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Política

El independentismo naufraga y la CUP entierra el 'procés'

Carles Riera

La CUP vuelve a dirigir la senda política en Cataluña. El grupo antisitema decidió abstenerse en la primera votación de la investidura y anunció que pasan a la oposición. Salvo cambio de criterio de última hora, esta postura obligaría a Carles Pugdemont y Toni Comin a ceder su escaño si pretenden proclamar 'president' al candidato Jordi Turull. En el caso de que tal paso no se concrete, no habría más alternativa que la prolongación del 155 y la convocatoria de nuevas elecciones, que no podrán celebrarse hasta finales de año. 

Los sobresaltos son norma en la política catalana. La impredecible CUP se erigió una vez más en la auténtica protagonista del tablero parlamentario al anunciar que no apoyaría al candidato del independentismo. Carles Riera, el portavoz de los antisistema, dejó bien claro la posición de su equipo: "·Hemos cerrado la página del 'procés', damos por finalizada nuestra política de alianzas. Pasamos a la oposición". Los cuatro escaños imprescindibles para armar una mayoría separatista desaparecían del horizonte. Riera recordó que su candidato es Puigdemont y se refirió en forma implacable a la actitud del Jordi Turull, por sus planteamientos 'autonomistas'. Sólo le faltó tachar de 'españolista' al aspirante de JxCat.

La situación se complica para el bloque secesionista. Su elegido para la presidencia corre el riesgo de ir a la cárcel tras su visita de este viernes al Supremo. Una posibilidad que ya nadie descarta. Podría ocurrir lo mismo con los otros cinco dirigentes que le acompañarán en su visita al juez Llarena.

En el caso de que consiga superar sin contratiempos ese trance judicial, los secesionistas se presentarían en minoría de dos escaños en la segunda vuelta de la investidura. Tendría 64 votos cuando precisaria de 66 para alcanzar la mayoría simple. Sin los diputados de la CUP, resultaría imprescindible que tanto Puigdemont como Comin cedieran sus actas en favor de otros compañeros diputados. También estaría por ver, caso de que los seis comparecientes ante el Supremo fueran privados de su libertad bajo fianza, cómo resolverían el problema de votar por delegación desde la cárcel. 

"El sábado lo haremos"

Tanto Comin como Puigdemont han mostrado su rechazo frontal a ceder sus escaños. El expresidente considera que su perfil de 'líder espiritual' de la república resultaría peligrosamente perjudicado. Sin cargo institucional, sin acta de diputado, sin presencia en Cataluña, se convertiría en el auténtico 'fantasma de Flandes'. No tendrían, sin embargo, otra alternativa si se consigue celebrar el sábado el segundo intento de investidura. "El sábado lo haremos", anunció Eduard Pujol, portavoz de JxCat, más por transmitir ánimo a sus desoladas filas que por firme convencimiento. Envió ánimos a los citados ante el Supremo, "no estáis solos", insistió, en un baño de elogios que sonaban huecos e inútiles. 

El independentismo sale roto de esta aventura por intentar designar a un candidato con severas cuentas pendientes en los tribunales. Turull pronunció un discurso de investidura plano y tibio, sin referencias a la república, a la independencia, a la épica, rebosantes de palabras hermosas, como 'paz', 'diálogo', integración', 'solidaridad', 'valores', justicia'. Un mensaje más dirigido al juez Llanera que a los colmillos afilados de la CUP, que se revolvían en sus escaños. 

Pendientes de Llarena

El portavoz de ERC, Sergi Sebriá, hilvanó un mensaje previsible, con referencias a la represión, las cárceles, el Estado destructor. Casi parecía un discurso preelectoral. Los republicanos quizás avizoren ya las urnas. Por la oposición democrática, destacó la intervención de Inés Arrimadas, más líder del constitucionalismo que nunca, firme, implacable a la hora de responsabilizar al timorato Turull de su reciente pasado. Ha sido uno de los grandes culpables de la actual situación, uno de los organizadores del golpe, pese a que en la tarde del jueves se presentó ante el Hemiciclo como el abanderado del diálogo con Moncloa y hasta con la Corona. Iceta, Domenech y Albiol asumieron sus papeles de actores secundarios en una jornada en la que un aire de derrota sobrevolaba por la bancada secesionista.  

La CUP ya ha despejado su incógnita. Abandona el bloque independentista y se echa al monte, de donde nunca, en verdad, han salido. Queda por solventar la otra gran cuestión de futuro. La jornada que se vivirá este viernes en el Supremo. Todo depende ahora de Llarena.

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