Opinión

La vía de la amnistía

Cataluña Separatismo: otro hijo bastardo de la leyenda negra
Una bandera de la estelada durante una manifestación convocada por la ACN con motivo de la Diada 2023 en Barcelona. Europa Press

Ni los negociadores están satisfechos. La vía de la amnistía no satisface plenamente ni a Sánchez ni a Puigdemont pese a que así pretendan venderlo a la sociedad. Como dice el barón socialista Emiliano García Page, Sánchez se asegura gobernar –todos los apoyos que necesita los obtuvo el viernes- y Puigdemont se garantiza la vuelta a casa sin pasar por la cárcel.

Pendiente aún de conocer su redactado, ya la han bautizado a esta ley como 'histórica'. Este lunes hará su ingreso formal en el Congreso y dará vía libre al segundo gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar. El CIS acaba de advertir que si hubieran nuevas elecciones ganaría el PP. Sánchez huye de volver a las urnas, consciente de que la vía de la amnistía si siquiera complace a su partido, donde, pese a haberla respaldado, la aceptan con la nariz tapada.

La aritmética parlamentaria facilita el proyecto del PSOE con Sumar y todos los demás, mientras Cataluña aparece de nuevo en el eje de la jugada. Una Comunidad que, en las últimas dos contiendas electorales, las del 28M y la del 23J, entregó su apoyo al PSC y dio la espalda a los independentistas. Elecciones que tuvieron lugar con un gobierno de ERC en minoría porque los de Junts los dejaron plantados por sus disputas con ERC. La vía de la amnistía no estaba encima de la mesa, el PSOE no la mencionó en la campaña electoral, es más, la negaba era negada públicamente. Dos días antes de las generales de julio, el propio candidato de los socialistas todavía negaba la mayor. La vía de la amnistía no es planteable, afirmaba.

Puigdemont vuelve a casa por Navidad y Sánchez se come los turrones nuevamente en Moncloa, por esta parte todos contentos. Pero qué caro le va a salir esto al PSOE

Dos días después, el mundo político cambió y los astros se alinearon entorno a quien había permanecido en Waterloo huido de la justicia, en un giro impensable, como si de un argumento de película se tratara. Carles Puigdemont, de prófugo en el maletero del coche a decisivo para que Sánchez siga en la Moncloa. Era eso o elecciones a riesgo de perder el PSOE junto con los secesionistas, que ya se olvidaron de que los socialistas apoyaron a Rajoy con el 155. Puigdemont vuelve a casa por Navidad y Sánchez se come los turrones nuevamente en Moncloa. Por esta parte, todos contentos. Pero qué caro le va a salir esto al PSOE, a Sánchez, al poder judicial, al Estado de derecho, a la Constitución.

Para Sánchez esta vía no significa un éxito. Tampoco para Puigdemont porque, aunque evita la cárcel, dista un largo trecho hasta conseguir su máxima aspiración que es un referéndum para la independencia. El famoso "lo volveremos a hacer" que conlleva cero tranquilidad institucional, política y judicial.

Del “no renunciamos a nada” de Jordi Turull a “todo estará dentro de la Constitución” que dice el negociador socialista Santos Cerdán, dista un abismo. El portavoz de Puigdemont no da pie a engaño, nunca lo han negado, quieren la independencia, ese es su objetivo. La vía del diálogo abierta por ERC, de la concordia tras los indultos, quedó muerta cuando el 23-J entregó la capacidad de decidir el futuro de España a Carles Puigdemont. Se cumplen los lemas de la Diada de este año, tanto el “Vía Fuera” como la del 2015 el “Vía libre a la república catalana”, porque ahora ese escenario queda expedito.

A Puigdemont le han llegado los Reyes Magos por adelantado. Seis años después, el fugitivo de Waterloo logra salirse con la suya. Hasta ahora, con la vía de la amnistía tan sólo busca salvar a la clase política, unos de la cárcel y otro para seguir en Moncloa. ¿Se traducirá también en que vivamos mejor? Lo dudo.