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Cultura

Lola Higueras, arqueóloga submarina: “España fue la más grande en el descubrimiento geográfico del planeta”

La americanista fue galardonada este jueves con el premio Cinco Océanos en el MadBlue Impact Global Summit

el glorioso
Combate del navío Glorioso contra el navío británico Darthmouth, de Ángel Cortellini Sánchez.

El currículum de Lola Higueras es profundo como el mar al que ha dedicado toda su vida. Historiadora, americanista, arqueóloga submarina, responsable de museo… Su trayectoria está ligada al Museo Naval, una de las más importantes instituciones americanistas españolas al encargarse de administrar y custodiar el riquísimo patrimonio de la Armada Española, del que se jubiló como Directora Técnica en 2005. 

La cumbre MadBlue Impact Global Summit que se ha desarrollaso esta semana en Madrid ha galardonado a Higueras con el premio Cinco Océanos por la divulgación de la historia del patrimonio marítimo español a través de su investigación y extensa obra literaria. Unos días antes de la entrega, Higueras atiende a Vozpópuli.

Pregunta. Acabamos de ver el lanzamiento de la nave que quiere llevar a los primeros hombres a Marte, ¿La monarquía hispánica era la NASA o el SpaceX del siglo XV y XVI?

Respuesta. Supuso un esfuerzo científico muy puntero que situó a España realmente en el punto más importante de la ciencia en Europa. Hay un cierto paralelismo en el sentido de que las dos, Estados Unidos y España, cada uno en su época, fueron naciones punteras que emprendieron empresas que, en su época, poco menos que se creían imposibles, eran muy difíciles, no tenían digamos el consenso, la confianza de todo el mundo, pero se lograron con un gran éxito y en ese sentido puede haber una cierta comparación. Porque también son dos empresas vestidas de intereses científicos, políticos, estratégicos y en ambos casos también ese inmenso desarrollo científico provocó un desarrollo a su vez importante en otras muchas facetas de la vida

lola higueras
La arqueóloga submarina y americanista, Lola Higueras.

P. Tengo la sensación de que entre el gran público no ha calado la idea de la hazaña científica que conllevaban estas expediciones y que se piensa en estos viajes como una especie de casualidades y aventuras que todos los reinos podían llevar a cabo

R. Claro. Una parte muy importante de mi vida profesional la he dedicado justamente a la difusión de lo que supuso realmente la navegación oceánica y la realidad de España como gran potencia marítima, sobre todo, en el siglo XVI y en el XVIII. Y es que la gente en España no ha tenido un gran amor a nuestra historia ni a nuestras hazañas. Así como los franceses y los ingleses han publicado todo lo que han hecho, han hecho grandes síntesis de su importancia en el descubrimiento del mundo, nosotros no hemos tenido desgraciadamente esa inquietud. Tenemos los mejores archivos, pero en cambio, no tenemos esa vocación que sí tienen nuestros vecinos de difundir lo que han hecho. Sin embargo, creo que estamos en situación de afirmar que España fue la más grande en el ámbito del descubrimiento geográfico del planeta.

¿De dónde cree que viene este desinterés comparado con otras potencias como Francia o Inglaterra?

R. Viene de nuestro carácter que tiene muchos pros y contras. Vivimos permanentemente acomplejados por lo que nos dicen que hicimos, pero no nos ocupamos realmente de conocer en profundidad qué es lo que hicimos y cómo lo hicimos. Y, en fin, a mí por eso me ha preocupado mucho en mi trayectoria profesional difundir.

Hay cosas que son muy importantes que la gente conozca, para no sentirse siempre agobiado y culpabilizado por las cosas que dicen que hicimos. La leyenda negra famosa, ha podido prosperar también por nuestra indiferencia, por nuestra falta de interés por combatir esto. Entonces, un poco culpables somos nosotros de que todo esto haya prosperado y muy culpables, desde luego, que la sociedad en general no haya comprendido, ni entendido, ni valorado la gran empresa española en América.

