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Cultura

La falsedad de la autoayuda: de cazadores de sueños a caballeros Jedi

La otra pandemia de nuestros días es la autoayuda. Sus libros se venden por millones en todo el mundo y todos afirman tener la receta de la felicidad, que básicamente se divide en ser un cazador de sueños o un caballero Jedi. Spoiler: no encontrarán felicidad en sus páginas

Entrevista al filósofo Gustavo Bueno para RNE en el programa "El tranvía" por la publicación de 'El mito de la felicidad' (Ediciones B). Año 2005:

-Periodista: ¿Usted cuántos libros de autoayuda ha tenido que leer para escribir este libro?

-Gustavo Bueno: Varios. Igual 500. Son libros que se leen en un cuarto de hora cada uno.

-P: ¿En diagonal?

-GB: No, no, qué va. En recta, no hace falta. Es pura basura. Pero incluso libros escritos por médicos. Médicos que parecen muy buenos clínicos, ¿verdad?, pero que parece mentira que digan esas majaderías.

Han pasado 16 años desde que el filósofo Gustavo Bueno arremetiera solo como él sabe contra la literatura de autoayuda que, todavía hoy, se vende por millones en todo el mundo. Estos días, uno de los gurús de la autoayuda con más bombo en la actualidad, el psicólogo Rafael Santandreu, generaba una enorme polémica en redes sociales al afirmar que la depresión venía a ser algo así como un mal de espíritus débiles y que con unos cuantos libros del susodicho todo serán bailes y chanzas alrededor de una hoguera fraternal.

Como diría Bueno, "cuánta basura". En una entrevista en 2005 para el diario regional 'La Nueva España', Bueno apuntaba que "en realidad la búsqueda de la felicidad forma parte de un proyecto ideológico impresionante, inspirado por las exigencias de la sociedad de mercado pletórico". La felicidad ya no es una conquista, como la que relatara Bertrand Rusell, ahora está al alcance de cualquier plebeyo con 20 euros en el bolsillo que pueda comprarse uno de estos libros.

Pensar que la felicidad puede comprarse en la estantería de un centro comercial es algo muy de nuestro tiempo. En el análisis que he realizado sobre los libros de autoayuda -infinitamente más somero que el que llevó a cabo Gustavo Bueno- he encontrado dos tendencias principales.

Por un lado, se encuentra aquella que te promete que todo va a ir bien, que tus sueños pueden cumplirse, que no hay nada imposible, que tienes que poner suficiente energía en ello y, voilà, el mundo conspirará para que se cumpla. Es una línea que está generando mucha frustración y sufrimiento en nuestros días, como apunta Iñaki Domínguez en su ensayo 'Homo Relativus' (Akal).

La gente miserable se convierte en culpable de su propia miseria haciendo caso a estos gurús, porque claro, para ellos, las condiciones socioeconómicas, culturales o sanitarias nunca serán un verdadero obstáculo para lograr tus sueños. Este tipo de mensajes, además, conducen al individuo a una búsqueda sin fin. Porque sueños, ilusiones, tenemos todos, pero no es lo único que hay en la vida, afortunadamente. Y si no se cumplen, pues mala suerte. No pasa nada.

Muchas personas no consiguen cumplir sus sueños y se frustran, mientras que otras lo hacen y se dan cuenta de que la vida sigue y que reducir todo a un único objetivo es una vulgarización total de la existencia. Pan para hoy y hambre para mañana.

En este grupo habría que situar a Albert Espinosa, cuya diarrea de frases Mr. Wonderful resulta estomacante hasta la náusea. El tipo pasó un cáncer en la infancia y estuvo diez años en el hospital, saliendo a los 24, lo cual es una tragedia innegable, pero que lleva demasiados años repitiendo. Desde entonces ha estado vendiendo las mismas ideas y han pasado 23 años. Ideas que aunque puedan tener buena intención son muy nocivas en el fondo.

Hace un mes repusieron en 13TV 'Planta 4º', película de 2003 basada en su obra teatral y que contaba con un pequeño Juan José Ballesta en estado de gracia. La película me conmovió y me alegró ver cómo el final no era un canto a la curación gracias a la fuerza de voluntad de los pacientes, sino un cuadro realista donde unos salen adelante y otros no, por muy positivo que sean. Claro, el guion estaba coescrito por Antonio Mercero e Ignacio del Moral...

