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Opinión

Yolanda Díaz gana las elecciones en Chile

La historia del comunismo, con todos sus disfraces, ha demostrado históricamente que a la hora de destruir son invencibles

Yolanda Díaz gana las elecciones en Chile
Yolanda Díaz. EUROPA PRESS

En las presidenciales chilenas se impuso una alternativa que tomó fuerza a partir de octubre de 2019, al calor de barricadas y de bombas incendiarias. El liderazgo de Gabriel Boric, que va a ocupar La Moneda, creció saludando como actos revolucionarios el asalto a los pequeños comercios y la ocupación de propiedades.

Nunca negó su implicación, ni cuando calificó los ataque a los carabineros como “expresiones de resistencia” ni al proponer la amnistía para los que, como un diputado de su grupo pillado con armamento incendiario, protagonizaron los desmanes. En su discurso tras la victoria, su primer compromiso ha sido el indulto a los que llama “presos políticos”. En España, El País celebra la victoria de un político y un proyecto nuevos. Inventan, se trata de algo más viejo que la tana.

El Partido Comunista y Boric ganaron por las mismas razones que sus camaradas castrochavistas en Perú, por la radicalización extrema que ha dinamitado la centralidad política. Como en Perú contra Fujimori, el comunismo chileno organizó una gran escenificación contra Pinochet, facilitada por una candidato, José Antonio Kast (Kastnochet), ideal para colocarle una careta con el rostro del dictador.

Éxito entre los jóvenes

Nada más fácil que emocionar a los chilenos con la batalla revivida de Pinochet contra Allende. Y nadie más capacitado para usarlo como material electoral que el Partido Comunista de Chile (PCCH), que han tenido un éxito espectacular entre los jóvenes. Facilitado por colaboraciones como las del Colegio de Periodistas de Chile que inexplicablemente pidió el voto para el candidato comunista.

Sobre que Boric está tutelado por el PCCH nadie tiene dudas en Chile. Su apoyo al chavismo es una obviedad fácil de comprobar. De “¡fuerza Maduro, carajo!” a “somos muchos los chilenos que estamos con ustedes: a seguir profundizando la revolución bolivariana”, tiene tantas huellas marcadas como Monedero o Errejón. Maduro le devuelve las alabanzas: “Saludo al pueblo de Salvador Allende y de Víctor Jara por su contundente victoria sobre el fascismo”, le dice por Twitter. Él sabe, camino de lograr el exilio de todos los venezolanos que no son “pueblo”.

¿Un “joven político de la nueva izquierda”? La portavoz de la candidatura, Camila Vallejo, se expresa así sobre el liderazgo de Fidel Castro: “lo que él señale es para nosotros como una hoja de ruta”. Esa cartografía les ha llevado a la Presidencia de Chile. Boric, que también utilizó la universidad como plataforma de agitación política -no ha terminado la carrera iniciada en 2004, para qué-, sí sabe cómo usar la indignación de la gente para hacer negocio electoral.

Como en toda América Latina, la fórmula consiste en llenar el terreno de juego de emociones, como explica el gurú Iván Redondo, que ahora apuesta por Yolanda Díaz

Tiene mérito ganar en una sociedad con dos preocupaciones prioritarias según todas las encuestas, la violencia y las pensiones, que representan justo aquello en lo que menos confianza inspira el futuro presidente. Como en toda América Latina, la fórmula consiste en llenar el terreno de juego de emociones, como explica el gurú Iván Redondo, que ahora apuesta por Yolanda Díaz. La promoción de la candidata comunista, camuflaje papal incluido, está en esa hoja de ruta, la que aprendieron en La Habana activistas como Enrique Santiago, secretario general del PCE.

Estábamos advertidos. En junio de 2008, el PCE aprobó su “ruptura con el pacto constitucional de 1978”, así como una irrenunciable apuesta republicana y plurinacional como “objetivo estratégico para la etapa presente”. En septiembre de 2012, Alberto Garzón firmaba un manifiesto en el que se declaraba que “nuestra Constitución es papel mojado”, en la misma senda que los castristas latinoamericanos. Errejón, Iglesias y muchos más, subidos en la corriente que ahora desemboca en Díaz, avanzaban en la misma dirección.

En España, el objetivo es la demolición la Transición; en Chile, el de la Concertación, que logró uno de los mayores milagros económicos y sociales del mundo en 30 años, un oasis en el subcontinente

Desvitalizado el PSOE, sin proyecto propio, como el centroizquierda chileno, deja el campo libre a los grupos políticos que sí manejan carta de navegación. En España, el objetivo es la demolición la Transición; en Chile, el de la Concertación, que logró uno de los mayores milagros económicos y sociales del mundo en 30 años, un oasis en el subcontinente. Mientras en Chile, Bachelet irresponsablemente abrió en 2014 la puerta del gobierno al Partido Comunista y puso punto final al crecimiento económico, en España, Sánchez hace otro tanto provocando la debacle que padecemos.

Días antes del domingo electoral, Zapatero promovió un manifiesto publicitado como “decenas de intelectuales europeos con Boric”. Los intelectuales eran Cristina Narbona como presidenta del PSOE, los secretarios de CCOO y UGT, los eurodiputados socialistas y de UP, acompañados por los comunistas de Siryza y los Insumisos de Melenchon, además de Joaquín Estefanía. En total 80, de ellos 60 españoles. La Europa de Zapatero. El patinazo demuestra que en Europa el castrochavismo lo tiene más difícil.

Ahora, el futuro de Chile se puede ver en Perú. La principal mina de cobre del país con 3.000 trabajadores se ha visto obligada a cerrar, tras 30 días de sabotajes permitidos e incentivados por la primera ministra, la antiminera Mirtha Vásquez. El presidente Castillo parece empeñado en desanimar la inversión, y lo va logrando. No son buenos tiempos para esta zona del mundo, cuando hasta el gran oasis chileno sigue la ruta marcada por Fidel.

En España saben que no pueden ir de frente con un proceso constituyente, como querrían. Intentar ponerle a Isabel Díaz Ayuso una careta con la imagen de Franco no les funciona, se les vuelve en contra. Pero, cuidado, pueden hacer mucho daño. Ya lo hacen. La historia del comunismo, con todos sus disfraces, ha demostrado históricamente que a la hora de destruir son invencibles.

La respuesta para pararles, como ha logrado toda Europa, es la formación de nuevas coaliciones capaces de darle la vuelta a esa estrategia de polarización artificial, tan vieja. Por eso preocupa tanto que Pablo Casado, en sus obligaciones históricas con el país, provoque tanto desconcierto. Como con las agresiones irresponsables contra Ciudadanos en Castilla y León. No se olvide: la destrucción de la centralidad en Chile abrió la puerta a una pesadilla.

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