema político, la monarquía electiva.

Sobornos y prebendas

Rousseau, Mably, todos los escritores que se ocuparon de esa desdichada nación, atribuyeron sus calamidades, sus discordias, el despotismo que en su seno ejercían las potencias circundantes, a la sola existencia de un jefe electivo. Esta institución, tras haber convertido a Polonia durante varios siglos en escenario de anarquía y violencia, ha acabado por borrarla del número de las naciones”, escribía Benjamin Constant en Una Constitución para la República de los Modernos.


Enrique de Valois quedó muy decepcionado por la pobreza del país y su duro clima, mientras que los nobles polacos lo despreciaron por afeminado

En el siglo XVI, cuando comenzó la Edad Moderna, Polonia era un país importante, regido por una monarquía hereditaria como el resto de Europa. Pero en 1572 murió el rey Segismundo II Augusto, el último de los jagelones, la dinastía reinante. Aunque se había casado tres veces no consiguió tener hijos, y entonces una asamblea de nobles decidió convertir la monarquía polaca en electiva.

No hay que pensar con el prisma actual que eso fue un avance de la democracia, sino todo lo contrario, un salto atrás, pues suponía reforzar el feudalismo. Cualquier candidato que quisiera ser elegido por los magnates polacos tenía que someterse a sus exigencias, sobornarlos con prebendas que aumentaban el poder feudal.

Las elecciones resultaron muchas veces extravagancias políticas. El primer rey electo de Polonia fue… un francés, Enrique de Valois, hermano del rey Carlos IX de Francia. Le consiguió la corona el embajador francés en Polonia, que prometía a cambio grandes cantidades de oro. Enrique llegó a tomar posesión de su reino en enero de 1574. Quedó muy decepcionado por la pobreza del país y su duro clima, mientras que los nobles polacos lo despreciaron por afeminado. Pero el 30 de mayo murió Carlos IX, y al no tener descendencia la corona de Francia le correspondía a Enrique. Si te he visto no me acuerdo, le dijo Enrique a los polacos, y a mediados de junio abandonó Polonia. El primer monarca electo les había durado menos de cinco meses.


Entre Hitler y Stalin

Luego fueron elegidos reyes de Polonia príncipes húngaros, suecos, polacos y sajones, que llevaron al país de mal en peor. Por una parte los nobles exigían cada vez más cuotas de poder a cambio de su voto, debilitando al estado, que no tenía ingresos por impuestos y ni siquiera podía mantener un ejército. Por otra las potencias europeas tenían sus proopios candidatos, que dependían de un estado extranjero para mantenerse. Los mismos candidatos subían y bajaban del trono, según la fuerza que ejercían sus patrocinadores, pero desde principios del siglo XVIII puede decirse que Polonia era un protectorado ruso.

Para culminar la serie de despropósitos, el último rey de Polonia sería un amante de Catalina la Grande, Estanislao Poniatowski, impuesto por la zarina en 1764 bajo amenaza de invasión. Durante su nefasto reinado se produjeron los vergonzosos Repartos de Polonia. En 1772 Rusia se quedó con el Este del reino polaco, Austria con el Sur y Prusia con el Norte. Peor fue el Segundo Reparto de 1793, en el que Rusia y Prusia rapiñaron mucho más territorio polaco, quedando Polonia reducida a un pequeño país. Y en 1795 tuvo lugar el Tercer Reparto, desapareciendo el reino de Polonia, la mayor parte del cual se convertiría en una provincia rusa.

Las malas prácticas históricas crean vicio. En 1939 Polonia llevaba apenas veinte años de país independiente, cuando Stalin y Hitler, hasta ese momento enemigos a muerte, hicieron las paces a costa de Polonia. El Pacto Germano-soviético, firmado en Moscú el 23 de agosto de 1919, le permitió a la Alemania nazi desencadenar la Segunda Guerra Mundial una semana después. El 1 de septiembre los nazis invadieron Polonia. El 17 de septiembre lo harían los soviéticos por el Este. La peor guerra de la historia, la mayor masacre que ha sufrido la humanidad, comenzó así con el Cuarto Reparto de Polonia, el estado fallido de Europa.

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