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Política

Casado le encarga a Maroto apagar el incendio en el PP vasco

Pablo Casado y Javier Maroto.

La renuncia de Carlos Iturgaiz a la lista europea es un síntoma más del malestar que late en el PP vasco. El veterano dirigente, que llegó a presidir la estructura regional, da un sonoro portazo tras enterarse de que le habían colocado en el puesto 17 de la lista. Es decir, sin posibilidades de escaño. "El PP vasco se queda fuera, en Madrid no cuentan con nosotros", comentó a su entorno. Y se fue. El gesto no sorprendió demasiado en Madrid. Armar la candidatura del Parlamento europeo ha sido un encaje de bolillos con algunas 'víctimas' sonadas. 

Algunos dirigentes intentaron poner bálsamo. Amaya Fernández, secretaria general, e Iñaki Oyarzábal, presidente alavés, quitaron hierro a esta defección. "Seguirá colaborando con nosotros, quizás vuelva", se escuchó en la cúpula regional. No parece que así sea. El enfado es superlativo. Y más al saberse que Javier Zarzalejos, mano derecha de Aznar en Faes, aparece de número seis. "Es de Bilbao", justifican en Génova. "La voz vasca sigue presente en las listas". 

Evitar trifulcas y polémicas

Casado no quiere ruidos a tres semanas de las elecciones generales. Ha encargado a Javier Maroto, director de la campaña electoral, que eche una mano en el frente norte, que ponga paz en aquel convulso escenario, según fuentes del partido. Ya hubo alguna queja al cerrar las listas al Congreso. Maroto se situó al frente de la lista de Álava (ejerció en su día de alcalde de Vitoria) en tanto que Beatriz Fanjul e Íñigo Arcauz fueron designados para encabezar Vizcaya y Guipúzcoa, respectivamente.

Cambio generacional, y algo más. Fanjul y Arcauz sintonizan más con el PP de María San Gil que con el que ahora conduce Alfonso Alonso. Arcauz, además, no oculta sus malas relaciones con Borja Sémper, el candidato a la alcaldía de San Sebastián y presidente de Guipuzcoa. El PP vasco dejó de ser una balsa de aceite hace ya tiempo. Los supervivientes de la era de Mayor Oreja y María San Gil conviven con dificultad con los de Basagoiti. Desde hace un par de años, también han de conciliar con los fieles a Alfonso Alonso, el actual presidente quien, además, apostó por Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias. 

Un horizonte electoral complicado

Un totum revolutum de difícil encaje. Casado ha apostado por la gente más joven, por los jóvenes a los que conoce, por los que enarbolan la bandera de Gregorio Ordóñez, como Bea Fanjul, 27 años, secretaria general de Nuevas Generaciones, la última revelación política del partido. "Quieren que volvamos al PP de los noventa", se ha escuchado en estos círculos críticos con la nueva etapa. "Es eso, o desaparecer", responden desde Génova. Las encuestas anuncian un horizonte muy complicado para un PP en claro retroceso en la región. En las generales de 2016 consiguió dos escaños en el Congreso. Aspiran ahora, al menos, a repetir resultado. Un estudio de El Correo español les daba ese resultado. 

Alfonso Alonso maneja el timón en un ambiente difícil. Es un político experimentado y también, como Maroto, salió de la alcaldía de Vitoria para aterrizar en Madrid donde, al amparo de Santamaría, ejerció de portavoz de la bancada popular y asumió también la cartera de Sanidad, donde desarrolló una labor meritoria. Se negó a apoyar los presupuestos del PNV, luego de una etapa de colaboración con los nacionalistas. Ha protagonizado intervenciones memorables en la Cámara vasca, en especial desde 'la traición' a Rajoy. Fue el PNV quien le clavó la última y definitiva puñalada en la moción de censura.

Elecciones con resultado incierto

Ahora ha de hacer frente a unas generales con un resultado incierto, por pesimista, y unas municipales con escasas esperanza. Casado no lo considera de sus filas, pero se empeña en mantener la bandera del PP en una región tan hostil para sus colores. Rajoy daba por perdida esa batalla, igual que la de Cataluña, donde el PP está a punto de convertirse en una formación testimonial, si Cayetana Ávarez de Toledo y Alejandro Fernández no lo impiden. 

Los ecos del enorme enojo de Iturgaiz cesarán pronto. Pocos, salvo él, esperaban algo diferente. Maroto sigue con atención desde Génova el embrollo, mientras atiende a las exigencias de una complicada campaña electoral. Casado tiene muy claro que sin estos gestos de renovación, sin un relevo en las piezas, el autobús del PP no anda. Iturgaiz no ha sido el único en caer en este cambio de figuras en las listas. Por ahora, es el que ha hecho más ruido. 

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