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Política

Sánchez arma un Gobierno para frenar las exigencias y el protagonismo de Podemos

Pablo Iglesias saluda a Pedro Sánchez tras salir elegido en la investidura.

Pedro Sánchez ha sorprendido por lo poco izquierdoso de las incorporaciones que ha hecho al nuevo Gobierno: tanto Arancha González Laya, una desconocida experta en diplomacia económica de ministra de Asuntos Exteriores, como el ortodoxo José Luis Escrivá, a partir de ahora ministro de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones, partidario de aumentar la edad de jubilación y de elevar el período de años para calcularla, al contrario que Unidas Podemos, no parecen los perfiles más deseables por Pablo Iglesias.

Si a eso le añadimos que la futura vicepresidenta económica, Nadia Calviño, es fiel partidaria de la disciplina fiscal -fue directora general de Presupuestos de la UE- y que la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, viene a robar a Podemos las políticas verdes, fácilmente se llega a la conclusión de que el presidente del Gobierno ha esperado a la investidura para enseñar todas sus cartas.

De hecho, los morados ya acusaban el primer golpe el jueves, tras conocer la sorpresa Ribera, y este viernes se confirmaron todos sus temores con Escrivá -apadrinado por Calviño, según algunas fuentes consultadas por Vozpópuli- y de González Laya.

El PSOE quiere atar en corto a Iglesias, quien, a priori, no va a influir en la política del ejecutivo de coalición tanto como preveía. Y no solo por la amplitud de un Consejo de Ministros con nada menos que 23 miembros, de los más numerosos en la historia de la democracia española, sino porque él físicamente va a estar fuera del recinto de La Moncloa y solo controlará a sus ministros, esto es, Irene Montero, de Igualdad; Yolanda Díaz, Trabajo; Alberto Garzón, Consumo; y Manuel Castells, ministro de Universidades.

Sánchez ha diseñado una estructura no solo para 'cortocircuitar' propuestas de Iglesias sino para que Carmen Calvo y la portavoz Montero compensen su protagonismo mediático

Así, el secretario general de Unidas Podemos no tendrá acceso diario al presidente, como sí la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, que va a dirigir todos los miércoles la todopoderosa Comisión de Subsecretarios, encargada de fijar la agenda del Consejo de Ministros todos los viernes. Eso, y además va a controlar las políticas de Memoria Histórica, otra de las banderas que no va a poder enarbolar Iglesias en solitario.   

Una reunión del gabinete al final de la cual, todos los viernes, comparecerá la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aupada al cargo de Portavoz que hasta ahora desempeñaba la titular de Educación, Isabel Celaá, con el objetivo nada disimulado por parte de Pedro Sánchez de opacar a un Iglesias del que decía no hace ni dos meses que no podría "dormir tranquilo" con él compartiendo mesa en La Moncloa. 

El riesgo de "dos Gobiernos"

La ha acabado compartiendo, pero ha establecido una estrategia de compartimentos estancos desde el principio que tiene el riesgo de acentuar el riesgo de que, finalmente, haya "dos Gobiernos", admiten a este periódico fuentes socialistas, "conociendo como se las gasta Iglesias". Reconocen que no gustó nada que Podemos filtrara los nombres de sus ministros antes de que Sánchez los hiciera públicos, pero temen la respuesta.

De momento, los morados prefieren no hacer sangre de lo ocurrido con el Gobierno non nato; se conforman con que empiece a dar sus primeros pasos, que ya habrá tiempo de ajustar cuentas en los nombramientos de segundos niveles, secretarios de Estado y subsecretarios, y, sobre todo, en la linea política de las primeras decisiones.

Por ejemplo, la subida de las pensiones el 0,9% urge para el segundo Consejo de Ministros el viernes 17 de enero -habrá un primero este martes pero solo para una primera toma de contacto-, y allí ya se verá cuál es la linea que impera: si la del ortodoxo Escrivá o la que imponga un Unidas Podemos sin cuyos 35 diputados la legislatura tiene escaso futuro.

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