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Política

El independentismo busca superar sus tensiones con el boicot a la visita del Rey

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra

Como agua de mayo espera el separatismo la visita del Rey a Barcelona el próximo 17 de este mes. El bloque de la DUI, el secesionismo catalán atraviesa momentos de enormes turbulencias y disensiones. Roger Torrent, el presidente del Parlament, tuvo que disolver el periodo de sesiones semanas antes de lo previsto, ante el choque frontal entre JxCat y ERC a cuenta de la sustitución de los diputados presos o fugados. La Cámara catalana se había transformado en las últimas semanas en una gresca permanente entre las distintas formaciones secesionistas, incapaces ya de ponerse de acuerdo en cuestiones elementales. 

También hay tensiones en el 'Govern'. Quim Torra intenta evitar las polémicas, pero los debates desbordan el área de lo institucional y se trasladan a la calle. Los grupos de agitación, con los CDR al frente, incluso se concentran ante las sedes de las formaciones separatistas para gritarles "desobediencia o dimisión". La visita del presidente de la Generalitat a la Moncloa y la reunión Estado-Generalitat han producido fuerte rechazo entre las facciones más radicales del separatismo. Incluso la relación entre los dos 'presidents' atraviesa por momentos complicados. 

Ante este panorama de tensiones, dirigentes secesionistas, con Quim Torra al frente, pretenden que la confirmada presencia de los Reyes en el homenaje a las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils se convierta en una especie de movimiento de unidad "frente al bloque del 155, el Estado y el Borbón", tal y como se lee en las redes sociales. El presidente de la Generalitat es el principal impulsor de esta campaña de rechazo a la visita de Felipe VI, que está respaldado por todas las fuerzas constitucionalistas, con Pedro Sánchez al frente

Pedro Sánchez y Felipe VI.

Dos millones de catalanes

"Hay que mostrar músculo, hay que recuperar la potencia del pasado", señalan en estos círculos, donde se recuerda insistentemente que tienen el respaldo de dos millones de catalanes. Desde el Gobierno central se maniobra para evitar enormes problemas en la jornada del día 17. La ANC y Ómnium, con sus antiguos dirigentes en prisión, no han recuperado el pulso de meses pasado. Los comités callejeros de vez en cuando promueven algún acto, de escasa trascendencia. La CUP la ha tomado con el turismo de Barcelona.

El secesionismo pretende que el 17 de agosto arranque el calendario del proceso hacia la república, un objetivo que algunos ya dan por aplazado. En especial, ERC, que apuesta por planes más pragmáticos. Tras las Ramblas seguirá la Diada, luego el 1-O y todo ello adobado por el juicio a los responsables del golpe de Estado, que podría desarrollarse a finales de otoño. De ahí a las generales, como pretende Puigdemont, a las municipales republicanas, como defiende Torra.

En cualquier caso, sea cual sea el escenario, nada puede consumarse si el separatismo mantiene sus actuales discrepancias que han llegado incluso a enfrentamientos personales. El rechazo al Rey será el principio de la unidad republicana, apuntan en estos sectores. "Ese día, no hay que fallar". 

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