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Cultura

Exposición 'The Pop Art Culture': Convertir al arte en una Coca Cola y viceversa

El edificio de Cibeles de Madrid expone 120 obras de Keith Haring, Roy Lichtenstein, Robert Rauschenberg y Andy Warhol

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'3 botellas de Coca Cola', de Andy Warhol.

A un treintañero Andy Warhol le aburrían soberanamente los tradicionales bodegones con alimentos que le habían enseñado en la escuela de arte. Manteniendo el concepto de representar comida, dio un giro a los tradicionales cuencos con frutas, verduras o carnes, fue hasta un supermercado y arrambló con decenas de latas de sopas Campbell. Warhol revolucionaba el bodegón tradicional al tiempo que mostraba la realidad más cercana de cualquier despensa estadounidense y de la sociedad de consumo. El estadounidense será el máximo representante de la corriente pop y el más vinculado a este movimiento nacido a mediados del siglo pasado.

Un grupo de artistas se propuso convertir al arte en un producto de masas. Tomando la temática y las imágenes del mundo de la comunicación y la publicidad crearon una de las corrientes artísticas más reconocibles que en su momento pretendía luchar contra el expresionismo abstracto al que consideraban un movimiento elitista y vacío. Nacía un movimiento que era el espíritu de una próspera época consumista, en la que despuntaron los medios de comunicación de masas como la televisión y como consecuencia la idolatría por los personajes que en ella aparecían. La imagen de una lata de sopa, una viñeta puntillista de Superman, un collage con recortes de periódico o un retrato de la estrella o el político del momento con fondos de colores podrían ser considerados obras de arte.

La exposición The Pop Art Culture, disponible en CentroCentro del edificio de Cibeles en Madrid reúne hasta el 16 de septiembre obras de los artistas más relevantes de este movimiento, nacido en Inglaterra, pero que tuvo su máxima expresión en Estados Unidos. 

'Crying Girl', de Roy Lichtenstein

Cómics, productos y famosos

Una de sus primeras firmas reconocibles fue Roy Lichtenstein que tomó como clara referencia el mundo del cómic. Él fue uno de los que experimentaron en su propia piel la ruptura con el expresionismo abstracto y el constructivismo con los que experimentó hasta que  terminó apropiándose de imágenes procedentes de la publicidad y la ilustración. Plasmando escenas de viñetas, con los bocadillos y onomatopeyas propios de los cómics, y con su característica técnica del uso de puntos, logró asentar uno de los estilos más personales. 

Como una muestra más de su tiempo, los artistas emplearon estas nuevas técnicas y materiales en los sistemas de producción para agilizar la elaboración y repetición de obras, asestando un duro golpe al concepto de obra única. Warhol fue uno de los máximos representantes de este sistema, y siguiendo el símil con la industria capitalista, el artista podía ahora producir en masa y llegar al final de sus días con miles de obras de su autoría. 

El propio personaje de Warhol fue una de las principales obras del artista. Excéntrico, misterioso, transgresor llegó a ser tan famoso como las celebrities de sus cuadros. En sus trabajos tenían cabida el dictador chino Mao Tse Tung, el presidente americano J. F. Kennedy, su asesino Lee Harwey Oswald o la estrella de Hollywood Marilyn Monroe. Con técnicas serigráficas similares también plasmaba productos de consumo que sigue replicándose a través de pósters en viviendas de todo el mundo.

El Apocalipsis de Keith Haring

Al lado de estas imágenes más amables, Warhol también creó perturbadoras obras como Silla eléctrica o el resto de las que componen la serie Death and Disaster, en las que recurría de nuevo a la prensa y en lugar de recortar los retratos de los famosos del momento, seleccionaba instantáneas de accidentes aéreos, suicidios, o asesinatos. 

Este tono perturbador despide al visitante de la exposición a través de las obras de Keith Haring, amigo de Warhol y otro de los artistas más recordados a través de sus monigotes que acompañaban los anuncios de Lucky Strike. Haring murió de SIDA en 1990 y él mismo reconoció cómo la enfermedad había ido ganando terreno en sus propias obras. En sus últimos años se convirtió en un activista dedicado a concienciar sobre los riesgos del crack, del SIDA y abogó por relaciones sexuales seguras. Unas inquietudes que plasmó en la serie “Apocalipsis” de 1988, con  impactantes imágenes que agitan al espectador, a través de escenas de catástrofes y accidentes, cuerpos preparados para ser sacrificados, amenazantes jeringuillas y espermatozoides con los cuernos de un diablo.

Una de las obras de la serie 'Apocalipsis' de Keith Haring.

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