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Cultura

'Érase una vez en Euskadi', un homenaje a los "maquetos" en tiempos de ETA

Manu Gómez debuta en el largometraje con la mirada tierna de cuatro niños a los años convulsos del País Vasco y la convivencia con las drogas y el sida

Los preadolescentes de la primera parte de los años 80 vivieron la epidemia de la heroína entre los jóvenes más cercanos, familiares o amigos, y también fueron testigos de los primeros casos de sida que se conocieron. Jugar al fútbol o al escondite y encontrarse con una jeringuilla era para muchos algo cotidiano. En el País Vasco, además, estuvieron rodeados del terrorismo de ETA y la violencia callejera que arrastraba en aquellos años tan convulsos. Ahora, el cineasta Manu Gómez retrata la mirada tierna de la infancia en este contexto social tan oscuro y alejado de la actualidad en la película Érase una vez en Euskadi, que se estrena este viernes en los cines.

Gómez, que con esta cinta debuta en la dirección de largometraje, nació en 1973 en Mondragón (Guipúzcoa). Con esta información y apenas un par de líneas de la sinopsis de su ópera prima, no hay que ser muy avispado para saber que él es uno de los personajes de su película o que, al menos, todos beben de las biografías de aquellos con quienes convivió en su infancia.

Aquí los protagonistas son Marcos, José Antonio, Paquito y Toni, cuatro amigos de doce años que esperan con ganas las vacaciones del verano de 1985. Todos tienen algo en común: son hijos de emigrantes que buscaron una vida mejor en el norte del país, que de manera despectiva eran conocidos como "maquetos".

Mientras que en la película Surcos, su director, José Antonio Nieves Conde, también abordó el éxodo aunque tan solo desde el pueblo a la ciudad, como recuerda Gómez, en este caso habla la realidad que vivieron los "maquetos", al igual que ocurrió con los "charnegos" -emigrantes en Cataluña procedentes de otras partes de España-. Los acentos y las diferentes culturas gastronómicas contrastan en una tierra en el que la industria ha sido cobijo para quienes buscaron un futuro mejor.

Hacía falta mano de obra y ahí estaban nuestros padres peleando por darnos un plato de comida y vivir de la manera más digna posible", cuenta el director

"Me apetecía hablar de la emigración en el propio país, que también fue una parte responsable de la Euskadi que tenemos hoy. Hacía falta mano de obra y ahí estaban nuestros padres peleando por darnos un plato de comida y vivir de la manera más digna posible. Es un absoluto homenaje a ellos", ha señalado el cineasta en declaraciones a Vozpópuli con motivo del estreno de la cinta, que tuvo su puesta de largo en la pasada edición del Festival de San Sebastián.

Adolescencia, ETA, jeringuillas y sueños rotos

En esencia, Érase una vez en Euskadi es una película sobre el despertar de la adolescencia, que pretende rendir homenaje a la infancia y la amistad, y que habla de "los sueños rotos que a lo largo de la vida se van desmembrando". Al mismo tiempo, es un retrato de una época dura que poco tiene que ver con el presente, en el que, por regla general, los niños que se asoman a la adolescencia no se enfrentan en la mayoría de los casos a la situación de drogadicción o, en el caso del País Vasco, de violencia callejera.

"Nosotros vivíamos con la violencia de una manera casi diaria. El terrorismo y la actividad de ETA, la izquierda abertzale, las manifestaciones, los contenedores quemados de una manera constante, las carreras o los disparos formaban parte de una cotidianidad con la que convivíamos con una naturalidad asombrosa", cuenta el director.

Era habitual encontrar jeringuillas en la fuente en la que bebías agua después de un partido de fútbol, así como en el parque o en el frontón. Había gente picándose y tú ibas a por el balón", recuerda el director

Además, el sida y la heroína formaron parte del paisaje urbano y, tal y como recuerda el director, "era habitual encontrar jeringuillas en la fuente en la que bebías agua después de un partido de fútbol, así como en el parque o en el frontón". "Había gente picándose y tú ibas a por el balón", apunta. Poco después llegó el sida, que "arrasó" con las vida de muchos jóvenes tanto en su Euskadi natal como en el resto de España.

Para Manu Gómez, cuando la cultura aborda asuntos como la violencia o, en concreto, el terrorismo, tiene "la responsabilidad de que llegue a las nuevas generaciones". En este sentido, está de acuerdo con la directora Icíar Bollaín, quien señaló recientemente a Vozpópuli con motivo del estreno de Maixabel que los jóvenes de hoy no saben lo que es ETA.

Puesto que Érase una vez en Euskadi se estrena el mes en el que se conmemora el décimo aniversario del anuncio del fin de la actividad armada de ETA, es inevitable preguntar a Manu Gómez por las palabras del líder abertzale Arnaldo Otegi hace unos días. "Las primeras me parecieron bien y las segundas terribles, una absoluta contradicción que de alguna manera quitaba valor a las primeras", ha señalado, al tiempo que no ve sentido en los homenajes a presos apoyados por Bildu. "Eso es contradecir la responsabilidad de los que afirman que se equivocaron y provocaron mucho dolor", concluye.

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