P. ¿Entre qué fechas fijaría usted la hegemonía española, la época en la que se le puede considerar a la Corona española, como la señora de los mares?

Claramente, el siglo XVI completo, el arranque del siglo XVII, y luego ya viene una decadencia brutal económica que nos desvincula casi completamente. Tenemos que alquilar pilotos franceses para que nos lleven las naves a América. Una decadencia atroz. Y luego, con la llegada de los Borbones, otra vez, el proyecto borbónico pone sus ojos en la relevancia de que España vuelva a ser una gran potencia marítima, y lo consigue.

Hay una industria inmensa en torno al buque, que era la máquina más importante de la época. Esa política continuista dio un éxito fabuloso, y aproximadamente, podemos hablar ya desde el viaje de Jorge Juan para la medición del grado meridiano. Ahí empiezan una serie de expediciones que conocemos como científico-marítimas, porque todas ellas son a través de la mar, generalmente patrocinadas por la Corona.

P. ¿Para usted, la medalla de oro de las expediciones es la de Malaspina?

R. Sí, porque es el resumen de esta fabulosa política de los Borbones, por construir de nuevo a España como una gran potencia marítima. Esa potencia marítima es una realidad a partir de los años sesenta del siglo XVIII, España ya está en calidad de construcción y potencia de armada por encima de ingleses y franceses, y la disputa en esa época, a la mitad del XVIII, va a estar en el Pacífico, que fue el famoso lago español. En el siglo XVII habíamos perdido mucho posicionamiento en el Pacífico, entonces en el XVIII la política es recuperar toda la margen del Pacífico americana, recartografiar con los nuevos cronómetros ingleses, que ya dan una fiabilidad a la cartografía que no ha podido tener en los siglos anteriores. Sobre todo, hacerse presente en la costa noroeste, que en ese momento está ya sintiendo la presencia rusa, y luego ingleses y franceses posicionándose en esa costa enormemente estratégica para poder dominar el Pacífico.

P. La de Malaspina no fue solo una expedición científica

R. La expedición de Malaspina es una expedición de Estado, sobre todo de Estado, que se envía a América para hacer un gran inventario de la situación administrativa y política de los territorios ultramarinos españoles. Es fundamentalmente política, pero como es una expedición claramente ilustrada, no podían faltar en este proyecto todos los intereses de la ilustración, que son la botánica, la zoología, la mineralogía, etc. Tienen un gran contenido estratégico y político, porque una de las funciones de esta expedición es reforzar la presencia española en la costa noroeste y ver qué están haciendo los ingleses en Australia, que significa un peligro potencial para el dominio español en el Pacífico. 

P. Repasando sus trabajos, sorprende ver el escaso porcentaje de barcos hundidos durante estos siglos

R. Muy pocos. En el tráfico atlántico a veces hay pérdidas muy sonadas, porque el Atlántico es la vía de comunicación que trae los metales preciosos de América, que se están empezando a producir en la explotación de las minas, sobre todo en Perú, la plata se transporta y ahí sufre una serie de peripecias terribles. Por una parte los temporales tremendos, porque es una plata que generalmente sale por los puertos de Veracruz. El Caribe tiene unos temporales que muchas veces producen grandes hundimientos, pero también la piratería. Llega un momento que el Atlántico sufre el acoso tremendo de los piratas ingleses, franceses también, pero sobre todo ingleses. Y España tiene que cambiar su estrategia, crea las grandes flotas, agrupa varios buques que vienen protegidos por buques armados de la Armada. 

La plata es un elemento muy importante para financiar las guerras que Carlos V y Felipe II tenían en Europa con los franceses, con los turcos, en el Mediterráneo, con Italia... Cuando se hundía un barco era una tragedia realmente importante. También una parte muy importante de esos recursos iban al norte de Europa, especialmente a Flandes, para adquirir textiles, porcelanas, bienes materiales que volvían a América a través del Galeón de Manila. España no fue la gran explotadora de América, porque España a lo largo del siglo XVI se desangra materialmente en América, porque América nunca fueron colonias, esto es muy importante. América fueron provincias españolas y se volcó una cantidad de recursos bestiales en infraestructuras, en vías de comunicación, construcción de fortificaciones, puertos, grandes ciudades, universidades, hasta 21 universidades, muchas más a las que había en España. 

