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Ismael Serrano, el doble filo de la nostalgia

El cantautor madrileño convence con la gira de 'Seremos'

Matinal en el Teatro Nueva Alcalá (Madrid). Una hora antes del pase, ya hay largas colas de seguidores con ganas de escuchar la presentación de Seremos (2021), el último trabajo de Ismael Serrano. Se trata de un álbum mucho más sencillo y pegadizo, sin apenas canciones políticas, donde el madrileño posa de traje y hasta baila en algún vídeo. Para muchos es el primer concierto al que acuden desde la pandemia y se palpa cierta excitación, a pesar de estar sentados y con mascarilla.

¿Qué vimos sobre las tablas? Un concierto intenso, sin bajones, a pesar de la costumbre del artista de hacer recitales largos, por encima de las dos horas y media. Arrancó con una pieza reciente, “No soy”, donde pone de su parte para desmarcarse de los tópicos del género. “No soy el cantautor que vino a ordenarte la vida”, dice la primera frase. “No soy el perdedor/Que llora ante el espejo/ ni el corazón más puro/Solo soy, solo soy/ solo soy aquel que te amó/ como pudo”, confiesa. Parece un buen ejemplo de cómo el cantautor (y casi todos) vamos cambiando la épica sentimental por un digno trapicheo vital.

El formato piano, violonchelo y guitarra no resta pegada a las canciones, sino que las aligera y espabila en muchos casos. Otro acierto del recital fue el hilo narrativo: Serrano teatraliza el concierto como la entrevista en un estudio de radio, donde interpreta canciones y responde a una periodista que es una antigua novia (con la que mantiene conversaciones en on y en off ). El libreto de su reencuentro mantiene la tensión, hilando un repertorio de más de un cuarto de siglo. En una de las conversaciones, Serrano le pregunta a su exnovia lo siguiente “¿No serás tú una de esas personas que piensan que mis discos antiguos son los mejores? Siempre he creído que quien echa de menos esos primeros discos en realidad lo que echa de menos es cómo era su vida en esa época", reflexiona.

Madurez y nostalgia

Serrano apuesta por los diálogos autoparódicos, donde se presenta como mal novio, adicto a la melancolía y cursi en ocasiones (hasta admite que algún verso de sus piezas más famosas podría usarse en productos de Mr. Wonderful). Cuando aborda su tendencia enfermiza a la nostalgia, la presenta como algo inevitable en los cantautores, pero también advierte de su carga reaccionaria (seguramente un guiño a las recientes polémicas alrededor de la escritora y columnista Ana Iris Simón y su novela Feria). En realidad, nos suele parecer aceptable nuestra nostalgia y sospechosa la de los demás, sea en cuestiones sentimentales o políticas. El concierto fluye con soltura y réplicas afiladas del libreto radiofónico, que ayudan a refrescar los sentidos entre canción y canción.

Hace tiempo que es un cantautor clásico, seguramente el más sólido de su generación

Lo que importa, claro, es el repertorio, donde destacan canciones como “La llamada”, que recuerdan el ímpetu del 15-M, sus posibilidades de un nuevo pacto social. También es interesante el proceso de “Papá, cuéntame otra vez”, una pieza originalmente escrita para cuestionar las exageraciones en los relatos de la generación de Mayo del 68 -la de su padre-, que ahora se ha convertido en una especie de reconocimiento de que la de Serrano no fue capaz siquiera de tejer un relato propio. Piezas como "Vine del norte", "Absolutos" y "Últimamente" (el cierre) suenan especialmente inspiradas esta mañana, con esa vulnerabilidad contagiosa que caracteriza su estilo musical.

Al final, cumplir años consiste en reconocer cada vez más errores propios y méritos ajenos. Todo eso lo refleja un concierto de Ismael Serrano en 2021, que hace tiempo es un cantautor clásico, seguramente el más sólido de su generación y el más querido por el público. La izquierda ha perdido su hegemonía y el 15-M se apagó en menos de una década, pero las canciones de Ismael Serrano suenan vivas, seguramente contra la mayoría de los pronósticos.

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