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Política

Sáenz de Santamaría toma la 'carpeta catalana' y retiene el CNI

La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Saénz de Santamaría.

Soraya Sáenz de Santamaría ha perdido la portavocía del Gobierno, pero a partir de ahora tendrá más espacio que ocupar en los medios al haber asumido Administraciones Territoriales, responsabilidad desde la que tendrá un contacto mucho más estrecho y permanente con todos los presidentes autonómicos, incluido el de Cataluña. De hecho, la ‘carpeta catalana’ centrará gran parte de su trabajo por expreso deseo de Mariano Rajoy, el más interesado en aprovechar la buena disposición del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, a abrir cuanto antes un cauce de diálogo permanente con La Moncloa.

Soraya Sáenz de Santamaría se ocupará personalmente de la interlocución con la Generalitat de Cataluña

La vicepresidenta tendrá que precisar en adelante la forma de encauzar este diálogo con la administración catalana, en contacto permanente con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien desde este Ministerio seguirá al frente de la política de financiación autonómica que se aplica desde el Estado y continuará coordinando el grueso de la relación económica con todos los territorios a través del Consejo de Política Fiscal y Financiera.

A la vicepresidenta no le vendrá nada mal para gestionar la ‘carpeta catalana’ la vinculación del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a su área directa de responsabilidad. Su relación con el general Félix Sanz es fluida y tiene pensado confirmarle en el cargo hasta que venza su mandato en el verano de 2019.

Si Rajoy hubiera seguido la práctica de anteriores gobiernos socialistas, el CNI podría haber caído bajo la dependencia orgánica de Defensa, cartera que ocupará la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Fue el propio Rajoy quien acabó con esta tradición nada más llegar al Gobierno a finales de 2011.

Del centro depende la unidad de inteligencia económica, de la que ha venido sirviéndose periódicamente el núcleo duro del Gobierno, del que no han salido ni Cristóbal Montoro ni Luis de Guindos. Lejos de enviar a Bruselas y a los mercados un mensaje confuso, Rajoy no ha querido dar saltos en el vacío y ha apostado por la continuidad de ambos en una legislatura que necesitará de continuos acuerdos parlamentarios con el PSOE, Ciudadanos y otros grupos pequeños, pero que tendrá como línea roja el respeto a los acuerdos de estabilidad presupuestaria comprometidos con la Comisión Europea.

Ello explica la consolidación de Montoro como titular de Hacienda, la cartera desde la que ha cimentado el grueso de la recuperación económica a través de un ajuste que ha reducido el déficit desde el 9,3 % heredado del anterior equipo socialista hasta el 4,6 previsto para finales de este año. Buena parte de la arquitectura en la que Montoro ha hecho descansar el saneamiento de las cuentas públicas ha tenido también como protagonistas a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos, a través de mecanismos de rescate como el Fondo de Liquidez Autonómica y el plan de pago a proveedores. Montoro se ocupará también gestionar la función pública, una tarea que ya estaba en su Ministerio a través de la secretaría de Estado de Administraciones Públicas.

Las competencias de Industria que coge De Guindos quedan vaciadas por la creación del Ministerio de Energía

Luis de Guindos se ha quedado sin sentir el poder de coordinar todo el área económica desde una Vicepresidencia aunque a cambio ha accedido a una pequeña parte del área de Industria ya que lo importante, la política energética, queda en manos del hasta ahora jefe de la Oficina Económica, Álvaro Nadal.

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