Nosotros sacamos metales preciosos de América, desde luego, que fueron para dar a las políticas y también abastecer a América de bienes materiales, pero desde luego dejamos en América tal cantidad de bienes en todos los sentidos, de infraestructuras, de ciudades, de universidades, de colegios, una sociedad potentísima.

España no fue la gran explotadora de América, porque España a lo largo del siglo XVI se desangra materialmente en América

P. Dentro de este intercambio comercial y de este sistema, también hay que mencionar el esclavismo, porque durante varios siglos fue también uno de los puntos básicos.

R. Es una gran lacra, sin duda, que tenemos todos los países que hemos colaborado en ese espantoso tráfico, que tienen su origen desde luego en África y en los propios africanos. No hay que olvidarse de esto. La gente que capturaba a esas pobres gentes eran sus propios convecinos indígenas y sus traficantes monstruosos que hacían su negocio allí. España no tuvo un nivel de tráfico tan importante como lo tuvo Inglaterra, ni muchísimo menos. Pero es cierto que eso es una realidad y eso existe, desgraciadamente.

P. Hablando sobre los hundimientos, últimamente han salido muchos reportajes sobre los expolios en tierra con los famosos detectoristas que revientan yacimientos. ¿Cómo está la situación de los expolios en el patrimonio marítimo sumergido?

R. Yo creo que en este momento está mucho más controlado. Los años 60-70 han sido los más negros desde el punto de vista del tráfico ilegal del patrimonio sumergido y de grandes empresas de accionistas que lo que iban a hacer era ganar dinero. Tenían sus documentalistas instalados en el archivo de Indias que sacaban los datos necesarios, pero con la ventaja que hemos tenido de que en el siglo XVI no era posible calcular la longitud.

Ahora estos expolios ya no serían posible, por el protocolo de la UNESCO del año 2001. Se llegó a una ideología ética por la cual esas empresas estaban mal vistas.  Pero esos pecios, hablo de los españoles, por ejemplo, que están por el mundo entero, a veces están en una islita pequeñita, que es un Estado actual y que está en la ONU también, y no tiene patrimonio ninguno. Ese país de ninguna manera va a votar que sí, a que venga luego el país grandote que tenía su barco, se lleve lo que hay allí en su territorio en este momento.

Por ejemplo, Colombia no firmó ese protocolo, no tenemos la menor posibilidad de entrar ahí en nada. Es muy complicado, es un tema sumamente complejo y muy caro, las excavaciones subacuáticas son sumamente caras. Pero el pecio, el buque hundido, es un elemento arqueológico de un valor extraordinario, porque es una cápsula del tiempo que se hunde con todo dentro, sus personas, pero también su cultura, su material,la vida a bordo, toda la historia comercial que encierra el tránsito de ese buque.

P. ¿Tiene usted un pecio favorito?

R. No, favoritos no. Han aparecido hace unos años unos buques fenicios en muy buen estado, en Cádiz. Creo que es de los hallazgos más importantes que se han podido hacer, pero claro, son también muy difíciles de conservar. Se está pensando seriamente en conservar las estructuras más importantes sumergidas en su hábitat. Cuando la profundidad lo permita hacer un museo como se está planteando en Alejandría: poner unas grandes plataformas transparentes a través de las cuales se pudiera observar lo que se ha excavado.

La política, cuando entra en el mundo de la cultura, generalmente se equivoca

P. Entrando ya en otra etapa de su vida, ya como responsable de museo, el Nacional de Antropología, acaba de decidir retirar los restos humanos de la exposición. ¿Qué le parece?

