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Cultura

'El silencio': el thriller inverosímil pero adictivo que arrasa en Netflix

Aitor Gabilondo, creador de 'Patria', triunfa con una serie que no recibe buenas críticas a pesar de ser la más vista de la plataforma

Fotograma de 'El silencio'
Netflix

¿Qué fue de Andrés Rabadán, conocido como "el asesino de la ballesta"? ¿Y de José Rabadán, el "asesino de la catana"? Aquellos parricidios, ocurridos en 1994 y 2000, respectivamente, dejaron en shock a media España en las décadas previas al auge de las plataformas y sus documentales basados en crímenes reales que tanta fascinación despiertan en la actualidad. Algo de esa atracción y parte del recuerdo que aquellas noticias dejaron en el imaginario colectivo podrían ser el germen y también el gancho de la serie que triunfa a lo largo y ancho del país: El silencio.

Esta ficción es una creación de Aitor Gabilondo, responsable de series como Patria, y desde su estreno, el pasado 19 de mayo, se ha posicionado como la producción más vista de la plataforma en España. Puede que el morbo funcione como punto de partida de un thriller que, a pesar de tener uno de los peores elencos que se recuerdan en una serie española, a juzgar por las críticas de los espectadores, se ha vuelto casi adictiva para muchos.

La serie plantea un crimen que tiene lugar en un edificio de una de las zonas nobles de Bilbao. Un transeúnte pasea en bicicleta y ve precipitarse desde un balcón a una mujer, seguida de un hombre que cae en el mismo lugar. Su hijo, Sergio Ciscar (Arón Piper), es acusado de haber asesinado a sus padres. Seis años después de haber sido internado, sale de la cárcel en libertad vigilada. Sin embargo, el motivo del crimen aún no ha sido revelado porque, desde que se celebró el juicio, no ha hablado con nadie. Por ello, Ana Dussel (Almudena Amor), una joven psiquiatra, decide observar en secreto al joven para determinar si sigue siendo un peligro para la sociedad.

'El silencio' es una versión algo tenebrosa de 'El show de Truman' por las calles de Bilbao que, por qué no decirlo, funciona como un escenario perfecto para este thriller agorafóbico

El arranque de la serie es intrigante y atractivo, motivo suficiente para caer en la pequeña trampa en la que caen otras series, que juegan con la dosificación con cuentagotas para justificar la duración de la trama que, en este caso, es de seis episodios de unos 45 minutos. Y en esa media docena de capítulos tampoco hay fuegos artificiales, pero se sacia una sed parecida a la que el espectador siente en algunos "true crimes" aderezados con algo de Hitchcock, un poco de la serie Black Mirror, aunque sin llegar a ser una distopía, y las cámaras del Gran Hermano televisivo.

El silencio es una versión algo tenebrosa de El show de Truman por las calles de Bilbao que, por qué no decirlo, funciona como un escenario perfecto para este thriller agorafóbico con sus cielos grises y plomizos, sus construcciones nobles de piedra, sus edificios modernos de cristal y la ría en la que confluyen los ríos Nervión e Ibaizábal antes de morir en el Cantábrico.

El silencio: todos los ingredientes, mal resultado

Si la presentación de la trama seduce, el contexto del protagonista fascina y la investigación psicológica parece dar pie a un thriller como poco entretenido, ¿qué es lo que falla en El silencio? Para esta redactora de Vozpópuli, lo peor de esta serie y que puede ser el verdadero motivo para abandonar el visionado es que uno no se la cree, ni un poco. Es tan inverosímil que en ocasiones ruboriza y, por momentos, resulta un despropósito.

Algún corrupto y alguna relación familiar rocambolesca parecen poner la pimienta al guiso y lo único que consiguen es enmarañar una propuesta que tenía todo para triunfar: actores guapos en un thriller psicológico

Tampoco tiene mucho sentido un guion que abre demasiados caminos a medida que la trama avanza y que es incapaz de cerrar o en los que no llega a profundizar ni un poco (la colaboración entre investigadores y policías comprados, las intenciones oscuras del predicador, por poner algunos ejemplos), hasta el punto de conseguir que el espectador se pregunte qué narices le están contando y por qué. Algún corrupto y alguna relación familiar rocambolesca parecen poner la pimienta al guiso y lo único que consiguen es enmarañar una propuesta que tenía todo para triunfar: actores guapos en un thriller psicológico. Como todo en la vida, menos es más.

Además, uno de los asuntos que más decepciones ha causado en la audiencia es el elenco. Por un lado, no es casual la elección de Arón Piper, actor de moda (uno de los protagonistas de la serie Élite) y artista de trap y referente para la generación centennial. Este rostro ya funcionó en el thriller El desorden que dejas y, en líneas generales, no decepciona en este papel un tanto lánguido, misterioso y críptico.

Es la elección de Almudena Amor, en cambio, la que no ha convencido entre los espectadores, que critican una actitud plana, inexpresiva y poco creíble, a lo que no contribuye la edad que se atribuye a su personaje, demasiado madura y con un pasado y experiencia inverosímil en ella.

Lo único bueno de El silencio es que, al menos, no resulta aburrida, mantiene el ritmo, y el montaje es probablemente el único motivo por lo que el espectador esperará con paciencia un desenlace que arregle las cosas. Las ganas por saciar el morbo y la curiosidad es más fuerte que una historia con unos pilares firmes y suficiente para colocarla en lo alto del top 10.

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