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Política

Jordi Turull, el 'monaguillo' de Mas que aspira a ser el 131 presidente de la Generalitat

El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, junto al exconseller de la Presidencia Jordi Turull

"Todo parece imposible hasta que se hace". Es la frase de Mandela que Jordi Turull menciona hasta el hartazgo. Finalmente, ha conseguido que se haga realidad. Lo imposible podría materializarse en unas semanas. 

Turull es el tercero de los Jordis destacados del 'procés'. Sus camaradas y tocayos, Sánchez y Cuixart, están en prisión a la espera de noticias. Turull pasó unos días en las celdas de Estremera, junto a varios compañeros de Gabinete. Ahora está imputado, a la espera de sentarse en el sillón de la presidencia de Cataluña y en el banquillo de los acusados. Por este orden. 

Como tantos otros de su género, Turull, 51 años, licenciado en Derecho, no ha trabajado jamás en el sector privado. Siempre en la política. Desde los 16 años que ingresó en las juventudes de Convergencia hasta la aplicación del 155, cuando fue cesado como consejero de Presidencia y portavoz del 'Govern'. Un político profesional anclado a una formación de excluyente protagonismo en la comunidad. Concejal de su pueblo, cargo en la Diputación, diputado en el Parlament, consejero del 'Govern' y, finalmente, el 131 presidente de la Generalitat. 

Un perfecto funcionario del 'aparato', de perfil gris, vestido de gris, con apariencia gris y discurso gris. Tuvo algunos momentos vibrantes durante las semanas previas al referéndum del 1-O, en cuyo montaje colaboró en forma destacada e intensa. El juez Llarena así lo piensa. En aquellas agitadas jornadas, Turull fue el encargado, junto a Marta Rovira, de protagonizar una memorable sesión, entre didáctica y humorística, sobre el procedimiento a seguir para que los catalanes pudieran acudir a votar. "¿Y las urnas dónde están?, ¿dónde están las urnas?", cantaban ambos, con la musiquilla de 'La escalera dónde está', en aquella jocosa sesión, cuando el referéndum parecía triunfante y la independencia se tocaba con los dedos. Hubo urnas, hubo votación, hubo proclamación de la república pero nada más. Ante el juez, todo fue 'simbólico'. Un puro trampantojo para pasar el rato.

De Piqué y del Espanyol

"Este es el paso político más importante que se ha dado en Cataluña en los últimos 300 años", dijo cuando el referéndum de Mas, aquel del 9-N. "El Tribunal Constitucional y el fiscal son una versión del 'todos al suelo'", bramó contra la actuación de la Justicia. Y poco más. No es un gran orador, carece de cualquier vestigio de liderazgo, pero todos le reconocen su laboriosidad y entrega a la causa. "Un bon noi". No podría ser otra cosa.

Católico, excursionista, aficionado a los pucheros, casado, dos hijos, es el arquetipo perfecto del nacionalismo catalán. Sólo pincha en que es del Espanyol, el equipo de fútbol odiado por los independentistas, con Gerard Piqué al frente. Quizás para compensar, es admirador y adulador confeso de Pep Guardiola, en su rama de activista de lazo amarillo. 

Turull es muy posible que sea investido presidente de la Generalitat casi por accidente. Puigdemont ya ha renunciado a serlo. Se queda en Waterloo, desde donde comandará, un denominado 'Consejo de la República' amen de una denominada 'Asamblea de la República', que formarán parte del denominado 'Espacio libre de Bruselas'.

Jordi Sánchez quizás lo intente, aunque el juez Llarena, dicen, se lo impedirá. No podrá salir de prisión y se frustará el empeño en investirle. Como tercera posibilidad, aparece Turull, que ejerció de hombre de confianza de Artur Mas, se pasó luego a las filas de Puigdemont y ahora está a punto de dar el salto al Palacio de la Plaza de San Jaime. Quizás hasta que le caiga encima una sentencia de cárcel y, además, de inhabilitación. Para entonces estaremos ya a mediados del año próximo, según los pesimistas. O finales de éste, según los optimistas. 

Parecía imposible, como diría Mandela. "Pero se hace". En la Cataluña del 'pòstprocés', hasta que un personaje menor e inverosímil como Turull está a punto de pasar, brevemente, a la pequeña historia de Cataluña. 

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