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Opinión

Torra se cachondea de la JEC, de la Justicia y de todo Dios

Quim Torra.

Si España fuese un país con un Gobierno, digamos, a la francesa, el separatismo habría durado cero coma segundos, el tiempo en el que un fiscal, un juez o un ministro habría enviado a la Gendarmería a detener a los burguesitos alborotadores. No quiero ni imaginarme lo que sucedería aquí si tuviésemos el problema de orden público, rayano en insurrección armada, que tienen los galos con los Chalecos Amarillos. Sánchez y todo su Gobierno se ensuciarían encima sin solución de continuidad durante días enteros y el olor de su miedo fecal se extendería por toda la nación. No es una figura retórica. Si la chulería de los señoritos separatistas les tiene paralizados y sin capacidad de respuesta, hagan ustedes números acerca de cómo responderían esos indocumentados ante una revolución en toda la regla. Que, dicho sea de paso, todo se andará viendo como está el patio.

Y es que tampoco es descartable que pase aquí un quilombo como el francés porque, cuando un político se niega a obedecer la ley, sin que le pase nada, la barbarie y la sinrazón tienen el camino expedito para alcanzar el triunfo. Que Torra esté toreando a la Junta Electoral Central pasando de retirar la simbología separatista, diciendo que eso es cosa de cada departamento, que lo ha consultado con el Síndic de Greuges – vaya dos patas para un banco, este y Torra – y que on verra solo puede suceder si quien se sienta en el sillón de la presidencia del Gobierno es un pusilánime, un ególatra, un narcisista capaz de vender a quien haga falta con tal de seguir en el machito.

A quien Torra puede solicitar dictámenes, por tener la capacidad legal de redactarlos y que tengan validez, es a los letrados del Parlament

Porque no es cierto que consultar al Síndic sea el camino adecuado para casos así. Eso se lo ha sacado de la manga el president. A quien Torra puede solicitar dictámenes, por tener la capacidad legal de redactarlos y que tengan validez, es a los letrados del Parlament. Ah, pero a esos se cuidará muy mucho de pedirles nada, porque le dirán que haga el favor de no ser un tonto a las tres y cumpla la ley como cualquier hijo de vecino. Este presidente, mezcla de cura carlista con dolor de muelas y niño repipi engominado, se escuda en el subterfugio, en las rabietas, en el regate cortoplacista y bananero, sabedor que no tiene a nadie delante que lo frene. Así se las ponían a Fernando VII. Torra espera ganarse con esos gestos a los radicales para que voten a su partido, a esa derechona neo convergente del tres por ciento y suma y sigue. Sabe que el electorado separatista vive y se alimenta vorazmente de esos brindis al sol, de bravuconadas que no llevan a ninguna parte. En el fondo, les importa una mierda el país, y solo atienden a sus hiper acomplejados egos, a sus facundias racistas. Son tribuneros de la política que se comportan como los del Barça, felices de que el Madrid pierda, aunque el club blaugrana esté en segunda división. El odio es tan estúpido que se regodea siempre más en la desgracia ajena que en el éxito propio. Quizás porque saben que, fatalmente, jamás van a conseguir nada. Por todo ello, Torra nos va a dar tardes de gloria en lo próximos días. Los de Puigdemont tienen órdenes de liarla en plan tiro la piedra, o el lazo, y escondo la mano. Pasando lo justito de la ley, pero tampoco demasiado. Porque, eso sí, aquí nadie más quiere ir a dar con sus huesos en la cárcel.

Como sea que el juicio está empezando a pintar ruina para los separatistas, tienen que enmascarar por todos los medios que lo suyo no ha sido más que un tremendo cachondeo

Y como sea que el juicio está empezando a pintar ruina para los separatistas, porque la verdad es una y no treinta y una, tienen que enmascarar por todos los medios que lo suyo no ha sido más que un tremendo cachondeo, una monumental broma privada de mal gusto, un a ver quién la tenía más larga y meaba más lejos, si los convergentes o los republicanos, un pretexto para colocarse con unos sueldazos millonarios y favorecer a las empresas de papá. Esa es la Cataluña que han pretendido crear los separatistas a partir de la real, la trabajadora, la que suda tinta – como en cualquier otra parte de España, por cierto – para salir adelante.

Todo eso no quita que Torra tenga el campo libre para ciscarse en todo lo ciscable, pasarse por el forro las normas de convivencia, el respeto a las instituciones o el sentido común. De ahí que lo de Sánchez sea todavía más criticable. Con la jindama que gasta este tipo y su corte, solo con que la Fiscalía del Estado dijera que basta y que hay que cumplir lo que dice la Junta Electoral, verían ustedes como los lazos desaparecían con una rapidez que ríanse ustedes de los trucos de Juan Tamariz. Pero Sánchez hace números y sabe que va a necesitar a toda esta tropa de cara al futuro si quiere seguir, que sí que quiere, con su colchón en la Moncloa. En fin, que se nos orinan encima y, poniendo cara de circunstancias, decimos que llueve.

Qué pena. Y qué asco, para qué les voy a engañar.

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