Opinión

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Una real vacuna

Ver los privilegios que se atribuyen dos personas que formaron parte de la familia real no contribuye a la buena imagen de la institución

Una real vacuna
Las infantas Cristina y Elena.

Las infantas Elena y Cristina responden al aluvión de críticas mediante un comunicado en el que defienden haberse vacunado para poder visitar a su padre, algo totalmente legítimo, para tener un pasaporte sanitario y así viajar a Emiratos Árabes siempre que deseen, mientras el resto de los mortales cumplen con los confinamientos perimetrales y nos mantenemos lejos de nuestros seres queridos. Debe estar la realeza exenta de cumplir tan banales medidas para mantener el virus a raya. Como al parecer también está exenta de vacunarse cuando le corresponde. Al rey emérito es evidente que ya le toca por edad. A mi padre también, de hecho, le han vacunado en las últimas horas y ha sido la mejor noticia en meses, como lo fue el 27 de diciembre cuando se vacunó en España a Araceli Hidalgo, aquella abuela entrañable.

Es una generación que ha pasado una guerra civil, es una generación maltratada y que ha sufrido y , al final, muchos nos han dejado sin que se les pudiera despedir, sin poder estar a su lado, porque las residencias han vivido auténticos dramas. Ante semejante desconsuelo, ver los privilegios que se atribuyen dos personas que formaron parte de la familia real no contribuye a la buena imagen de la institución.

La importancia de ser ejemplares

Como toda hija que quiere ver a su padre, igual que las infantas, con una relativa tranquilidad de no contagiarle ni contagiarse para poder cuidarle, por mucho que desee, no tengo acceso a la vacuna. Aquí hemos conocido los casos de diferentes cargos públicos que han tenido que abandonar sus sillas por saltarse las colas y las normas. La vacuna real ha sido dispensada sin atender a protocolo alguno. De hecho, más hubiese valido en este caso el silencio por respuesta. Cabe tener en cuenta que nadie obligó al rey emérito a abandonar España e irse a los Emiratos Árabes.

Se trató de una decisión personal o meditada entre las paredes de Zarzuela y se hizo en plena pandemia para escapar del ruido mediático que cada día nos sirve en bandeja alguna que otra irregularidad en torno a su persona. Unas hijas tienen el derecho y el deber de ir a ver a su padre, no cabe discusión, como también tienen el deber moral de dar ejemplo, más si cabe, cuando has formado parte de la institución y cuando tu hermano es el rey de España. Porque si algo les enseñaron desde la cuna es a ser ejemplares, o por lo menos parecerlo. Y en muchos casos, nada más lejos de la realidad, para disgusto y pesar de Felipe VI, que no cesa en su empeño de marcar una nueva etapa y un nuevo tiempo.   

Se podría haber decidido una cierta prioridad en el orden vacunación a quienes habitan en la Zarzuela y hasta a los inquilinos de la Moncloa

Cuanto antes tengamos vacunas para todos mejor, y a muchos les puede parecer bien que se vacune la familia real y todo su entorno. De echo, si el protocolo así lo estableciera, no habría nada que objetar. Se podría haber decidido una cierta prioridad en el orden vacunación a quienes habitan en la Zarzuela y hasta a los inquilinos de la Moncloa. No ha sido así. Ahora, les toca la vacuna a quienes han cumplido los 80 años, se merecen ser cuidados, se merecen tener tal privilegio, y todos nos merecemos tener acceso a las vacunas más pronto que tarde para ir poniendo fin a un largo año de dolor. Cuídense, con mascarilla siempre.

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