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Política

Podemos afronta una segunda ola de purgas que afectará a los círculos y la base

El eurodiputado y líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la Asamblea fundacional del partido.

Podemos afronta una segunda ola de purgas después de la defenstración del errejonismo y el alejamiento de los dirigentes que plantearon líneas estratégicas diferentes a las de Pablo Iglesias. El partido morado entra en una nueva etapa en que a los militantes se le pide una cuota para reconfigurar los círculos y votar en las primarias. La modificación dibujará un mapa de afines y críticos que servirá a la dirección para lanzar otro ataque contra los discrepantes, dejan entrever varios sectores del partido de Iglesias.

En Podemos se respira la calma que precede la tormenta. El pasado lunes, el partido lanzó oficialmente su campaña para remodelar los círculos. Propone un sistema --como se anunció en marzo-- de cuotas para los afiliados. Tan solo tres euros al mes, que, sin embargo, los cuadros del partido creen que deberán sufragar con su dinero. "Las pagarán los cargos del partido para mantener activos a sus fieles", explica un dirigente de Podemos. 

Podemos tiene una militancia escasa y poco activa. Después de cinco seis de vida y muchos altibajos, el músculo de Podemos se ha atrofiado. La situación es tan grave que Iglesias, como desveló Vozpópuli, trabaja para lanzar la Opa hostil definitiva a Izquierda Unida. Y a la vez promueve un nuevo modelo de agrupaciones en las que solo participarán los afiliados que paguen una cuota. 

Muchos simpatizantes de Podemos destacan la "ilusión" que transmite el partido.

Mapa de la disidencia

Hasta el próximo 15 de octubre (fecha que coincide con el envió a Bruselas del plan presupuestario y de reformas del Gobierno), el partido quiere registrar a toda su militancia activa. En los quince días siguiente, la dirección validará esas peticiones y activará los círculos. Estos círculos serán los "enlaces" con los Consejos Ciudadanos Autonómicos (las ejecutivas regionales del partido) y sus miembros los únicos afiliados oficiales del partido. Solo ellos dispondrán de "voz y voto"

La clave del asunto atañe a la cuota. Iglesias sabe que en los territorios las cuotas las pagarán los dirigentes locales. Y que lo harán para tener el control de la militancia en las primarias y consultas internas, donde las sospechas de amaños y trampas son cada vez más evidentes. Es por ello que en todos los territorios que se consideran críticos (o potencialmente críticos), aseguran que esa maniobra se convertirá en otra purga dentro de unas semanas.

“Declararán no válidos los círculos que se encuentran en territorios no controlados por la dirección: desde Castilla-La Mancha hasta Asturias, País Vasco, La Rioja, Cataluña…”, comentan las fuentes consultadas. “Harán una criba pueblo a pueblo, y barrio a barrio, en el que quedará solo el Podemos pablista”, arremeten otros.

El diputado de Podemos Alberto Rodríguez en el Congreso

Control de la federación madrileña

La operación "desembocará en una segunda purga: es absolutamente evidente”, afirman las fuentes consultadas. De esta manera, agregan, los pablistas tendrán el control de los territorios donde están fuertes, sobre todo de la federación madrileña: “Es la más importante de Podemos y la que [la dirección] no se puede permitir perder”.

Uno de los inspiradores de esa operación es Juanma del Olmo, figura destacada del partido y hombre fuerte de Iglesias, aseguran. Del Olmo se encuentra involucrado en el caso Neurona que analiza un juez de Madrid y puede desembocar en una investigación sobre la financiación de Podemos.

Con respecto al número de militantes, se maneja una previsión máxima de 5.000 carnet. Eso significará recaudar alrededor de 180.000 euros: una cifra simbólica para un partido que en sus últimas cuentas publicadas en el portal de Transparencia (2017) contaba con un capital de cinco millones de euros.

La escasez de estos fondos refuerza la tesis de una maniobra de carácter político dirigida a crear un mapa de afines en un partido que lleva años demostrando su alergia a la disidencia. Además, para Podemos el pago de esa cuota disuelve el sueño del partido atrápalo todo (catch all party, en inglés) que marcó su fundación.

Se convierte ahora en “un partido tradicional como los demás”, en palabras de un dirigente crítico con esa iniciativa, que señala los retrasos de las secretaría de Organización, desde Pablo Echenique hasta Alberto Rodríguez, para reforzar la militancia en los últimos años. 

Pablo Iglesias junto a Irene Montero e Ione Belarra en el Consejo Ciudadano de podemos.  

Polémica sobre las donaciones

En el partido morado también genera malestar el nuevo reparto de donaciones: exdiputados y cargos activos se quejan por un sistema de pagos muy opaco (las donaciones se distribuían a través de la Caja de Resistencia) y porque sospechan que la cúpula se ha enriquecido gracias al partido.

La reforma del reglamento interno aprobada en el congreso de Vistalegre 3 ordena que el porcentaje del salario a donar del secretario general y los ministros morados sea menor que el de concejales o diputados autonómicos. Hasta los asesores deberán dar más dinero que la cúpula. Así que se instala otro miedo: concretamente a que los que directa o indirectamente se opongan a esa disparidad serán laminados. Purga tras purga, el Podemos de Gobierno corre peligro de quedarse solo con el recuerdo del partido regeneracionista que se inauguró hace tan solo seis años.

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