R. Estoy de acuerdo. Porque eso responde, efectivamente, a una época, a una mentalidad, a la comprensión de una manera de entender la historia del hombre que hay que respetar. Es muy importante cuando estamos intentando hacer análisis históricos de muchos siglos atrás situarnos en la mentalidad, en la legalidad, en la desigualdad de esa época. Sin embargo, es muy posible que haya cosas que sean revisables y que realmente merezcan un nivel de respeto importante.  Por ejemplo, hay una polémica con los submarinos hundidos que se están localizando, que son tumbas humanas, porque tienen muchas personas dentro muertas. Y hay una tendencia muy importante que dice que se dejen reposar a los muertos en el mar. Es una tumba natural.

De todas maneras, estamos en un momento muy complicado de revisión de cosas que a mí no me parecen lógicas. Hay una tendencia ahora también de devolución de obras históricas patrimoniales. También hay una polémica con el Museo de América que a mí no me parece ajustada a la realidad. Primero, porque eso no fue robado. Era territorio español que en un momento dado construyó sus museos históricos. Fueron territorios que eran suyos. Y segundo, porque ya no hay a quién devolverle esas piezas teóricamente. Esas sociedades han desaparecido. Las sociedades originarias de aquellas piezas famosas ya no existen, tampoco esas comunidades. 

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La Dama de Elche, en el Museo Arqueológico Nacional.

P. Las devoluciones generan conflicto hasta dentro de un propio país, como el caso de la Dama de Elche...

R. Yo respeto a todo el mundo, pero que se esté reivindicando que la dama de Elche se lleve donde se encontró... Madrid es territorio español y está en el museo arqueológico más importante de España. Es decir, que se puede llevar transitoriamente, si es interesante, y el museo tiene las condiciones adecuadas, pero tampoco se trata ahora de devolver cada pieza de España. 

Todo eso está movido más que por la cultura, por la política. Pero la política, cuando entra en el mundo de la cultura, generalmente se equivoca, porque tiene un proceso de intereses que generalmente no son acordes con la lógica de la cultura y de la ciencia.

P. La última remodelación del Naval también generó algo de polémica ya que la nueva muestra se interpretó como una forma del museo de destacar las victorias y minimizar las derrotas.

R. Es una política respetable que es la del actual almirante director del museo. Yo he vivido otros tiempos, otros directores… A mí me parece que un museo debe ser lo más sincero y real con la historia verdadera del país, en este caso, de la historia marítima de España, que tiene muchas luces y también tiene sombras, como toda la historia, de triunfos y también derrotas. Desde mi punto de vista, tiene el mismo valor una cosa que la otra, tiene que ser expuesto con verdad y con autenticidad. Pero, dicho esto, yo creo que es una polémica un poco absurda, porque cada institución, en cada momento, está bajo la responsabilidad y el criterio de una determinada persona, que es la responsable de la institución en ese momento.

P. Una gran parte de la polémica vino por la queja de Arturo Pérez-Reverte de la retirada del cuadro “El Glorioso”, de Augusto Ferrer-Dalmau.

R.Si quieres que te diga mi opinión, fue absurdo, totalmente absurdo, porque es que ese buque fue una de las grandes victorias morales de la Marina Española, porque luchó solo hasta la extenuación con muchos buques enemigos y los propios ingleses le dieron homenaje al buque cuando ya no había munición, como era costumbre en la época. Aparte que era un cuadro magnífico, que venía mucha gente a ver. Entonces, para mí eso no tuvo lógica. En mi opinión, yo creo que no se debió retirar.

El último combate del Glorioso, de Augusto Ferrer-Dalmau

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  • C
    chekar

    Que sabiduría y que sensatez rebosa esta señora. Sólo esta corta entrevista es un diamante en el panorama mediático actual. Y además buceadora! (como yo). Que tomen nota en los medios para dejarle un buen hueco en sus páginas para que ilustre a mucha gente.

  • C
    ConTroll

    Una entrevista realmente interesante, una gran profesional.

    Y Arturo Pérez-Reverte mostrando su estúpida arrogancia, su ignorancia supina, su necia prepotencia "cancela" una obra excelente.

    Gran necio, el tal Pérez,