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Patrimonio se gasta otros 41,5 millones en el futuro Museo de las Colecciones de la Corona

Obras de construcción del museo.

Mientras el Gobierno regatea dinero para, pongamos, la supervivencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), para otros menesteres sí hay dinero. El Estado ha decidido gastarse otros 41,5 millones de euros en una nueva fase de las obras de construcción del Museo de las Colecciones Reales, el faraónico mamotreto blanco que se alza junto a la Catedral de la Almudena y el Palacio Real, en Madrid, y que prevé aglutinar a partir de 2016 buena parte de las colecciones y piezas de la Casa Real que actualmente se amontonan en los almacenes de Patrimonio Nacional.

El organismo, que encabeza el proyecto como responsable de la gestión y administración de los bienes de titularidad del Estado afectados al uso y servicio del Rey y su familia, acaba de sacar a concurso el mayor contrato convocado hasta la fecha para la construcción del museo, cuya factura asciende de momento (si se cuenta lo previsto para esta nueva licitación) a más de 110 millones de euros.

Patrimonio, que depende del Ministerio de la Presidencia (esto es, de Soraya Sáenz de Santamaría), ha presupuestado para esta nueva licitación un total de 41.571.000 euros (34,35 millones de euros, sin contar impuestos) que se destinarán a la ejecución de la cuarta fase de la obra (“acabados e instalaciones”), según el anuncio publicado este miércoles en la Plataforma de Contratación del Estado.

Hasta ahora, Patrimonio ha destinado 67,5 millones al proyecto. La mayor parte (63,7 millones) ha ido a parar a la constructora FCC, que se ha encargado de los proyectos de ejecución de la envolvente arquitectónica del inmueble (casi 25 millones), la estructura (casi 22 millones) y los muros de contención (16,7 millones).

El presupuesto inicial de la obra era, en sus inicios, de 60 millones, pero las últimas estimaciones sitúan su coste final en 150 millones, casi el triple de lo previsto.

El CSIC trata de determinar si el deterioro de la Catedral de la Almudena se debe a las obras

La construcción del museo no ha estado exenta de contratiempos. Durante las obras se hallaron restos arqueológicos (un Alcázar hispánico y un enterramiento visigodo, entre otros), y recientemente Patrimonio encargó un estudio para tratar de precisar si la obra está relacionada con el deterioro de la Catedral de la Almudena, anexa al enorme edificio.

Patrimonio pidió en diciembre pasado al Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, que depende del CSIC, un informe “para determinar las causas probables que han producido las lesiones manifestadas en el cuerpo Oeste de la fachada" de la Almudena, así como "de las lesiones manifestadas en la propia Catedral, donde se han producido fisuras en la Cripta y desprendimientos de fragmentos del aplacado de columnas en el interior de la misma; y su posible relación con las obras de ejecución del nuevo Museo de Colecciones Reales actualmente en construcción”.

El museo es un proyecto que data de años atrás. Décadas, incluso. Sus promotores sitúan su genésis en el decreto de fundación del Museo de Armas y Carruajes emitido en 1936 por el Gobierno de la II República, presidido por Manuel Azaña, aunque fue José María Aznar quien dio luz verde al proyecto, hace más de quince años. Posteriormente, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero lo declaró “obra de interés estatal”.

Ubicado junto al Campo del Moro, el enorme edificio (fachada de 150 metros de longitud y 40 de altura, 50.000 metros cuadrados de superficie) aspira a convertirse en uno de los tres mayores museos de España y llegar incluso a la categoría de El Prado.

En octubre pasado, su arquitecto, Emilio Tuñón, defendía que el retraso en la ejecución del proyecto ha beneficiado al mismo. La obra, decía, se ha ejecutado “sin prisa pero sin pausa”, sin “grandes parones ni grandes aceleraciones”.

Ante las críticas a la fisonomía del inmueble, Tuñón, cuyo estudio se ha adjudicado ya dos contratos por importe de 3,2 millones por este proyecto, decía que se trata de un “edificio neutro”. “Lo importante no es el edificio, no es el museo como objeto arquitectónico, sino que las colecciones se encuentren en un lugar cómodo, confortable, con la iluminación adecuada”, explicó a Efe.

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