La autoayuda de los caballeros Jedi

La segunda vertiente de la autoayuda que más vende estos días es aquella que bebe de las raíces estoicas: no importa nada de lo que te suceda, sino cómo reaccionas tú ante la realidad. Esta falacia colosal tiene en su gurú principal a Rafael Santandreu, a quien ya nos hemos referido. Este psicólogo fomenta la tesis de que da igual lo mal que estés en el trabajo o en tu vida, lo importante es cómo afrontas mentalmente lo que te sucede. Que el problema es nuestro por cómo asimilamos la realidad. "La gente no tiene por qué ser amable con nosotros", Santandreu dixit.

El filósofo Iñaki Domínguez critica este tipo de posturas en 'Homo Relativus' pues fomentan esa relativización de lo real, de lo material, el entorno de cada uno, y da condición de realidad a pensamientos internos. Como si pensando positivamente fuera a cambiar la realidad que nos rodea. Una falacia que termina cayendo por su propio peso.

Si te va mal en un trabajo, cambia de trabajo. Si tus compañeros de trabajo se portan mal contigo, huye. Si no soportas a tu pareja, divórciate. Haz algo para solucionarlo, pero no te limites a cambiar tus pensamientos. La imperturbabilidad del alma era un anhelo de los estoicos y los únicos que la han alcanzado son los caballeros Jedi -masacrados después por el Imperio galáctico-.

Santandreu podría firmar perfectamente estas palabras del filósofo estoico Epicteto: "Por lo que respecta a todo lo que te guste, te resulte atractivo o de utilidad, acuérdate de repetirte qué es, empezando por las cosas más insignificantes. Si te gusta un jarrón, di: 'Me gusta este jarrón', y, si se rompe en pedazos, no te perturbará. Si besas a tu hijo o a tu mujer, repítete que estás besando a un ser humano, y así, si mueren, no te sentirás conmocionado".

¿Se dan cuenta de la fábrica de psicópatas que es esto? La tendencia Jedi de la felicidad, de centrarse en el 'yo' ante todo, implica renunciar a cambiar aquello de nuestra realidad que nos amarga la existencia. Algo que, por supuesto, los vendehumos no hacen.

Santandreu acudió al plató de 'Late Motiv' para ser entrevistado por Buenafuente hace cuatro años. Al comienzo de la entrevista, Buenafuente desvela que Santandreu era el primer entrevistador en la historia del programa en enviar el cuestionario con las preguntas, para las cuales también daba amplia respuesta. Buenafuente dijo que, por supuesto, no iba a utilizar el cuestionario y para intentar justificar su posición Santandreu argumentó que "a veces los periodistas hacen preguntas malas".

¿Dónde queda aquí el estoicismo Jedi? Si Santandreu fuera paciente de sí mismo el consejo sería: "No tienen por qué gustarte las preguntas que te hagan. El mundo es así, resígnate". Pero no. Él sí intenta cambiar su realidad y que le hagan las preguntas con las que se siente cómodo para no tener que soportar momentos embarazosos. Una muestra de cinismo más.

El consejo de Russell

No hay mejor filosofía que el sentido común, y uno de sus máximos exponentes fue Bertrand Russell. Solo alguien con mucho sentido común, como el anglosajón, es capaz de decir con esa elegancia cosas de cajón. En una entrevista publicada en Tecnos, a la pregunta sobre cuáles son los ingredientes de la felicidad, Russell responde: "Bueno, creo que los más importantes son cuatro. Quizá el primero es la salud, el segundo es tener los medios suficientes para cubrir tus necesidades, el tercero es la felicidad en las relaciones personales y el cuarto es el éxito en el trabajo". Con los gurús de hoy, en cambio, parece que nada de esto importa, solo la actitud que tengamos ante lo que nos ocurre.

Más adelante, el entrevistador pregunta qué opina de "esas fórmulas que constantemente se publican sobre cómo tener una vida larga y ser feliz". Russell: "Bien, cómo vivir una larga vida es una cuestión médica y no algo sobre lo que yo deba expresar mi opinión. Me llega muchísima literatura de los defensores de estos sistemas que dicen que tomando sus drogas mi pelo volverá a ser negro otra vez. Pero no creo que eso me gustara porque me parece que cuanto más blanco es mi pelo más dispuesta está la gente a creer lo que digo".

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