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Economía

Los tributos hacen aguas: España, el país periférico que menos impuestos recauda pese a capear mejor la recesión

La política tributaria emprendida por el Ministerio de Hacienda supone un lastre para la reactivación económica y apenas consigue recaudar más. Tal y como demuestra el informe de la consultora Freemarket, España ha ingresado menos impuestos que otros países de la periferia europea pese a experimentar caídas del PIB más moderadas (ver los dos gráficos de abajo). Y la explicación de este fenómeno radica en que hemos subido más que ellos los impuestos, sobre todo los de tributación directa como el IRPF y Sociedades, que tienen un mayor efecto sobre el crecimiento.

Si además atendemos a los principales países de la Unión o incluso a la media europea, España tiene una presión fiscal, entendida como un porcentaje de ingresos impositivos sobre el PIB, bastante más baja (ver la tabla de abajo). De hecho, la recaudación se ha mantenido relativamente estable prácticamente en todas las naciones salvo en España, donde ha llegado en algún momento a retroceder hasta 7 puntos del PIB, unos 70.000 millones.

Y como apunta Freemarket, durante las últimas décadas la mayor parte de los países han reducido la tributación directa y no la han incrementado al enfrentarse a la Gran Recesión. En los últimos diez años, la UE ha ido recortando de media casi 9 puntos de los tipos máximos de Sociedades y unos 6 puntos de los marginales de la Renta.

En cambio, España ha tomado la senda opuesta y durante la crisis el tipo marginal de la Renta ha alcanzado una de las cotas más elevadas de la UE pese a que nuestra capacidad adquisitiva se halla en niveles muy por debajo, lo que ha provocado un peor comportamiento de la recaudación.

En opinión de Freemarket, se trata de un claro caso de Curva de Laffer: al incrementar los tipos de IRPF y Sociedades y situarlos entre los más altos de Europa, se ha exprimido al sector privado pero las consecuencias no han sido unos ingresos mucho mayores.

Es más, las arcas de Grecia, Portugal e Irlanda han aguantado mejor que las de España porque sus impuestos directos son más bajos y sus indirectos, más altos.

En un primer momento, las alzas impositivas en España han podido recaudar algo más, pero ese impacto se ha difuminado conforme los agentes económicos incorporan los incrementos de fiscalidad a sus decisiones de trabajo, consumo, ahorro e inversión. Así, por el recargo del IRPF Hacienda sólo consiguió un paupérrimo 1,2 por ciento más de recaudación en 2012, y en el primer trimestre de 2013 ya perdía 853 millones de ingresos.

En Sociedades mantenemos unos de los tipos nominales más onerosos, del 30 por ciento. Sin embargo, nuestra recaudación es baja y el tipo efectivo alcanza el 19 por ciento. La conclusión es que unos tipos nominales altos desincentivan la inversión extranjera y fomentan que las compañías intenten eludir sus obligaciones tributarias o desplacen su actividad hacia lugares más ventajosos.

Para los expertos de Freemarket, la excusa de la existencia de un abultado fraude fiscal tan sólo confunde las causas con los efectos. Es decir, “cuanto más altos son los impuestos, mayor es la propensión de los individuos y de las empresas a defraudar, lo que se agudiza en un escenario recesivo”, sostienen en el informe de la consultora.  

Según las tesis de Freemarket, cuando los Gobiernos pretenden recortar el déficit a golpe de impuestos, la recesión simplemente se alarga. En cambio, si se hace a fuerza de recortes, el periodo recesivo dura menos. En el estudio de Biggs, Hasset y Jensen sobre las reducciones de déficit exitosas a lo largo de la historia de EEUU, se concluye que la proporción adecuada entre recortes e impuestos ha de ser un 85-15, muy por encima del 67-33 llevado a cabo por Hacienda.

Si el PIB cae y los tributos suben, la participación de los ingresos en el Producto Interior Bruto debería subir. Sin embargo ése apenas ha sido el resultado. En opinión de Freemarket, el Ministerio de Hacienda ha ideado una política de parches, caótica e ineficiente y que produce efectos contrarios a lo esperado.

En definitiva, la política fiscal del Ministerio de Hacienda “no ayuda a recortar el déficit y sí tiene una incidencia dañina sobre el crecimiento y, por tanto, sobre la capacidad de generar ingresos de la economía española”, argumenta el documento de Freemarket.

Por si fuera poco, la carga tributaria tiene muchas posibilidades de consolidarse, pues el ministro Cristóbal Montoro sigue sin atajar el gasto público, el cual aún presenta una proyección creciente.

 

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